sábado, 12 de agosto de 2000

Capítulo 11 - La mirada de Central Park





Empiezo a estar preocupada. Ya debería haber vuelto hace más de una hora y... —A Victoria se le quebró la voz al teléfono. Bajó la cabeza, sin soltar su móvil.
Hacía rato que estaba sentada en una de las sillas de la cocina, al amparo de la luz de una pequeña lamparilla que había puesto sobre la mesa de la cocina. En el reloj de pared que pendía colgado a un lado de la puerta se marcaban las tres y media, altas horas de la madrugada.
Y Jack seguía sin venir.
Victoria, tranquilízate, ¿entendido? Aparecerá. —Le respondieron a su vez.
Christian, ya debería haber vuelto. Si no lo ha hecho todavía es que... No me quiero ni imaginar que le puede haber pasado algo —negó enseguida ella.
El chico suspiró al otro lado del teléfono, cansado en realidad de las chiquilladas del rubio.
Escúchame: Jack no lleva bien todo lo que ha pasado. Está muy... Irascible -Irascible, por no decir insoportable-. Se lo has notado tú, se lo he notado yo como Alison y Erik. Ha salido a dar una vuelta. Tómatelo así. Sin más.
No —le replicó por enésima vez—. Si sólo fuera eso habría vuelto hace rato. Nunca ha hecho esto y me estoy preocupando y con razón, Christian. Lco quieras ver o no, sabes que Jack nunca se demoraría tanto en regresar a casa.
El otro lado del teléfono se mantuvo en silencio por unos instantes, instantes que a Victoria se le hicieron increíblemente eternos. Necesitaba una respuesta y la necesitaba ya.
Está bien —dijo el shek por fin—. Saldré a buscarlo. Su tufo de dragón no me pasará desapercibido, te lo aseguro.
Gracias... —susurró increíblemente aliviada la chica, soltando una bocanada de aire de puro alivio.
Te llamaré más tarde. Acuéstate —murmuró Christian—. Adiós.
Adiós —Se despidió a su vez la chica y colgó.
Suspiró largamente. Victoria se quedó mirando casi medio minuto el teléfono, como esperando que le dijese algo más sobre el paradero de su marido, pero no fue así. Sin más pensamiento que esperando que Jack estuviese bien, se levantó de la silla sintiendo todo su cuerpo entumecido por el tiempo que llevaba en la misma posición y apagó la lucecita. Inmediatamente la oscuridad reinante de la casa se le echó encima, pero fue algo que le dio exactamente igual. Sabiéndose el camino de memoria que debía recorrer hasta las escaleras, echó a andar a paso lento. Realmente estaba cansada. Los niños llevarían cerca de cuatro horas durmiendo pero ella... Ella había preferido quedarse despierta, esperando el regreso de su dragón y así poder pedirle perdón por si alguno de sus comentarios lo había molestado. Habrían hablado y demás, acabando la conversación con un beso de ésos que ponen una sonrisa en los labios.
Pero... Nada había salido como ella habría deseado. Negó en silencio subiendo las escaleras, al mismo tiempo que notó una lágrima caer por su mejilla. Despacio llegó hasta su dormitorio y sin ni siquiera encender la luz se desvistió y se coló en la cama, tapándose hasta la barbilla a causa del frío. El dormitorio estaba helado. Una débil luz blanquecina proveniente de una farola en la acera se colaba por la ventana donde las cortinas estaban retiradas.
La chica cerró los ojos, intentando dormir. Y pensaba que lo conseguiría puesto que su cuerpo, en cierta medida así lo pedía. Pero pasó cerca de media y una hora, una hora sin poder siquiera conciliar una de las etapas del sueño donde al menos pudiera descansar la vista.
La preocupación la devoraba por dentro.
Se mordió el labio con fuerza. Jack... ¿Dónde estás?, pensó al borde del llanto. Apretó con fuerza los ojos hasta verlo todo rojo y se movió un poco cambiándose de lado hasta tumbarse... En el lado de la cama de Jack. Sonrió tristemente al notar el olor del chico impregnado en las sábanas y rezó a los dioses porque regresase pronto, porque todo volviera a su cauce, pero sobretodo rezó porque su dragón estuviera bien.
Y así, enredada en una tristeza que atenazaba su alma se durmió.





Central Park rebosaba de vida aquella tarde de invierno donde parecía que, tras días y días de duro invierno, los paseantes del enorme parque tendrían un buen tiempo. Era por esto que numerosos neoyorquinos se habían animado a salir a hacer algo de deporte o en cambio, salir a pasear al perro. Tomar un refresco, leer un libro sentado en el césped... La gente parecía querer aprovechar la tarde de una u otra manera.
Y allí, paseando entre toda esa gente que caminaba de un lado a otro, estaba Alison. La chica había quedado en un banco cercano con su cita del mes: Denise. Sentía un cosquilleo en el estómago al pensar que por fin tras días y días de largas conversaciones, al fin iba a poder conocerla. ¿Cómo sería? ¿Hablaría de la misma forma que se había imaginado? Estaba que no cabía en sí de la emoción que recorría su cuerpo.
Sacudió levemente la cabeza para intentar ordenar así sus ideas. En primer lugar, antes de imaginarse cualquier cosa tenía que encontrarla. Según le había dicho Denise, iba a llevar un abrigo rojo largo. Eso y que tenía una larga melena oscura.
Bueno, eso ayudará, pensó para sí misma mientras caminaba mirando de aquí para allá en busca de alguna silueta con semejante descripción. El sonido de un par de pájaros posados en una rama le hizo levantar la mirada hacia ellos, evadiéndose por un instante de la misión que la había llevado hasta aquel lugar, la misma que le traería notables reprimendas como se enterasen sus padres de su fuga repentina... Porque se acabarían enterando. Siempre se enteraban.
Suspiró pesarosamente después de ver que los dos gorriones habían salido volando en la dirección contraria donde estaba ella. Sintiendo la vista cansada, volvió a echar una ojeada a su alrededor hasta que una figura le llamó poderosamente la atención.
Una mujer ataviada en un largo abrigo escarlata.
El corazón le dio un vuelco a la chica y por un instante se le olvidó reaccionar. Sacudió la cabeza, como para quererse despejar de aquel ensimismamiento en el que había caído momentáneamente y andó hacia la figura sentada en el tosco banco. La mujer, de tez blanca enmarcada en una melena caoba lisa, llevaba unas gafas de sol oscuras a juego con la camiseta que asomaba bajo el abrigo, también negra. Al llevar las gafas, Alison no sabía si la miraba cuando vio que había ladeado la cabeza hacia ella, pero aun así no se detuvo. Tenía que ser ella. Debía serlo, y sino... Bueno, pediría disculpas por el error.
Detuvo sus pasos apenas a metro y medio de ella, mirándola a la cara. Trago saliva, notando la boca seca.
Hola... —empezó dubitativa—. ¿Denise?
Los labios de la mujer, pintados de un tono cereza brillante, se curvaron ligeramente.
Veo que al final has sabido encontrarme, Alison —dijo ella con un tono de voz melódico y aterciopelado que fascinó a la muchacha.
M-Me ha costado un poco por la cantidad de gente que hay aquí, aunque al final sí que lo he hecho.
Alison sonrió interiormente y supuso que ella la estaría recorriendo con la mirada tras las gafas. Aquello la incomodaba un poco puesto que estaba acostumbrada a mirar a la gente a la cara, a los ojos más bien, queriendo demostrar que era directa, que no ocultaba nada y eso mismo quería hacerle notar a Denise, y más si era psicóloga. Pero al llevar aquello... La miró a las gafas de sol.
¿Quieres sentarte? —Le ofreció señalando su lado.
Alison asintió rápidamente. No iba a hacerse de rogar, la verdad. Se sentó a su lado, abriéndose un poco la cazadora. Esperó unos instantes en silencio. Parecía que no era muy habladora la mujer. Mejor. No le gustaba esa clase de gente que no paraba de parlotear sin decir nada.
¿Qué tal con tu familia? —Preguntó por fin Denise.
La chica la miró y bufó.
Igual que siempre. A mí me hacen el mínimo caso, ése de preguntar si quieres agua en la comida o si tengo ropa para la lavadora. Y nada más. Mi madre se pasa todo el tiempo regando las plantas, cocinando o se va a clases de pintura y Jack... Bueno, eso —para Alison, Jack no se merecía el sobrenombre de padre—. Pero todo esto ya lo sabes...
Denise no respondió enseguida. Claro que lo sabía, pensó Alison. Le había contado todas y cada una de las cosas que pasaban en su casa sin saltarse nada, queriendo compartir con alguien más aquella frustración que sufría la chica cada vez que ponía un pie en su casa.
Sinceramente, tu familia te infravalora —empezó—. No se dan cuenta de la chi... La mujer que tienen en su casa, porque ya no eres una niña. Yo te veo como toda una mujer. Alta, bella y no hace falta ser muy listo para darse cuenta que eres valiente, atrevida y decidida. Claro que, esas cualidades en tu casa pasan más que desapercibidas —murmuró, dejando caer el tono de voz.
Valiente... Decidida... Atrevida... Sí, así era ella en verdad. Era alguien dispuesto a todo, sin miedo a nada ni a nadie. Y también había que decir que más decidida que ella no había nadie en su casa: se había atrevido a conocer sola a una perfecta desconocida a la que le había relatado casi toda su vida y en mitad de uno de los parques más grandes y, por qué no, peligrosos de Estados Unidos.
Lo dicho: Valiente, decicida y atrevida.
Nadie quiere verme destacar en mi casa. Soy la última en todo, per...
La última porque tú les dejas —interrumpió Denise.
Alison alzó la mirada hasta ella, que no había acabado de hablar:
Eres alguien con un potencial increíble, Alison. Más de lo que tú te imaginas, pero que destaques por encima de los demás... Eso a tu familia no le conviene. Ellos quieren que sigas siendo una más del rebaño de todos éstos —señalo en un gesto con la mano a un montón de transeúntes que pasaban frente a ellas caminando—, escondiéndote el poder que albergas. Tú, con tu personalidad, con tu fuerza podrías tener a todos a tus pies, ser la reina de todos, la que dictase las normas y no quien las acatase. La primera y no la última. La preferida y no la rechazada —alzó la mano y acarició la mejilla de la muchacha con una uña. Alison, muda, la escuchaba con ojos brillantes de esperanza—. Tú debes alzarte y demostrarles a todos que no eres una más, sino que eres diferente. Diferente y la mejor.
Había escuchado muchas palabras y sermones a lo largo de su vida pero jamás uno que la calase tanto como aquél. ¿Podía ser cierto lo que decía? ¿De verdad tenía tanto potencial como le aseguraba? ¿Podría llegar a ser mejor que... Mejor que su hermano? Alison tragó saliva, sin poder apartar la mirada de las gafas de sol de Denise, que camuflaban sus ojos tras dos cristales negros. Ella... Ella había anhelado siempre que la vieran como una más. No quizá como la mejor, pero sí como una igual. Había vivido siempre a la sombra de toda su familia y sólo deseaba que también se fijasen en ella. Lo curioso tal vez, es que todo lo que llevaba pensando a lo largo de su vida se lo acaba de decir una desconocida en apenas tres palabras. ¿Cómo podía haberla calado hasta ese extremo, sabiendo sus deseos más ocultos?
Sintiendo que el labio inferior le temblaba, se repuso levemente.
¿Qui-Quién eres? —Preguntó apenas en un susurro.
Los labios de la mujer se curvaron en una media sonrisa.
Alguien que te puede ayudar a conseguir todo lo que tú desees, Eva. Todo —respondió mirándola a través de sus gafas de sol.
Todo...
Alison desvió un segundo la mirada hacia sus manos, que reposaban sobre su regazo.
No me conoces... ¿No me conoces y me quieres ayudar? No tengo dinero para pagarte —murmuró ella, astuta. Si se pensaba Denise que iba a ser la gallina de los huevos de oro, se equivocaba. Pero antes de que le diera tiempo a pensar nada más, Denise estalló en carcajadas. Alison la miró totalmente desconcertada.
¿Quién ha dicho que quiero tu dinero? Esto lo hago por diversión, Eva. Por eso y porque quiero. En tu mano está si aceptar mi oferta y venir conmigo o rechazarla.
¿Venir contigo? —Repitió. ¿A dónde quería llevarla?
Ella asintió.
Así es. Mira, odio dar rodeos al hablar, así que seré muy franca. Me llamas la atención. Mucho en realidad, es por ello que te ofrezco venir conmigo a mi consulta y hablar y dialogar todos los días durante algun tiempo, potenciando así tus habilidades mediante ejercicios que crea convenientes, pero siempre que pidieses parar detendríamos la sesión. Sin presión ni agobio. Además, también te ofrezco alojarte en un apartamento enteramente tuyo, con ropa, comida y lo que necesites. Ah, y si el dinero es el un motivo para que te lo pienses demasiado... No te preocupes: todos los gastos correrían de mi cuenta. Así de sencillo. Así de claro.
¿Cuánto tiempo? —Dijo despacio pero enseguida a que ella acabase de hablar.
El que desees, como si deseas volver a los dos días. Ya te lo he dicho: sin agobio ni presión.
La miró sin creérselo. Esto... Esto tenía que ser irreal. Era demasiado bueno para ser cierto. Le estaba poniendo en bandeja todo lo que ella quería. Pero si iba con ella significaba que dejaría a un lado a su familia. No volvería a verlos en días. Quizás meses, o el tiempo que ella quisiera mantenerse alejada de casa. Pero ¿acaso ellos se habían comportado lo suficiente bien como para que los tuviera en consideración? No. Así que en verdad le dio medianamente igual. Ella era libre. Libre e independiente. Podía ir a donde le diese la gana. Reprimió las ganas de mirar a todos lados por si aquello era una cámara oculta. Se mordió el labio, algo indecisa todavía.
En ese momento Denise se levantó.
No tengo todo el día, Eva. Mi oferta tiene fecha de caducidad —murmuró.
Alison observaba callada a los transeúntes del parque, como si en ellos estuviera la respuesta a sus interrogantes internos. Sí o no. Era una oportunidad única, algo que no se le repetiría en la vida. Y sin creerse lo que estaba haciendo, se levantó despacio del asiento. La miró.
Acepto —asintió.
Denise sonrió.
Bien. Entonces creo que ya podemos prescindir de nombres falsos entre nosotras —y mientras decía esto se retiró lentamente las gafas de sol, descubriendo unos ojos tan oscuros como la noche que se posaron sobre los de la chica. Oscuros... Y asiáticos—. A partir de ahora, llámame Ziessel.
Eva la miró fijamente. Una brisa fría movió su abrigo al son del viento silencioso.


18 comentarios :

  1. ¡Genial! Ya tenía ganas de leer el próximo capitulo. ¡Que ganas de saber como se va desarrollando la historia!

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  2. llevo tanto tiempo esperando, ¡por fin has escrito! Aunque esperaba que fuera algo más largo... de todas formas gracias :)

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  3. me encanta :33333
    pero no se llamaba Shizuko??
    Bueno ^^ es genial tenia muchas ganas de leer la continuacion de idhun :D espero el resto :D

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  4. Me encanta!!
    No tardes mucho en publicar el siquiente capitulo por favor!!

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  5. No has subido mas capitulos!?
    Este ha estado que genial :)
    No nos dejes ahora, sigue haciendo, por favor :D

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  6. zHola a todos:
    Muchas gracias por vuestros comentarios. Me alegra muchisimo recibirlos :) No tardare excesivamente mucho en volver a subir otro capítulo asi que os espero :3 Por otro lado sí: Ziessel tenia el nombre tambien de Shizuko, la humana en la que se metió al llegar a la Tierra y a pesar de saber esto he preferido que ella revelase su nombre idhunita al terráqueo puesto que pienso que Ziessel debe ver su primer nombre como mas... suyo.

    Aun así muchas gracias y nos vemos en el siguiente capítulo ;)

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  7. increibleeeeeeee!!!!!!! como has metido a la reina sheck en el libro sigue asi : )

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  8. Hola Anónimo;
    Muchas gracias por tus palabras. La reina shek era una pequeña sorpresa y ya digo yo que no será la unica ;)
    Salu2!

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  9. Hola MixMaster2328:
    Sí, seguiré subiendo capítulos ;)

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  10. Hola kiara:
    Me ha encantado este capitulo (ya he pasado a leerlo todos los dias...) y queria saber aproximadamente (sin presiones) cuando subiras el siguiente

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  11. Por favor saca mas capitulos!!!
    Los espero con ansia

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  12. No sube más capítulo? está muy bien! sigue así:-) :-P

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  13. VAYA FINAL DE CAPITULO!!!

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  14. Esperaba con ansias la llegada de Ziessel puesto que es uno de mis personajes preferido.
    Una curiosidad que me ha llamado la atención es que al ser Alison hija de Kirtash no haya tenido un sentimiento de familiaridad hacia Ziessel, y más siendo ella la reina de los sheks.
    Me ha encantado el capítulo, sigue así ^^
    HDDMC, Kirah.

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  15. Hola es fantastico el trabajo que has hecho yo al iguql q tu al terminar memorias de Idhun me quede plof con curiosidad e investigue a ver si havia un 4 libro y gracias a ti por asi dedirlo lo hay te lo agradedco muchiiiisimo . Estoy esperando con impaciencia el porximo capitulo.

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  16. no sabría que decir, pero eres la mejor. Kiara, te mereces el premio nobel, escribes genial. Deberías hablar con Laura Gallego haber si te hace su ayudante o algo porque esto merece ser publicado!!!
    Un Beso preciosa <3<3<3

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