Cuando Alison creyó
que lo tenía todo preparado, apagó la pantalla del ordenador y bajó
a la cocina en busca de algo de comer, aun malhumorada. Y
conociéndose como se conocía, dicho enfado le duraría aun días, y
esta vez no pensaba dar su brazo a torcer, a diferencia de veces
anteriores. Sabía que no debía ser ella quien se retractase, quien
agachase la cabeza con un lo siento en los labios, sino su
padre. Bueno... “Padre”, pensó ella amargamente cuando encendió
las luces de la cocina y buscó en los armarios algo dulce que
llevarse a la boca. En verdad no se parecía nada, absolutamente en
nada a él. Su madre le había repetido innumerables veces que ella,
es decir, Alison había salido a ella, y en cierto sentido tenía
algo de razón, puesto se asemejaba muchísimo a Christian, su tío.
Se untó una tostada
con mantequilla, le echó por encima miel y le dio un bocado. Aquello
sabía a gloria, y era lo mejor que se había podido preparar con las
existencias de la cocina.
Suspiró de nuevo y
un sonido la puso en tensión: el ruido de pasos bajando por las
escaleras.
Habría jurado que
estaba sola, ya que había menos de media hora había oído a su
madre salir de la casa, pero cómo no, se había olvidado del plasta
y rubio de su insufrible hermano.
Erik se asomó a la
cocina, y de forma extraña, no sonrió al verla como siempre hacía.
Al contrario, estaba muy serio. Demasiado.
―¿Se puede saber
con quién vas a reunirte mañana? ―Soltó de repente.
Alison se quedó de
piedra.
―¿Q-Qué?
―No te hagas la
ilusa, Ali-58 ―pronunció despacio, muy serio y levantó un
papel blanco con una fecha y una hora en concreto.
El semblante de la
chica pasó de ser del asombro repentino al más puro odio.
―¿De qué vas,
tío? ―Dijo con rabia en la voz. Fue hasta su lado y rápida como
el rayo, le arrancó el papel de las manos del chico. Echó a andar a
grandes zancadas de nuevo hacia su cuarto.
―No, de qué vas
tú, Ali. Sabes lo que dice papá de fiarse de desconocidos. Lo sabes
perfectamente.
La muchacha se
detuvo en mitad de la escalera. Volvió levemente la cabeza.
―Papá... Ése
hombre no es mi padre ―susurró en un murmullo tan frío como el
hielo―... ¡Así que déjame en paz!
Corrió el último
tramo de escaleras que le quedaba y volvió a entrar en su
dormitorio, cerrando la puerta tras ella de un portazo. Sabía que lo
que había dicho no era verdad pero... Era lo que sentía en aquellos
momentos.
El silencio más
absoluto reinó en la casa aproximadamente diez segundos antes de que
Erik suspirase cansado. Comprendía la actitud de Alison y no
entendía cómo su padre no era más atento con ella.
Negando en silencio
con la cabeza, se colocó los cascos que llevaba al cuello y encendió
el reproductor de música del móvil, evadiéndose de todos los
problemas que tenía aquella tarde aunque fuera al menos por un par
de minutos, lo que duraba aquella canción en particular. Fue hasta
el sofá, dejándose caer en él y clavó la mirada en el techo.
Alison... Ella era desconfianza por naturaleza. Nadie le había hecho
nunca nada lo semejantemente digno de mención como para que la chica
tuviese semejante desconfianza en los demás. Por ese mismo motivo
tenía la absoluta certeza de que no iría a ese encuentro entre esa
chica y la tal Denise, así que ¿por qué decírselo a su
madre? Mejor se callaba y no le decía nada, que bastante tenía
Victoria ya con la reciente bipolaridad de su padre.
Resopló, moviendo
un pie al ritmo de la batería que llevaba la melodía de la canción
que resonaba fuerte en sus cascos rojos imaginándose que él era el
cantante de su amado grupo de música.
Jack caminaba solo
por una de las calles de las afueras de Nueva York. Las manos
reposaban en los bolsillos de su cazadora, que lo protegía
débilmente del frío que azotaba la ciudad. Tenían encima
prácticamente el invierno y se podía notar con perfecta claridad.
Suspiró, y el aire que exhalaron sus pulmones no fue otra cosa más
que vaho. Se preguntó por qué había obedecido ante su idea absurda
de aparcar el coche, bajarse y, caminar. Pero ahora que lo pensaba,
¿caminar a dónde? Porque en aquella zona no había estado en su
vida.
A cualquier
lugar que me haga olvidar, pensó para sí mismo, cabizbajo.
Su vida últimamente
no era la mejor. Al contrario. Notaba que a medida que pasaban los
días se hundía mas y más como un día lo hizo el Titanic.
La calle estaba
prácticamente desierta. Apenas un transeúnte o dos cruzaban sus
empedrados, abrigados hasta las orejas. El muchacho los miró
débilmente, sin aumentar un ápice la velocidad de sus pasos. Y
debería hacerlo, puesto que empezaba a notar cómo se le entumecían
los pies. Hacía realmente un frío glacial...
En ese momento,
cuando iba a cruzar una calle, algo le llamó la atención al final
de un callejón, algo naranja. Fijó su mirada y... Se quedó
sorprendido.
En lo más hondo de
aquel recodo de la calle un anaranjado decolorado rezaba una sola
palabra: Bar. ¿Era posible? ¿Quién en su sano juicio iba a poner
un bar en ese preciso lugar donde seguro que ni llegaba la luz del
día? Jack se inclinó un poco sobre su pie derecho para comprobar
que bajo aquel cartel luminoso había una puerta y sí, allí estaba.
Y poco más adelante dos ventanas.
Suspiró. No perdía
nada por entrar...
Lentamente se
encaminó para aquel lugar que realmente le parecía irreal. Tuvo que
esquivar un par de charcos que se habían formado a causa de la
lluvia y del horrible estado de la superficie del callejón. Cuando
llegó a la puerta la examinó sin ganas y entró.
Estaba claro que ese
bar había visto mejores tiempos.
―Y tanto...
―murmuro para sí Jack.
Era un sitio oscuro
a la par que pequeño. Las paredes eran de tablones de madera
envejecida no se sabe si por el tiempo o es que ya venían con ese
color de fábrica. Media docena de mesas ralladas y sucias se
repartían por el habitáculo. Sólo había una de ellas, situada en
un rincón, que estaba ocupada por cuatro hombres que hablaban de sus
asuntos en voz baja frente a una jarra de cerveza cada uno. A la
derecha de la puerta se extendía hacia la pared del frente una
barra, donde tras ella estaba el barman, un hombre ojeroso y calvo,
con los ojos hundidos y la nariz ancha, que limpiaba una jarra con un
trapo gris del uso. Y sentado en la barra sólo había...
Una chica. No se le
veía la cara ya que su pelo cubría como una cortina su perfil
derecho. Jack pasó la mirada de nuevo al camarero y vio que lo
estaba mirando fijamente, a la espera de ver qué hacía él. Jack
suspiró y caminó hasta las sillas de la barra, sentándose a la
izquierda de la chica, a un metro o más sin querer incomodarla.
El barman se plantó
delante de él.
―Un bourbon.
Doble ―pidió Jack.
Sin decir una
palabra, el regente de aquel antro se lo preparó en menos de dos
minutos, poniéndoselo sobre la superficie enmarmolada de la barra.
El muchacho se llevó el vaso a los labios y dio un largo trago,
notando satisfecho cómo el brebaje corría por su garganta, dejando
ese fuerte regusto a alcohol en su boca.
Sus ojos eran
grandes y oscuros como al madera de roble, con las pupilas tan negras
como el propio azabache. Sus largas pestañas negras culminaban sus
ojos. Sobre su piel destacaban sus labios carnosos y rosados.
Realmente parecían haber sido sacados de la mano de un virtuoso
artista puesto que eran realmente hermosos, bien delineados sobre la
piel. Todo su rostro estaba enmarcado por una media melena oscura a
la vez, que le caía con suavidad por la espalda hasta
aproximadamente cuatro palmos por debajo de los hombros. Su cabello
tenía un aspecto sedoso al tacto que, posiblemente a plena luz del
día debía brillar casi con luz propia, ya que la poca luminosidad
que había en aquel antro destellaba sobre el pelo. Las puntas de los
mechones se curvaban ligeramente hacia lados distintos, y sobre su
frente le caía un flequillo que estaba ladeado hacia la izquierda.
Jack se movió un
poco para verla mejor.
Debía de ser como
quince años menor que él, por lo que calculó que la chica debía
de tener menos de veinte años, pero aun así no podía dejar de
mirarla. Era como si lo atrajese hacia ella, como si de una atracción
animal se tratase.
Jack sacudió
levemente la cabeza.
Aquello jamás le
había pasado, ni siquiera con Victoria. ¿Porqué con aquella
desconocida sí? ¿Qué tenía aquella muchacha que lo atraía tanto?
¿Qué le estaba pasando?
Tragó saliva,
nervioso y comprobó que tenía la garganta seca. Se pasó la lengua
por los labios, dispuesto a pedir otro bourbon doble cuando
algo captó su atención: Uno de los hombres que estaban sentados
unas mesas más allá, se levantó y se dirigió hacia la barra.
Estaba completamente ebrio, de pies a cabeza. Jack no tardó en
notarlo porque se tambaleaba peligrosamente a cada paso que daba.
Llegando como pudo, se apoyó sobre el mármol de la barra, justo a
escasos centímetros de la chica, a su derecha.
—¿Qué hace una
muñeca como tú en un sitio como éste? —inquirió el hombre,
intentando camuflar su ruda y torpe voz.
Jack observando la
escena por el rabillo del ojo. La chica no respondió. Siguió
mirando el vaso que tenía delante, sin inmutarse siquiera. Pero
aquel hombre grasiento no se conformó con su silencio.
—Has venido aquí
solita, ¿eh? —miró a los lados, haciendo como que comprobaba el
estado civil de la chica—. ¿Te parecería venir a pasar un buen
rato con nosotros? Te trataremos bien, preciosa.
Los amigos de
aquella mole se rieron por lo bajo desde la mesa. Todos tenían el
mismo aspecto que su amigo. Sin duda, tenían ganas de compañía
femenina y habían tomado
a la chica por una prostituta. Jack volvió la vista al camarero,
pero descubrió con asombro que se había largado del lugar. No le
interesaban lo más mínimo asuntos de aquel tipo, y no iba a ser el
que se iba a interponer entre aquella mole de grasa y lo que
pretendía conseguir.
—Déjame —murmuró
la chica.
Jack miró un poco
mejor la escena, sintiendo como todos sus musculo se colocaban en
tensión, inconscientemente. Aquello podría acabar muy mal. ¿Cómo
se le ocurría a una chica como ella adentrarse en un sitio como
aquél en pleno Nueva York? ¿Sería extranjera? No lo sabía con
exactitud, aunque Jack no percibió ningún acento extraño en su
voz. No, era de la Gran Manzana.
El hombre volvió a
la carga.
—Anda —se
acercó un poco más a ella—. Ven con nosotros, que te vamos a
hacer cosas que te encantarán, muñeca.
La muchacha no se
movió siquiera.
—Si me vuelves a
llamar muñeca te rompo las
dos piernas —le lanzó una mirada llena de odio por encima de su
hombro.
Jack la miró, incrédulo ante lo que acababa de escuchar. ¡Si sólo
era una muchacha! ¿Cómo iba a enfrentarse a semejante hombre?
La expresión del rostro de aquel tipo cambió completamente.
—¿Qué has dicho, niñata? —La agarró del brazo con violencia.
No le dio tiempo ha decir nada más. Una mano tocó varias veces el
hombro, con insistencia. El americano
grasiento se volvió, molesto hasta la médula por la interrupción.
—Deberías dejar a la chica
—murmuró Jack, encarándose a él. Estaba de pie, a su lado,
notando cómo a cada fibra de su cuerpo le empezaba a llegar en
grandes dosis la adrenalina suficiente para una pelea cuerpo a
cuerpo. De ésa no salía sin emplear la fuerza.
—Vaya... No sabía que era tu
novia —dijo pasándose la mano por la frente sudorosa.
Jack arrugó al nariz,
desagradado. Apestaba a sudor de varios días y alcohol barato. Aun
así, sabía perfectamente que un hombre ebrio era tres veces mucho
más peligroso que uno que no había bebido, y más uno como aquél.
El tipo pretendía tener una noche loca con la chica, tanto si quería
ella como si no. Jack no dudaba que, si no intervenía, eran capaces
él y sus gordos amigos de sacarla de allí por la fuerza y violarla
en el mugriento callejón que daba al bar. Y por supuesto, el dueño
del bar no movería un dedo al respecto.
La chica pareció mirarlo
extrañada, pero Jack tenía los ojos puestos en otro punto.
—Creo que ya has bebido lo
suficiente por hoy. Vete a casa a dormir la mona.
El hombre sonrió, socarrón.
—Mira niñato, lárgate de
aquí si no quieres problemas y déjame a mí con mis asuntos —posó
sus ojos en la muchacha.
Jack tuvo que hacer un esfuerzo
colosal por no partirle la mandíbula. Se pasó la lengua por los
labios.
—No quiero problemas, ¿entendido? Así que deja de molestarla.
—Ya me tienes hasta las narices, crío del demonio —soltó
enfadado y lanzó su puño cerrado contra la cara de Jack, un
movimiento que se lo había esperado todo este tiempo por lo que no
le pillo desprevenido. En apenas milésimas de segundos, Jack se
agachó, pasándole el puño por encima y golpeó con su codo en el
vientre del hombre con toda la fuerza que pudo acumular. El tipo
esbozó una mueca de dolor, tambaleandose sobre sus pies y cayó
hacia atrás. En aquel momento, los amigos de éste se levantaron de
la mesa, asombrados de que un muchacho de apenas diecinueve años
hubiera tumbado a su colega. Jack los miró a todos fríamente,
desafiándoles. Se mantuvieron quietos en sus sitios, de pie mirando
al hombre del suelo, que no se movía.
Jack ladeo un poco la cabeza.
—Coge tus cosas y vámonos —ordenó serio a la chica sin apartar
la vista del grupo de americanos.
La chica se quedó mirándolo apenas un par de segundos, aun
sorprendida, pero asintió, agarrando su abrigo a la vez que bajaba
del taburete. Se situó detrás de él. Todo iba bien, por ahora.
Jack le puso una mano en la espada con firmeza y comenzó a andar
hacia la puerta. Pero no habían dado ni cuatro pasos cuando uno de
los hombres se movió hacia ellos, cortándoles el paso. Aunque fue
el único, y con razón. No había cerrado todavía la mano cuando el
puño de Jack lo impactó de lleno en la cara, tirándolo a un lado
de la puerta.
Jadeando muy débilmente, volvió la cabeza.
—¿Alguno más? —Alzó la voz atravesando con la mirada a los que
quedaban. Silencio. Se había deshecho de dos con absoluta facilidad
y no le importaba enfrentarse a los que quedaban, aunque sabia
perfectamente que visto lo visto, no se acercarían a él. Y así
fue. Ninguno de los hombres se movió ni un milímetro.
Una mano tiró de su chaqueta. Jack volvió la vista y vio que la
muchacha lo miraba preocupada. Como si lo sacasen de un hechizo
asintió en silencio. Alargó la mano hacia el pomo de la puerta
abriéndola. La chica salió la primera y Jack la siguió,
desapareciendo de aquel lugar salido de la peor película de
borrachos. El frío de la calle no les pilló tan desprevenidos. La
chica se subió la cremallera, abrochándose el abrigo. Jack sacudió
la mano con la que había golpeado al hombre ahora algo dolorido por
el impacto. Verlo en películas era muy diferente a probarlo tú
mismo.
Se giró para mirar a la chica y descubrió sorprendido que ella
tenía sus ojos puestos en los de él.
—Gracias...—murmuró bajo.
—No... no hay de qué —dijo él apenas en un susurro. Estaba
ensimismado mirándola. A pesar de la poca iluminación del callejón
podía ver que sus ojos oscuros eran tan profundos como el propio
océano.
La chica se frotó un poco las manos.
—Bueno... Pues gracias y adiós —dijo dándose la vuelta y
echando a andar.
Jack sacudió la cabeza y fue tras ella.
—¡Hey! ¡Espera! —Exclamó llegando hasta su lado. Le posó una
mano en el hombro para que ese detuviera y ante sus ojos, la chica se
lo sacó de encima.
—Mira, te he dicho que gracias, ¿vale? Así que déjalo, tío
—murmuró molesta y siguió andando.
—¿Tú has visto la clase de tíos que había ahí dentro? —Dijo
cortándole el paso.
—Por si no lo has visto, yo también estaba allí dentro.
—¿A dónde vas? —Inquirió Jack. Sabía que no era de su
incumbencia pero aun así se veía en la obligación de preguntarle.
—A mi casa. A dónde si no, pedazo de idiota.
Menudos humos tenía la chica...
—Espera espera, ¿andando?
—¿Ves alguna moto por aquí cerca? —Dijo abriendo mucho los
ojos, haciendo notar que no había ninguna.
—No... —Reconoció el chico.
—Pues será porque no tengo, así que sí, me voy andando. Adiós.
Lo esquivó con una agilidad insultante y torció la esquina. Jack se
quedó ensimismado un par de segundos hasta que sacudió la cabeza y
la siguió.
―Oye mira, sólo intento ser amable, ¿vale?
La chica resopló,
empezando a hartarse de la situación.
―Guay, pues
ahórrate esa amabilidad tuya. Me conozco a los tipos como tú. Veis
una nena, os hacéis los fuertes sacándola de apuros para que luego
se lancen a vuestros brazos, ¿verdad? Pues mira tío, eso no va a
resultar conmigo porq...
No le dio tiempo a
decir nada más ya que de pronto se encontró que el joven rubio que
la seguía le había cortado el paso levantando una mano donde, en
uno de sus dedos había...
Un anillo de
compromiso.
La chica pasó la
mirada del objeto a sus ojos.
―¿Lo ves? ―Empezó
Jack―. Estoy casado. Amo a mi mujer y no quiero nada contigo. No
cómo te piensas. Solo me he ofrecido a llevarte a tu casa porque
después de lo que ha pasado ahí dentro temo por ti, ¿queda claro?
La chica parpadeó
sorprendida. Asintió débilmente con la cabeza.
―V-Vale... Pero si
intentas algo, yo...
―Y dale con el
tema... ―resopló―. A ver. Mi coche está allí ―señaló un
descampado junto a un edificio a tan sólo un par de manzanas de
donde estaban.
Y sin decir nada
más, se metió las manos en los bolsillos y echó a andar hacia
allá. A los pocos segundos oyó los pasos apresurados que se
acercaban hasta él de la chica de la cual todavía no conocía el
nombre, se percató. Ella se puso a su lado con las manos en los
bolsillos, sin decir una palabra.
Jack la observó
durante apenas dos segundos antes de decir:
―Me llamo Jack. ¿Y
tú eres...?
―Nicole ―se
presentó bajito.
―Encantado ―sonrió
Jack.
Bueno, ya sabía
algo más de la chica y tenía claro que si no hubiera sido porque él
se había presentado el primero dudaba que lo hubiese hecho la chica,
la verdad. Caminaron al amparo de la fría noche por la calle
desierta, donde no se veía ni un alma hasta que llegaron al
descampado. Un par de coches se distribuían aquí y allá por encima
de la superficie de tierra. Una triste farola alumbraba parte del
lugar. Jack abrió el coche a distancia, cuyas luces parpadearon un
instante y entró en el sitio del conductor. En el momento en el que
Nicole entró también a su lado el coche se arrancó, saliendo del
aquel lugar.
―Bueno, tú
indicas dónde te dejo.
―Sí, vale... Ve
por esta calle hasta el fondo y después la segunda salida a la
derecha ―indicó señalando el lugar.
El chico asintió,
obedeciendo lo que le había dicho la chica. Puso la calefacción
para que no tuviera frío. Frío lo tendía ella en todo caso porque
él, con su sangre de dragón recorriéndole las venas estaba muy
cómodo.
Durante el trayecto,
su acompañante no dijo ni una palabra. Se limitó a permanecer
callada, mirando por la ventana de su derecha observando los
edificios sumidos en la penumbra que iban quedando tras ellos a su
paso. A saber qué pensaría, se dijo Jack para sí mismo. Le había
sorprendido enormemente lo que la chica le había soltado a la salida
del bar. ¿Cómo había podido pensar que él la acercaría a su casa
a... A cambio de éso? ¿De...sexo? Negó rápidamente quitándose de
encima semejantes pensamientos. El coche se internó en ese momento
en una calle que parecía algo más residencial que las demás.
Iluminada con farolas y edificios señoriales de suave color arena,
era en cierto modo bastante bonita a lo que acostumbraba a ver el
chico habitualmente.
―Es aquí ―dijo
de repente, señalando un edificio cuya entrada estaba iluminada por
un halógeno.
―El 215, ¿no?
―Inquirió mirando donde indicaba ella.
―Sí, ése mismo.
Jack asintió,
reduciendo notablemente la velocidad del coche hasta aparcar justo
enfrente del portal. Apagó el motor y salieron del coche,
abrigándose ante el frío invernal que reinaba en la calle. Si Jack
se había bajado del automóvil era por una razón. No porque
quisiera pasar a la casa de la chica ni porque le interesase ella. En
absoluto. Simplemente porque hacer eso lo veía como un gesto de
buena educación. Acompañar a la chica hasta la puerta, aun cuando
no tenía ninguna intención para con ella...
Se encogió de
hombros con las manos en los bolsillos y la acompañó hasta la
puerta. Nicole subió el par de escalones que habían, volviéndose
hacia él.
Y por primera vez...
Sonrió. Fue una sonrisa vaga y pequeña, pero realmente hermosa para
Jack.
―Muchas gracias
por acompañarme hasta aquí. ―Susurró bajito, en algo que, de
haber más gente sólo lo habrían escuchado ambos.
―No me lo
agradezcas. Era lo mínimo que podía hacer por ti. ―Respondió
amable el chico desde abajo.
Nicole asintió,
sacó una llave de su abrigo y abrió la puerta de la entrada.
―Adiós Jack ―lo
miró por última vez antes de entrar, cerrando tras ella.
El muchacho se quedó
frente a la puerta, viendo la sombra de ella difuminada por los
visillos interiores de la puerta alejarse hacia donde supuso que
estarían los ascensores. Respiró hondo, exhalando una nube de vaho
que se disolvió en el aire. Lanzó una mirada al cielo oscuro. No
habían apenas estrellas, sino que daba la sensación de que alguien
había extendido un manto oscuro sobre el cielo. Jack negó ante la
idea tan absurda como infantil de que alguien había tapado el cielo
y regreso lentamente al coche. Abrió la puerta, encendiéndose la
pequeña luz del piloto y entró. Se acomodó en el mullido asiento
de su Land Rover, cerrando después.
―Condenada
lucecita... ―murmuró apagándola manualmente.
Y se quedó allí,
callado, pensativo, con la mirada perdida en algún punto de la calle
que se abría delante de él sobre lo que tenía que hacer ahora.
Qué hacer... La
había tenido muy gorda con Victoria, habiendo ido más allá esta
vez con la repentina salida de él de la casa. Suspiró. Debía
empezar a controlar su mal genio y aprender a no pagarlo con su
familia, con la gente que le importaba y se preocupaba por él.
Decidido.
Ahora volvería a casa, se disculparía con Victoria, rectificaría
sus últimos errores que empezaban a acumularse y así todo volvería
a ser como antes. Sonrió imaginando que su vida retornaría a su
cauce anterior. Respiró hondo y... Un momento. En
el coche... había un olor extraño. Era tenue, débil, pero
apreciable. No era suyo, ni de sus hijos, al igual que tampoco era el
perfume de Nicole. ¿Pero entonces?
Jack se
puso en tensión.
―Espera...
Todo
ocurrió muy deprisa. Una mano se interpuso por delante de él
tapándole parte de la cara y lo atrajo con violencia hacia atrás,
inmovilizándolo contra el reposacabezas. Jack sabía lo que era
aquello y aguantó la respiración mientras maniataba nervioso contra
su atacante, intentando desasirse. Pero todo lo que hizo fue en vano.
Poco a poco, fue perdiendo la conciencia. Intentó por última vez,
ya con las pocas fuerzas que le quedaban separar el brazo que le
aprisionaba contra el asiento... Sin ningún resultado.
La vista
se le nubló por completo, cayéndole los brazos a ambos lados,
inconsciente.
El
dragón había sido derrotado.
Ooooh por favor no nos dejes con la intriga mucho tiempo!! Estoy deseando leer el siguiente capítulo ^-^
ResponderEliminarholaa :) es la primera vez que comento pero me gustan un montón tus capítulos espero que escribas el siguiente porque me has dejado muy intrigada :) Ps eso que sigas escribiendo que están genial
ResponderEliminarBesoos :)
Una preguntita cada cuanto tiwmpo esceibes estos capituloos? Escribid yaaaaa porfii
ResponderEliminarSigue escribiendo, se te da genial!
ResponderEliminarINCREDIBLE!!!
ResponderEliminarD: jack !
ResponderEliminarescribe maaas k tardas muxo estoy muy impaciente pliss
ResponderEliminarMe ha encantado, termina el siguiente pronto que no me puedo esperar!!
ResponderEliminarNo termines nunca con esto jajajaja fue como recobrar esperanza de leer algo bueno, tenes las mejores ideasssssss :')
ResponderEliminarNo te tardes para el próximo, te quiero ah jajaj
escribeeeee no nos dejes con la intrigaa, por cieerto me encanta como escribes!!
ResponderEliminarPor favoor es sigue escribiendo que llevas meses! y me has dejado muy intrigada :S Besoos (:
ResponderEliminarNo aguanto masss la espera, estoy desesperada! jajaja
ResponderEliminarpor favor kiara sigue escribiendoooo
ResponderEliminarMe encanta como escribes
ResponderEliminarPor favor escribe otro capítulo que me has dejado muy intrigada!!
please necesito el siguiente capitulo ya! ¿quien ha atacado a jack? estoy super intrigada y espero que no pase nada malo porque jack es mi personaje favorito.Pobre lo que tiene que sufrir:( En resumen espero muy impaciente el próximo capitulo porque ME ENCANTA de veras:):):)
ResponderEliminarPooooorfavooooor escriiiiiveeee!
ResponderEliminarPor favor sigue escribiendo cada día miro haber si as escrito!!! Puede que haya muchas faltas porque mi idioma no es el español... pero en fin, solo querría decir que me encantan tus capítulos!! Ya me gustaría escribir como tuuu!!!! :D ;D Por favor no tardes mucho en escribir el siguiente!!!!!!!
ResponderEliminarPero no me dejes así chica! XD porfa sube pronto el próximo
ResponderEliminarEscribeeeee han pasado 14 años .puedes escribir.es mas estas obligada a escribir
ResponderEliminarEscribe.estas obligada a escribir .por Yandrak y Christian ....
ResponderEliminarQue bien escribes :)
ResponderEliminarSube uno pronto porfa que hace mucho qur no lo haces.
Buenas seguidores-comentadores :D
ResponderEliminarQuiero deciros que el capítulo ya está colgado y que siento mucho la espera que os he echo pasar. Pero ya lo tenéis ;)
Disfrutadlo y que las tres lunas os guíen
Guay mola mucho. Pero ni se te ocurra poner a jack como el típico tío q desahoga las penas en el bar ehh😒 por lo demás 👌
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