Era una tradición casi centenaria que
aquella pequeña familia danesa se reuniese siempre todos los años por Noche
buena. Aquel año, el punto de reunion donde celebrar la exquisita cena de
navidad era la misma casa que hacia ya cerca de diez años, y a decir verdad, a
Crystal aquello no le importaba, es más le gustaba. Tener a toda su familia
reunida bajo un mismo techo justo el día de Navidad era algo que no podía
comprarse. Llena de alegría, se había levantado muy pronto aquella misma mañana
y había ido al supermercado más cercano a por los unos ingredientes de última
hora que necesitaba para acabar el relleno del pavo navideño. Llevaba haciendo
aquella receta casi veinte años, y parecía que cada año le salía más buena. Su
tía Sarah un día le preguntó cómo conseguía aquellos matices que hacía que los
comensales repitiesen aun cuando ya no podían más y Crystal, totalmente
halagada, le había respondido que el secreto era tener todos los alimentos bien
frescos, y que si se podían ir a comprar el día de Navidad pues mejor
que mejor. Con eso, Crystal no quería decir que al pavo tuvieran que matarlo
aquella misma mañana, en absoluto. Ella se refería a las hortalizas que
componían el relleno. Éstas eran la base de todo. Crystal sabía que hoy llegaba un camión cargado de verduras que descargaba a eso de las tres
de la madrugada, y era justo por esas verduras que había ido la primera al supermercado.
Cuando llegó a casa, le dio la sensación
que su hogar y todos los alrededores habían sido metidos en una de ésas bolas de
cristal que tienen pequeñas virutas de plastico blanco esponjoso que, al
agitarlas, caían sobre una ciudad en miniatura simulando que caía...
—Nieve... —murmuró al salir del coche.
Estaba nevando. El cielo aquella mañana
era de color gris claro y los copos de nieve caían muy lentamente, pequeños,
blancos y mullido, como si fueran los pequeños trozos de espuma de las bolas
de cristal navideñas. Con una sonrisa, entró en la casa, teniendo el
presentimiento de que aquel día sería el mejor día de navidad de la historia.
Varias horas más, tardes, cuando ya
prácticamente había anochecido, los coches fueron llegando a la casa. No había
ningún problema en aparcar: la casa de Crystal era una casita de campo, un
chalet que tenía metros y metros de jardín. La entrada de la casa estaba
bastante alejada a lo que era la casa, por lo que los coches tenían que llegar
hasta ella a través de un camino de tierra bordeado de altos abetos nevados.
Delante de la casa, había un terreno muy ancho que servía de aparcamiento a las
visitas. Crystal siempre había dicho que iba a plantar allí algo, pero nunca se
decidía sobre las plantas que quería.
Uno a uno, cada matrimonio iba llegando
a la casa, trayendo entre las manos algún plato que incorporar aquella noche a
la cena. La casa, como todos los años, la encontraron plenamente decorada con
adornos navideños. A Crystal le gustaba la decoración, y la Navidad era la
escusa perfecta para decorar la casa, a pesar de lo que su marido dijese. Un
poco de acebo sobre la mesa, unas ramitas de pino encima de la chimenea,
siempre al lado de una vela colocada delante de un marco de fotos que Crystal
le tenía mucho cariño, pero no al marco, sino a la imagen que mostraba: era un
fotografía simple, con tres personas en el centro. A la derecha había un
hombre, que sonreía abiertamente, mientras rodeaba con el brazo los hombros de
una mujer un poco más pequeña que él. Y justo en el centro, habia un chico de
no más de doce años, rubio y con ojos tan verdes como esmeraldas que parecía
reir mientras abrazaba a su perro. Parecía una familia normal, de ésas que
llegas a envidiar porque son simplemente perfectas, pero no todo fue
perfección. Cada año, cuando esas fechas llegaban, Crystal volvía a colocar una vela delante de
la fotografía, y al encenderla siempre pedía el mismo deseo:
Por favor, que aparezcan.
Y a pesar de que hacía más de quince
años que llevaba pidiendo lo mismo en vano, siempre guardaba la esperanza de
que, algun día, su pequeño deseo se hiciese realidad.
Porque dicen, que la esperanza es lo
último que se pierde.
Toda la familia estaba ya sentada en
torno a la mesa, casi en los postres. La comida había sido todo un éxito,
especialmente los platos preparados por Crystal, aunque en general, el aspecto
de todos ellos no podía calificarse de otra forma si no era “deliciosamente
espectaculares”. Eran ya más de las siete y los miembros de la familia conversaban
alegremente. En aquel preciso instante era la fuerte voz de Sam la que resonaba
por encima de las demás. Relataba una situación que le había acontecido pocos
días antes, justo al salir de un supermercado.
―Así que fue impresionante. ―Continuó
diciendo―. El tipo me dice que no, que yo le había golpeado con la camioneta,
pero miré y aquel golpe que tenía su cafetera, porque, entre nosotros, lo que
llevaba el individuo no podía llamársele de otra manera si no era pieza para
la chatarrería, pero a lo que iba: el golpe de su coche tenía pintura de
color roja y mi preciosa rancherita es de color negra. ¿Cómo diantres podía
tener el golpe ese color? Entonces me planté delante de él y le solté: Oiga,
mire bien el color que tiene éso que yo creo que ha sido el trineo de Santa
Claus..
Toda la mesa estalló en carcajadas.
―Pero lo mejor ―dijo Sam entre
risotadas―, es que casi me pega y todo. Aquel tipo, que no me llegaba ni al
ombligo.
―Ay, Tío Sam ―consiguió decir entre
risas Crystal―. Lo que te pasa a ti no le pasa a nadie más.
―Eso es cierto ―dijo con una sonrisa―.
Seguro que a vosotros no os ha tratado de pegar un Gnomo.
Toda la mesa volvió a estallar entre
risas. Aquel hombre tenía un don especial para hacer que la gente se lo pasase
bien a su lado, o al menos, para dejar un buen recuerdo de él.
En ese momento se oyeron unos golpes en
la puerta. Los comensales de la mesa cesaron sus risas. Extrañados se miraron
los unos a los otros.
―¿Esperas a alguien Crystal? ―Inquirió
una mujer que estaba frente a la dueña de la casa.
―Pues no. Qué raro ¿verdad? Iré a abrir.
―No, déjalo que ya voy yo ―se ofreció
Sam―, y así intento gastar las calorías de ese delicioso pavo que me he comido.
―Si estás muy bien, tío Sam. No te sobra
ni un gramo ―sonrió Crystal.
―¿Que no me sobra? Dile eso a mis
vaqueros, que se empeñan en hacerme la vida imposible al no querer cerrar el
botón de la cintura. /pues la bascula dice lo contrario
Sam se levantó de la mesa y fue hasta la
entrada de la casa. La puerta de entrada estaba enmarcada en una cenefa de
cristal, cosa que resultaba muy cómoda, ya que mediante un rápido vistazo te
permitía saber quién tocaba a la puerta. Sam apartó las cortinas y miró, pero
no vio a nadie. Extrañado abrió la puerta, avanzando unos pasos... y se topó de
lleno con una caja marrón de cartón que descansaba sobre el suelo del porche.
Sam echó una mirada a ambos lados del porche de la casa, pero allí no se veía a
nadie. ¿Quién podía haber dejado esa caja allí?
Se habrán equivocado ―pensó mientras se agachaba para ver la
dirección a la que iba el paquete, pero descubrió que iba destinado a aquella
casa, o mejor dicho, para Julie. Giró un poco el paquete para ver la dirección
del remitente y se llevó una sorpresa: estaba en blanco.
No había remitente. ¿Quién podía enviar
algo sin remitente?
Fue entonces cuando del interior de la
caja sonaron unos extraños ruidos. Sam se apartó un poco de ella, desconfiado
¿Qué era lo que contenía? Extrañado hasta la médula, sacó de su bolsillo una
pequeña navaja de mano que siempre llevaba consigo, y rompió con cuidado el
embalaje de plástico que mantenía sellada. Lentamente, fue levantando una a una
las solapas de cartón, hasta que por fin, la caja estaba abierta por completo,
mostrando su contenido.
―¿Quién es, tío? ―inquirió desde la
mesa Crystal.
Sam, atónito, metió con cuidado las
manos dentro de la caja... y sacó un pequeño gatito de color blanco y preciosos
ojos verdes. Se lo situó a la altura de los ojos, incrédulo ante lo que veía.
En ese momento, el cachorro, al sentir el frío maulló de forma lastimera. Sam
lo cubrió rápidamente con sus manos, evitando que se resfriase. Con lo pequeño
que era no debía de tener más de tres meses. Volvió la cabeza hacia el interior
de la caja y vio una suave manta verde que cubría el fondo. Aguantando el
cachorro con una mano, recogió la manda y lo envolvió con suavidad. El gatito
lo miró y bostezó, adormilado. Parecía una bola de algodón.
―J-Julie, ven. ―Llamó―. Aquí hay algo
para ti.
Se oyeron unos pasos detrás de él.
―¿Qué pasa, tío? ¿Ha venido Santa Claus?
―Pues me parece que sí ―sonrió dándose
la vuelta, y le mostró el diminuto gato.
Julie puso los ojos como platos.
―¿¡Qué?! ¿Me has comprado un gatito?
¡Oh, madre mía! ¡Éstas son las mejores Navidades de mi vida! ―exclamó mientras
cogía entre los brazos el pequeño gatito que estaba envuelto en una manta. El
animal la miró durante un segundo y volvió a maullar.
―Entra dentro no se vaya a resfriar,
¿no? ―dijo Sam.
―Sí sí sí sí ―afirmó Julie, entusiasta.
Miró a su nueva mascota―. ¿Sabes? Te voy a llamar... Cotton. ¿Sabes lo
que significa Cotton, gatito? Es algodón en inglés. Te voy a
cuidar mucho, así que no te preocupes que aquí serás muy feliz.
―Julie, ¿qué ocurre? ―llamó Crystal.
―¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mira lo que ha dejado
Santa Claus! ―exclamó de nuevo Julie mientras se metía en el salón toda
contenta de su regalo de Navidad.
El hombre miró por donde había
desaparecido su sobrina y volvió la vista hacia la caja: allí no había nada
más. Sam iba a dejarla ahí cuando una cosa blanca le llamó la atención.
Ignorando todo lo demás se agachó sobre la caja. En el fondo, escondido entre
trozos de papel de burbujas, había lo que parecía ser un sobre blanco. Lo
recogió y con cuidado lo abrió, sacando de dentro un papel doblado en dos. Lo
desdobló con la intención de saber por fin quién era el destinatario, pero allí
no había nada más escrito que unas pocas palabras escritas a mano que decían:
El
hombre avanzó hasta las escaleras del porche con el corazón a mil, mirando a ambos
lados, con la intención de ver a alguien, pero allí había nadie.
―¿Hola?
―Levantó la voz, con la intención de oír una respuesta.
Pero
nadie le respondió. La nieve seguía cayendo pacientemente, inmutable ante las
esperanzas de aquel hombre que gritaba al vació. Sam volvió a mirar la carta,
con la intención de que le revelase más cosas, pero en el papel sólo habían
garabateadas esas dos palabras y una inicial.
J...
¿Sería verdad? ¿De
verdad podría ser “J” la persona en la pensaba?
No,
no puede ser posible —pensó
interiormente.
Volviendo
a echar un último vistazo con la mirada, Sam volvió sobre sus pasos y cerró la
puerta tras él, aún con la carta en la mano. Una sonrisa asomaba en su rostro.
Su interior le decía que era imposible, que no podía ser cierto aquello, pero
una parte muy pequeña dentro de él sonreía abiertamente, ahora con las
esperanzas más avivadas que nunca.
Fuera,
la nieve siguió cayendo monótonamente, amontonándose tranquila en la tierra.
Una figura vestida de gris se despegó de la pared de la casa, echando a andar a
través del camino de tierra. Ya no le quedaba nada más por hacer, sólo volver
al coche y salir de allí. Una sonrisa se dibujó en su rostro: su regalo había
sido el ideal. No había duda de que la niña de la casa no olvidaría aquellas
Navidades con facilidad. Se sacó las manos de los bolsillos y las frotó con
insistencia, intentando que entrasen en calor. El coche lo tenía aparcado poco
más lejos, fuera de la entrada al recinto, en un recodo de la carretera.
Cuando
apenas le quedaban unos cincuenta metros para alcanzar la puerta de la entrada,
se volvió hacia la casa, alzando la vista.
—Feliz
Navidad —murmuró casi en silencio.
Y
como una sombra, Jack cruzó la verja de hierro, saliendo al fin de aquella
parte de Dinamarca a la que todavía sentía que pertenecía una parte de él.
Es genial, como todos.
ResponderEliminarHola anonimo:
EliminarMuchas gracias :3 Me alegro que te haya gustado aunque sea un poquito :)
Un saludo!
Me encanta espero q lleguen más capítulos pronto me muero de ganas
ResponderEliminarHola Anónimo:
EliminarMuchas graciaas :3
Intentaré darme más prisa en subir más capitulos pero todo lleva su tiempo ;)
Un beso y gracias por pasarte :)
Dios, casi lloro, es perfecto, de verdad. Esta historia cada vez me gusta más. Una continuación digna de MDI :)
ResponderEliminarSigue así, por favoor
Hola Beyond Magic:
EliminarOhh, muchisimas gracias! TuT Intento hacer lso capítulos bien, darles realismo a los personajes y tal y a veces no sé cómo me sale xD
Muchas gracias por tu comentario y aun más por pasarte ;)
Un besoo :3
Ainssss, que isbsigbg, es perfecto. Encontré el blog ayer y... dios a sido amor a primera vista :)
ResponderEliminarEspero el siguiente, me encanta como escribes, de vveerrddaadd. Creo que me enganché solo leyendo el título, así que imagina... jajaja.
Espero el siguiente, besos
Hola Anonimo:
EliminarWooooooooooooo MCUHAS GRACIAS! *U*
Me alegro que te haya gustado mi manera de escribir y la historia x)
Este capítulo en verdad es un llamado "capítulo especial" que está asociado a la historia de "Memorias de Idhun 4: Renacer" del blog :) Ahí tienes más letras si te apetece seguir leyendo x)
Muchas gracias por pasarte ;)
Salu2!
Estoy llorando de la emocion...tenia que ser Jack a naroces!! ;-)
ResponderEliminarHola Anónimo:
Eliminarx) Sí, la verdad es que el final de este capítulo es bastante triste. Uno de los más tristes que he hecho nunca xD
Muchas gracias por leerlo y más por comentar ;)
Un beso
es precioso!! ^^
ResponderEliminarno me ha dado tiempo a leer todas tus historias pero te aseguro que enganchas a cualquiera para pasarse una tarde entera leyendo XD
Gracias por dedicar una parte de tu tiempo a escribir porque complaces a tus muchos lectores (:
sigue así!
Hola Anónimo:
Eliminar(*-*) Muchas graciaaaaas!! Me alegro que enganche ^^ A veces no sé si lo que escribo engancha o aburre, pero ya veo que es la primera opción x)
Gracias a ti por pasarte, leerlo y sobretodo comentar. Se agradece enormemente el gesto :)
Un beso!
Perfecto como siempre es lo único qe puedo decir pero creo que es la palabra que define a este capitulo
ResponderEliminarMis felicitaciones por escribir de **** *****
Hola Anónimo:
EliminarGraciaas *-* No sabia cómo iba a ser aceptado el capítulo, si os gustaria o no :3
Muchas gracias por pasarte y aun más por comentar ;)
Un beso!
joeee si que engancha. que se suponia que tenia que estudiar y al final me e tirado toda la tarde leyendo TODOS tus capitulos!!!!! :)) sigue escribiendo por favor, esto es adictooooo
ResponderEliminarWow. ME encanta como escribes sigue asi :D
ResponderEliminarAyyy manda mas capituloooos!!!!PORFAAAAAAAAAAAAA Hoy encontre este sitio en interneeet fue una gran sorpresa. SIGUE ASIIIIIIIIIIIIIII!!!!!!!!
ResponderEliminarMe ha encantado de verdad.Aunque pobre jack.Bueno decirte que sigas asi y que espero impaciente el siguiente capitulo.Ah,y aqui tienes una nueva fan ;) :)
ResponderEliminarDeberias seguir con los capitulos son geniales
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