—Empiezo
a estar preocupada. Ya debería haber vuelto hace más de una hora
y... —A Victoria se le quebró la voz al teléfono. Bajó la
cabeza, sin soltar su móvil.
Hacía
rato que estaba sentada en una de las sillas de la cocina, al amparo
de la luz de una pequeña lamparilla que había puesto sobre la mesa
de la cocina. En el reloj de pared que pendía colgado a un lado de
la puerta se marcaban las tres y media, altas horas de la madrugada.
Y
Jack seguía sin venir.
—Victoria,
tranquilízate, ¿entendido? Aparecerá. —Le respondieron a su vez.
—Christian,
ya debería haber vuelto. Si no lo ha hecho todavía es que... No me
quiero ni imaginar que le puede haber pasado algo —negó enseguida
ella.
El
chico suspiró al otro lado del teléfono, cansado en realidad de las
chiquilladas del rubio.
—Escúchame:
Jack no lleva bien todo lo que ha pasado. Está muy... Irascible
-Irascible, por no decir insoportable-. Se lo has notado tú, se lo
he notado yo como Alison y Erik. Ha salido a dar una vuelta. Tómatelo
así. Sin más.
—No
—le replicó por enésima vez—. Si sólo fuera eso habría vuelto
hace rato. Nunca ha hecho esto y me estoy preocupando y con razón,
Christian. Lco quieras ver o no, sabes que Jack nunca se demoraría
tanto en regresar a casa.
El
otro lado del teléfono se mantuvo en silencio por unos instantes,
instantes que a Victoria se le hicieron increíblemente eternos.
Necesitaba una respuesta y la necesitaba ya.
—Está
bien —dijo el shek por fin—. Saldré a buscarlo. Su tufo de
dragón no me pasará desapercibido, te lo aseguro.
—Gracias...
—susurró increíblemente aliviada la chica, soltando una bocanada
de aire de puro alivio.
—Te
llamaré más tarde. Acuéstate —murmuró Christian—. Adiós.
—Adiós
—Se despidió a su vez la chica y colgó.
Suspiró
largamente. Victoria se quedó mirando casi medio minuto el teléfono,
como esperando que le dijese algo más sobre el paradero de su
marido, pero no fue así. Sin más pensamiento que esperando que Jack
estuviese bien, se levantó de la silla sintiendo todo su cuerpo
entumecido por el tiempo que llevaba en la misma posición y apagó
la lucecita. Inmediatamente la oscuridad reinante de la casa se le
echó encima, pero fue algo que le dio exactamente igual. Sabiéndose
el camino de memoria que debía recorrer hasta las escaleras, echó a
andar a paso lento. Realmente estaba cansada. Los niños llevarían
cerca de cuatro horas durmiendo pero ella... Ella había preferido
quedarse despierta, esperando el regreso de su dragón y así poder
pedirle perdón por si alguno de sus comentarios lo había molestado.
Habrían hablado y demás, acabando la conversación con un beso de
ésos que ponen una sonrisa en los labios.
Pero...
Nada había salido como ella habría deseado. Negó en silencio
subiendo las escaleras, al mismo tiempo que notó una lágrima caer
por su mejilla. Despacio llegó hasta su dormitorio y sin ni siquiera
encender la luz se desvistió y se coló en la cama, tapándose hasta
la barbilla a causa del frío. El dormitorio estaba helado. Una débil
luz blanquecina proveniente de una farola en la acera se colaba por
la ventana donde las cortinas estaban retiradas.
La
chica cerró los ojos, intentando dormir. Y pensaba que lo
conseguiría puesto que su cuerpo, en cierta medida así lo pedía.
Pero pasó cerca de media y una hora, una hora sin poder siquiera
conciliar una de las etapas del sueño donde al menos pudiera
descansar la vista.
La
preocupación la devoraba por dentro.
Se
mordió el labio con fuerza. Jack... ¿Dónde estás?, pensó al
borde del llanto. Apretó con fuerza los ojos hasta verlo todo rojo y
se movió un poco cambiándose de lado hasta tumbarse... En el lado
de la cama de Jack. Sonrió tristemente al notar el olor del chico
impregnado en las sábanas y rezó a los dioses porque regresase
pronto, porque todo volviera a su cauce, pero sobretodo rezó porque
su dragón estuviera bien.
Y
así, enredada en una tristeza que atenazaba su alma se durmió.
Central
Park rebosaba de vida aquella tarde de invierno donde parecía que,
tras días y días de duro invierno, los paseantes del enorme parque
tendrían un buen tiempo. Era por esto que numerosos neoyorquinos se
habían animado a salir a hacer algo de deporte o en cambio, salir a
pasear al perro. Tomar un refresco, leer un libro sentado en el
césped... La gente parecía querer aprovechar la tarde de una u otra
manera.
Y
allí, paseando entre toda esa gente que caminaba de un lado a otro,
estaba Alison. La chica había quedado en un banco cercano con su
cita del mes: Denise. Sentía un cosquilleo en el estómago al pensar
que por fin tras días y días de largas conversaciones, al fin iba a
poder conocerla. ¿Cómo sería? ¿Hablaría de la misma forma que se
había imaginado? Estaba que no cabía en sí de la emoción que
recorría su cuerpo.
Sacudió
levemente la cabeza para intentar ordenar así sus ideas. En primer
lugar, antes de imaginarse cualquier cosa tenía que encontrarla.
Según le había dicho Denise, iba a llevar un abrigo rojo largo. Eso
y que tenía una larga melena oscura.
Bueno,
eso ayudará, pensó para sí misma mientras caminaba mirando de aquí
para allá en busca de alguna silueta con semejante descripción. El
sonido de un par de pájaros posados en una rama le hizo levantar la
mirada hacia ellos, evadiéndose por un instante de la misión que la
había llevado hasta aquel lugar, la misma que le traería notables
reprimendas como se enterasen sus padres de su fuga repentina...
Porque se acabarían enterando. Siempre se enteraban.
Suspiró
pesarosamente después de ver que los dos gorriones habían salido
volando en la dirección contraria donde estaba ella. Sintiendo la
vista cansada, volvió a echar una ojeada a su alrededor hasta que
una figura le llamó poderosamente la atención.
Una
mujer ataviada en un largo abrigo escarlata.
El
corazón le dio un vuelco a la chica y por un instante se le olvidó
reaccionar. Sacudió la cabeza, como para quererse despejar de aquel
ensimismamiento en el que había caído momentáneamente y andó
hacia la figura sentada en el tosco banco. La mujer, de tez blanca
enmarcada en una melena caoba lisa, llevaba unas gafas de sol oscuras
a juego con la camiseta que asomaba bajo el abrigo, también negra.
Al llevar las gafas, Alison no sabía si la miraba cuando vio que
había ladeado la cabeza hacia ella, pero aun así no se detuvo.
Tenía que ser ella. Debía serlo, y sino... Bueno, pediría
disculpas por el error.
Detuvo
sus pasos apenas a metro y medio de ella, mirándola a la cara. Trago
saliva, notando la boca seca.
—Hola...
—empezó dubitativa—. ¿Denise?
Los
labios de la mujer, pintados de un tono cereza brillante, se curvaron
ligeramente.
—Veo
que al final has sabido encontrarme, Alison —dijo ella con un tono
de voz melódico y aterciopelado que fascinó a la muchacha.
—M-Me
ha costado un poco por la cantidad de gente que hay aquí, aunque al
final sí que lo he hecho.
Alison
sonrió interiormente y supuso que ella la estaría recorriendo con
la mirada tras las gafas. Aquello la incomodaba un poco puesto que
estaba acostumbrada a mirar a la gente a la cara, a los ojos más
bien, queriendo demostrar que era directa, que no ocultaba nada y eso
mismo quería hacerle notar a Denise, y más si era psicóloga. Pero
al llevar aquello... La miró a las gafas de sol.
—¿Quieres
sentarte? —Le ofreció señalando su lado.
Alison
asintió rápidamente. No iba a hacerse de rogar, la verdad. Se sentó
a su lado, abriéndose un poco la cazadora. Esperó unos instantes en
silencio. Parecía que no era muy habladora la mujer. Mejor. No le
gustaba esa clase de gente que no paraba de parlotear sin decir nada.
—¿Qué
tal con tu familia? —Preguntó por fin Denise.
La
chica la miró y bufó.
—Igual
que siempre. A mí me hacen el mínimo caso, ése de preguntar si
quieres agua en la comida o si tengo ropa para la lavadora. Y nada
más. Mi madre se pasa todo el tiempo regando las plantas, cocinando
o se va a clases de pintura y Jack... Bueno, eso —para Alison, Jack
no se merecía el sobrenombre de padre—. Pero
todo esto ya lo sabes...
Denise
no respondió enseguida. Claro que lo sabía, pensó Alison. Le había
contado todas y cada una de las cosas que pasaban en su casa sin
saltarse nada, queriendo compartir con alguien más aquella
frustración que sufría la chica cada vez que ponía un pie en su
casa.
—Sinceramente,
tu familia te infravalora —empezó—. No se dan cuenta de la
chi... La mujer que tienen en su casa, porque ya no eres una niña.
Yo te veo como toda una mujer. Alta, bella y no hace falta ser muy
listo para darse cuenta que eres valiente, atrevida y decidida. Claro
que, esas cualidades en tu casa pasan más que desapercibidas
—murmuró, dejando caer el tono de voz.
Valiente...
Decidida... Atrevida... Sí, así era ella en verdad. Era
alguien dispuesto a todo, sin miedo a nada ni a nadie. Y también
había que decir que más decidida que ella no había nadie en su
casa: se había atrevido a conocer sola a una perfecta desconocida a
la que le había relatado casi toda su vida y en mitad de uno de los
parques más grandes y, por qué no, peligrosos de Estados Unidos.
Lo
dicho: Valiente, decicida y atrevida.
—Nadie
quiere verme destacar en
mi casa. Soy la última en todo, per...
—La
última porque tú les dejas —interrumpió Denise.
Alison
alzó la mirada hasta ella, que no había acabado de hablar:
—Eres
alguien con un potencial increíble, Alison. Más de lo que tú te
imaginas, pero que destaques por encima de los demás... Eso a tu
familia no le conviene. Ellos quieren que sigas siendo una más del
rebaño de todos éstos —señalo en un gesto con la mano a un
montón de transeúntes que pasaban frente a ellas caminando—,
escondiéndote el poder que albergas. Tú, con tu personalidad, con
tu fuerza podrías tener a todos a tus pies, ser la reina de todos,
la que dictase las normas y no quien las acatase. La primera y no la
última. La preferida y no la rechazada —alzó la mano y acarició
la mejilla de la muchacha con una uña. Alison, muda, la escuchaba
con ojos brillantes de esperanza—. Tú debes alzarte y demostrarles
a todos que no eres una más, sino que eres diferente. Diferente y la
mejor.
Había
escuchado muchas palabras y sermones a lo largo de su vida pero jamás
uno que la calase tanto como aquél. ¿Podía ser cierto lo que
decía? ¿De verdad tenía tanto potencial como le aseguraba? ¿Podría
llegar a ser mejor que... Mejor que su hermano? Alison tragó saliva,
sin poder apartar la mirada de las gafas de sol de Denise, que
camuflaban sus ojos tras dos cristales negros. Ella... Ella había
anhelado siempre que la vieran como una más. No quizá como la
mejor, pero sí como una igual. Había vivido siempre a la sombra de
toda su familia y sólo deseaba que también se fijasen en ella. Lo
curioso tal vez, es que todo lo que llevaba pensando a lo largo de su
vida se lo acaba de decir una desconocida en apenas tres palabras.
¿Cómo podía haberla calado hasta ese extremo, sabiendo sus deseos
más ocultos?
Sintiendo
que el labio inferior le temblaba, se repuso levemente.
—¿Qui-Quién
eres? —Preguntó apenas en un susurro.
Los
labios de la mujer se curvaron en una media sonrisa.
—Alguien
que te puede ayudar a conseguir todo lo que tú desees, Eva. Todo
—respondió mirándola a través de sus gafas de sol.
Todo...
Alison
desvió un segundo la mirada hacia sus manos, que reposaban sobre su
regazo.
—No
me conoces... ¿No me conoces y me quieres ayudar? No tengo dinero
para pagarte —murmuró ella, astuta. Si se pensaba Denise que iba a
ser la gallina de los huevos de oro, se equivocaba. Pero antes de que
le diera tiempo a pensar nada más, Denise estalló en carcajadas.
Alison la miró totalmente desconcertada.
—¿Quién
ha dicho que quiero tu dinero? Esto lo hago por diversión, Eva. Por
eso y porque quiero. En tu mano está si aceptar mi oferta y venir
conmigo o rechazarla.
—¿Venir
contigo? —Repitió. ¿A dónde quería llevarla?
Ella
asintió.
—Así
es. Mira, odio dar rodeos al hablar, así que seré muy franca. Me
llamas la atención. Mucho en realidad, es por ello que te ofrezco
venir conmigo a mi consulta y hablar y dialogar todos los días
durante algun tiempo, potenciando así tus habilidades mediante
ejercicios que crea convenientes, pero siempre que pidieses parar
detendríamos la sesión. Sin presión ni agobio. Además, también
te ofrezco alojarte en un apartamento enteramente tuyo, con ropa,
comida y lo que necesites. Ah, y si el dinero es el un motivo para
que te lo pienses demasiado... No te preocupes: todos los gastos
correrían de mi cuenta. Así de sencillo. Así de claro.
—¿Cuánto
tiempo? —Dijo despacio pero enseguida a que ella acabase de hablar.
—El
que desees, como si deseas volver a los dos días. Ya te lo he dicho:
sin agobio ni presión.
La
miró sin creérselo. Esto... Esto tenía que ser irreal. Era
demasiado bueno para ser cierto. Le estaba poniendo en bandeja todo
lo que ella quería. Pero si iba con ella significaba que dejaría a
un lado a su familia. No volvería a verlos en días. Quizás meses,
o el tiempo que ella quisiera mantenerse alejada de casa. Pero ¿acaso
ellos se habían comportado lo suficiente bien como para que los
tuviera en consideración? No. Así que en verdad le dio medianamente
igual. Ella era libre. Libre e independiente. Podía ir a donde le
diese la gana. Reprimió las ganas de mirar a todos lados por si
aquello era una cámara oculta. Se mordió el labio, algo
indecisa todavía.
En
ese momento Denise se levantó.
—No
tengo todo el día, Eva. Mi oferta tiene fecha de caducidad —murmuró.
Alison
observaba callada a los transeúntes del parque, como si en ellos
estuviera la respuesta a sus interrogantes internos. Sí o no. Era
una oportunidad única, algo que no se le repetiría en la vida. Y
sin creerse lo que estaba haciendo, se levantó despacio del asiento.
La miró.
—Acepto
—asintió.
Denise
sonrió.
—Bien.
Entonces creo que ya podemos prescindir de nombres falsos entre
nosotras —y mientras decía esto se retiró lentamente las gafas de
sol, descubriendo unos ojos tan oscuros como la noche que se posaron
sobre los de la chica. Oscuros... Y asiáticos—. A partir de ahora,
llámame Ziessel.
Eva
la miró fijamente. Una brisa fría movió su abrigo al son del
viento silencioso.
¡Genial! Ya tenía ganas de leer el próximo capitulo. ¡Que ganas de saber como se va desarrollando la historia!
ResponderEliminarllevo tanto tiempo esperando, ¡por fin has escrito! Aunque esperaba que fuera algo más largo... de todas formas gracias :)
ResponderEliminarme encanta :33333
ResponderEliminarpero no se llamaba Shizuko??
Bueno ^^ es genial tenia muchas ganas de leer la continuacion de idhun :D espero el resto :D
Me encanta!!
ResponderEliminarNo tardes mucho en publicar el siquiente capitulo por favor!!
No has subido mas capitulos!?
ResponderEliminarEste ha estado que genial :)
No nos dejes ahora, sigue haciendo, por favor :D
zHola a todos:
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios. Me alegra muchisimo recibirlos :) No tardare excesivamente mucho en volver a subir otro capítulo asi que os espero :3 Por otro lado sí: Ziessel tenia el nombre tambien de Shizuko, la humana en la que se metió al llegar a la Tierra y a pesar de saber esto he preferido que ella revelase su nombre idhunita al terráqueo puesto que pienso que Ziessel debe ver su primer nombre como mas... suyo.
Aun así muchas gracias y nos vemos en el siguiente capítulo ;)
Genial capitulo
ResponderEliminarincreibleeeeeeee!!!!!!! como has metido a la reina sheck en el libro sigue asi : )
ResponderEliminarsigue asi porfavor
ResponderEliminarHola Anónimo;
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. La reina shek era una pequeña sorpresa y ya digo yo que no será la unica ;)
Salu2!
Hola MixMaster2328:
ResponderEliminarSí, seguiré subiendo capítulos ;)
Hola kiara:
ResponderEliminarMe ha encantado este capitulo (ya he pasado a leerlo todos los dias...) y queria saber aproximadamente (sin presiones) cuando subiras el siguiente
Por favor saca mas capitulos!!!
ResponderEliminarLos espero con ansia
No sube más capítulo? está muy bien! sigue así:-) :-P
ResponderEliminarVAYA FINAL DE CAPITULO!!!
ResponderEliminarEsperaba con ansias la llegada de Ziessel puesto que es uno de mis personajes preferido.
ResponderEliminarUna curiosidad que me ha llamado la atención es que al ser Alison hija de Kirtash no haya tenido un sentimiento de familiaridad hacia Ziessel, y más siendo ella la reina de los sheks.
Me ha encantado el capítulo, sigue así ^^
HDDMC, Kirah.
Hola es fantastico el trabajo que has hecho yo al iguql q tu al terminar memorias de Idhun me quede plof con curiosidad e investigue a ver si havia un 4 libro y gracias a ti por asi dedirlo lo hay te lo agradedco muchiiiisimo . Estoy esperando con impaciencia el porximo capitulo.
ResponderEliminarno sabría que decir, pero eres la mejor. Kiara, te mereces el premio nobel, escribes genial. Deberías hablar con Laura Gallego haber si te hace su ayudante o algo porque esto merece ser publicado!!!
ResponderEliminarUn Beso preciosa <3<3<3