domingo, 22 de diciembre de 2013

Frío

 


  Hacía rato que había caído la noche. Una vez más se frotó las manos enguantadas, en un vago intento de que entrasen en calor. El frío la calaba de pies a cabeza. Su viejo abrigo de paño apenas la protegía.
   Blanca siguió andando deprisa por la calle, cerrando con una mano el cuello del abrigo a falta de bufanda, con un par de lágrimas grises a causa del rímel que cruzaban sus mejillas sonrojadas, llevándose parte del barato maquillaje que usaba. Ignoraba las personas que se le cruzaban y veían su estado. Su único pensamiento en aquel momento era llegar a casa.
   Se mordió el labio rojizo por el carmín, mirando al suelo a medida que andaba. No entendía por qué le tenía que pasar aquello a ella. Todo se le había venido encima. Su pequeño mundo había sido fuertemente sacudido viniéndose abajo sin remedio. Aquel día había tenido quizás la bronca más fuerte con su padre. Habían llegado a gritarse llamándose de todo y el final de la discusión había sido poner a Blanca en la puerta de la calle ya muy de noche, gritándole que no quería volver a verla más en su vida. Con el corazón en un puño, la chica se había ido abrigándose en la poca ropa con la que la habían plantado en la puerta, teniendo que cruzarse toda la ciudad para regresar a la casa donde vivía alquilada. 
   Con dedos temblorosos, echó mano al bolsillo, sacando un cigarrillo de la pitillera descascarillada que lo guardaba. Se frotó los ojos en un pésimo intento de obligarse a dejar de llorar, pero fue en vano. Las lágrimas no la obedecían. El fuego prendió, dando una larga calada al cigarro.
   Si solo fuera lo de su padre... Negó. Mientras iba regresando a casa, encendió su móvil de funda carmesí para mirar lo que se hablaba en los grupos de chat donde ella estaba incluida, con tal mala suerte que fue a entrar justo cuando el chico del que estaba enamorada hablaba de su nuevo 'bombón'. Blanca tuvo que pararse dos segundos en mitad de la calle, apretando muy fuerte los ojos para evitar echarse a llorar aunque una lágrima rodó por su mejilla, cargada de un dolor oculto que quemaba más que ninguno. Apretó los dientes y siguió andando. ¿Qué tenía ella que nadie quería?, se preguntó en silencio mientras se le emborronaba la mirada con las lágrimas. Quizás eran sus ojos café, tan comunes que apenas nadie se fijaba en ellos. O quizás su pelo, que no destacaba en absoluto. Su sonrisa no era la más bonita y tampoco sabía tantas lenguas como para dejar a alguien impresionado. 
    Ese chico, al igual que todos los demás no había visto nada en ella al mirarla, nada que mereciese la pena acercarse para hablar con esa chica de ojos café, nada que mereciera la pena ser nombrado. Sonrió amargamente. El amor no existe, se repitió mientras notaba cómo lloraba en el silencio de su cigarro. Es sólo un cuento de poetas.
   Volvió a dar una calada, tan intensa por la rabia y el dolor que casi la hace toser. Por el rabillo del ojo vio que un hombre se paró con una mueca de preocupación en su rostro, mirándola, pero ella lo ignoró. No quería que nadie se le acercase ahora. ¿Para qué? No quería a nadie a su lado, a nadie si luego la iban a dejar apartada como llevaban haciendo toda su vida. Nadie le había dado la oportunidad de conocerla, ni de preocuparse por ella, ni de nada. Siempre había sido la misma la que se había arrastrado para que alguien la mirase, la misma que se maquillaba con pinturas baratas delante de un espejo, y que casi siempre acababa llorando, viendo que, por mucho que intentase ser bonita, ser como las demás, siempre sería la última de la fila, ésa de la cual nadie se acuerda.
   Se preguntó quién se acordaría de ella en Navidades, la chica que a pesar de tener el corazón roto había brindado tantas sonrisas a todo aquel que se le había acercado. Todo el mundo a su alrededor le había dicho que no se preocupase, que todo pasa, que ya encontraría a alguien... Y curiosamente, todos los que le decían lo mismo tenían a alguien.
   Negó y se mordió el labio tan fuerte que se hizo sangre. Respiró hondo, temblando, notando que la ahogaba el llanto. Tenía un nudo en la garganta y sabía que lo primero que haría cuando llegase a casa sería ponerse la música lo más alta que pudiese y llorar abraza a la almohada. Quizás era eso lo que mejor se le daba: llorar. Llorar en silencio y en soledad, cuando nadie más podía verla ni burlarse de ella. Unos la llamaban débil, otros sensible, pero nadie se molestaba nunca en darle un abrazo y susurrarle esas palabras que sólo salían en las novelas. Algo así como todo va a salir bien, o No llores, mi niña. 
   Pero ya después de muchos llantos, había aprendido a decírselas ella misma. Es lo que siempre ocurre cuando estás sola. Es lo que ella había aprendido muy bien a lo largo de los años.
   Caminando deprisa, cruzó un paso de peatones de la calle aun con la mirada clavada en el suelo, sin fijarse en nadie... Y en nada.
   Todo ocurrió en un instante. Primero un golpe sordo. Luego gritos.
   Quizás si Blanca hubiera mirado a un lado habría visto que un coche plateado se había saltado el semáforo e iba directo hacia ella. 
   El cuerpo de la joven cayó sobre el asfalto gris. El móvil cayó a su lado, cuarteándose la pantalla. Un charco de sangre empezó a formarse bajo ella, y cuando la demás gente se acercaron vieron que tenía la mirada perdida, emborronada de tristes lágrimas mezcladas con rímel.
   Y los problemas de Blanca se solucionaron al instante. Ya no habrían más lágrimas ahogadas en la almohada cada vez que veía esos Te quiero de él no eran para ella, ni ya no tendría que volver a sentirse sola nunca más por los que la rodeaban. Nadie volvería a darle de lado ni tendría que fingir sonrisas para agradar a los demás.
   Y el brillo de sus ojos se apagó para siempre.

5 comentarios :

  1. solo puedo decir una cosa: increible!!! En serio te lo han dicho muchas veces pero esque es cierto escribes genial, enhorabuena.

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  2. O.O Que triste, pero precioso... Sé como es sentirse así, pero es verdad que todo pasa...
    pasate por mi rinconcito porfa www.minyfernandez.blogspot.com

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  3. Como siempre que escribes: ha sido realmente bonito, aunque triste...¡pero me ha encantado! :)
    Con tu forma de escribir nos has llevado a esos sentimientos tan profundos de la protagonista y me he sentido muy identificada.
    ¡FELIZ NAVIDAD!

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