CAPÍTULO 5
Carvahall
—No nos pueden ver —dijo en voz alta para que el dragón la escuchase—. Tomaremos tierra allí, en aquella arboleda —señaló un pequeño bosque cercano al pueblo—. Dirígete allí
El
dragón viró y descendió poco a poco a medida que se iba acercando
al lugar indicado. Cuando estuvo prácticamente encima, batió las
alas y se filtró entre las copas de los árboles, silenciosamente.
Era de día y, ahora que había dejado de nevar el sol pegaba con la
misma calidez que en la primavera.
Una
suerte, sin duda -pensó Ismira. Los inviernos siempre eran
enormemente gélidos, azotando las casas y a sus gentes sin piedad.
Menos mal que hoy no era un día de esos.
Las
patas del reptil tocaron tierra nuevamente.
Dayeli
suspiró aliviada de volver a estar otra vez en casa, pero Ismira
sabía que todavía no habían acabado. Ahora quedaba la parte más
delicada de todas: llegar hasta la curandera sin ser vistas. Y en
aquel momento, la simple idea les pareció un suicidio. Ismira
llevaba pensando en lo mismo casi todo el viaje. Tenían que llevar
al muchacho a que sanasen sus heridas y no se les ocurrió nadie
mejor para aquella labor que Gertrude. El problema era que al
reconstruir el pueblo, la casa de Gertrude era una de las más
apartadas, y aunque cualquiera llegase a pensar que aquello era una
bendición ya que podían dar un rodeo sin ser vistas, esa idea no
entraba en la cabeza de la muchacha.
Bajó
del dragón y fue Dayeli quien sujetó esta vez al joven. Ismira
avanzó entre los árboles hasta que apenas quedaron un par de ellos
y se agachó. El dragón hizo lo mismo. Estaban detrás de los pocos
arbustos de la arboleda que colindaban con el pueblo, y no debían
ser vistos.
Ése
era otro problema: el no ser vistos. Debían llegar a la casa de la
curandera y el mejor camino era atravesando el pueblo, pero ir
acompañada de un inmenso dragón azul no era el mejor plan. Si lo
veían, los lugareños se volverían locos. Probablemente se le
echarían todos encima, queriendo tocarlo y ver cómo era. O eso, o
lo mataban al considerarlo una amenaza.
Sin
duda, era una locura. Tendrían que prescindir del dragón.
Y
aquí venía otro problema más: transportar al chico. Había un buen
trecho desde donde estaban, y ellas dos solas no podían con él si
debían llevarlo a pulso.
¿Qué
podían hacer?
—Ismira,
¿qué ocurre? —preguntó Dayeli, todavía a lomos del dragón y
con el cuerpo del chico entre sus brazos.
Ésta
se volvió.
—Tenemos
un problema... Bueno, un par —aclaró—. Hay que llevarlo hasta
Gertrude para que cure sus heridas. El problema es que no podemos
llegar a su casa sin ser vistos, al igual que no podemos dejar que te
vean —le dijo al dragón—. A la vez tenemos otro problema,
Dayeli. Tú y yo no tenemos la fuerza suficiente como para llevarlo.
Es demasiado pesado para nosotras dos.
La
muchacha asintió con la cabeza, entendiendo que estaban en punto
muerto. A decir verdad, Dayeli era muy fuerte a pesar de ser una
chica y de lo delgada que estaba. Le venía de familia.
De
pronto, el rostro de la joven se iluminó.
—Ismira,
ven aquí. Sujétalo —dijo, y con suavidad dejó caer al muchacho
en brazos de su amiga. Después ella bajó del dragón.
Ismira,
arrodillada en el suelo, sujetando la cabeza del chico en su regazo
la miraba sin entender nada. Dayeli sonreía ampliamente.
—Ahora
vuelvo —dijo solamente y dando media vuelta, echó a andar hacia el
poblado.
—¿Qué?
¡Dayeli vuelve! ¡¿Pero qué haces?! ¡Dayeli! —susurraba
nerviosa Ismira desde el suelo y, oculta entre los densos matorrales,
vio alejarse a su amiga.
Dayeli
sin duda, había tenido una gran idea y la saboreaba mientras corría
por la calle central de Carvahall. Sonreía, pero esa sonrisa no duró
demasiado ya que le vino a la cabeza la difícil situación en la que
se encontraban.
No
tardó en llegar hasta una casa de piedra que estaba un tanto
apartada de un grupo de casas. Encima de la puerta colgaba un cartel
fabricado de madera clara que, pintado con pintura roja y negra
rezaba “HERRERO”.
Empujó
la pesada puerta.
—¡Padre!
¡Padre! —gritaba desde la entrada.
De
una de las habitaciones que tenía la puerta abierta, más cercana a
donde ella estaba, apareció un hombre. Era grande y robusto como un
roble. El sudor empapaba toda su cara y hacia que las ropas que
llevaba se le pegasen al cuerpo. Tenía la cara y las manos manchadas
de negro hollín y en una mano agarraba un pesado martillo.
—¡Padre,
te necesito! ¡Es urgente! —exclamó acercándose a él.
—¿Qué
ocurre? ¿Qué pasa Dayeli?
—En
las Vertebradas hemos encontrado a un muchacho. Está inconsciente y
muy malherido. ¡Tenemos que llevarle sin falta a la curandera o
morirá!
—Espera,
¿has dicho en las Vertebradas? ¿Dónde está Ismira?
—Está
con él, padre. No hay tiempo —le estirazó de la manga de la
camisa—. Nosotras solas no podemos llevarlo hasta la casa de
Gertrude.
El
hombre la miró, y se quitó rápidamente el sucio delantal de cuero
que llevaba u lo dejó sobre una mesa, al igual que el martillo.
—Bien.
Llévame hasta ellos. Os ayudaré.
Dayeli
sonrió, triunfante, y abrió la puerta que daba a la calle, pero en
ese momento unos pasos resonaron en las escaleras y ambos se
volvieron.
—Padre,
Dayeli, ¿a dónde vais? —un muchacho los observaba desde lo alto
de la escalera.
—Baldor,
quédate aquí y espérame. No tardaré.
La
respuesta de su padre dejaba entrever que no admitía ninguna
réplica. Su voz era ruda y grave, por lo que Baldor asintió en
silencio y Dayeli y su padre salieron de la casa, cerrando la puerta
tras de sí.
Ismira
estaba empezando a desesperarse. Dayeli no venía. Tampoco es que
hiciera mucho tiempo desde que se había ido, pero no podían perder
ni un segundo.
La
respiración del muchacho era cada vez más débil.
Iba
a ir a por ella cuando la vio llegar, y para su asombro, la
acompañaba alguien.
Chica
lista Dayeli -pensó para sus adentros.
Dayeli
siguió acercándose mientras dejaba el pueblo atrás. Se metió por
entre los arbustos y llegó hasta donde estaba su amiga. Su padre
apareció tras ella, a espaldas de Ismira. Ésta no se había
alegrado tanto en ver a Horst en toda su vida como aquella vez.
—¿Es
ése el muchacho? —Inquirió señalando el cuerpo.
Sólo
podía verle hasta el pecho, ya que al estar Ismira de espaldas
frente a él no alcanzaba a ver su cara. Puso una mueca de
preocupación cuando estudió por encima el estado en el que se
encontraba su cuerpo, surcado por arañazos y sangre seca.
—Sí
—aclaró Dayeli a su lado—. ¿Puedes llevarlo o quieres que te
ayudemos?
—No. Creo que puedo solo. Además, esto es un trabajo de hombres.
Se
acercó hasta Ismira y cuando llegó a verle el rostro al muchacho se
quedó paralizado, abriendo mucho los ojos, incrédulo ante lo que le
mostraban éstos.
Se
arrodilló al lado de la chica.
—No
puede ser... —susurró con voz temblorosa y casi inaudible—.
¿Eragon?
Las
dos muchachas se quedaron extrañas. ¿Acaso le conocían? Ismira
repitió ese nombre en su cabeza.
Eragon.
Eragon.
Eragon.
No
sabía por qué pero le resultaba familiar, aunque no recordaba
haberlo escuchado muy a menudo. Sólo un par de veces a su padre. Su
padre... ¿acaso lo conocería él también?
Quizás,
cabía la posibilidad de que aquel muchacho al que llamaban Eragon
fuese un comerciante.
El
rostro de Horst se tornó en auténtica preocupación. Pasó la vista
por el muchacho repetidamente.
—Rápido.
Hay que darse prisa —murmuró antes de pasar sus fuertes brazos por
debajo del cuerpo del joven y acto seguido, lo levantó sin ningún
problema.
—Padre,
¿lo conoces?
El
hombre la miró, nervioso.
—Ahora
no hay tiempo. Tenemos que llevarlo hasta Gertrude de inmediato. Ella
es la única que puede hacer algo por él.
Sin
duda, había visto la herida del costado.
Ismira
asintió y salió de la arboleda. Miró a ambos lados de la calle
antes de decir:
—Venga.
De
entre los árboles apareció primero Dayeli, seguida de su padre, que
cargaba con el chico al que llamaba Eragon. Atravesaron el pueblo
casi corriendo. Gracias a que era la hora de comer, las calles
estaban desiertas salvo por un niño que estaba jugando con su tosco
caballito de madera, indiferente a ellos. Siguieron corriendo con el
tiempo en los tobillos. La casa de la curandera era cada vez más
visible.
Hola, soy un lector de la saga El Legado, y estoy desesperado por leer un quinto libro que cuente que paso con eragon y otros personajes :$.
ResponderEliminarLlegué a esta pagina por casualidad y me puse a leer tus capitulos.
me parecieron bastante buenos, aunque los podrias hacer un poco mas largos :P
Estoy esperando el capitulo 6 con ansias =P apurate! =D
Saludos desde Argentina,
Mulgrew~
Hola Mateo lps:
EliminarGracias por tu comentario y sobretodo también por leerte mis capítulos. Los haria más largos sólo que sino me demoraría mucho más en colgarlos así que creo que seguiré como hasta ahora x)
Salu2!
Como de costumbre Kiara sensacional =)
ResponderEliminarHola Rocio Garcia:
EliminarMuchas gracias :)
Fantástico! como siempre xD
ResponderEliminarHola Anónimo:
EliminarGraacias :3
Asombroso!!!!! Acabo de terminar la saga El Legado y el final m dejo un sabor amargo. Asi k me alegro muchisimo de k estes escribiendo un quinto libro
ResponderEliminarHola Ensueño:
EliminarMe alegro de que te entusiasme la ide de que escriba una continuacion x) El final de El Legado tambien me supo a poco, la verdad. Me esperaba mucho, asi que empece esto. No sé cómo acabara, pero me va gustando, sinceramente :D
Salu2!
soy un fan de la saga eragon y por casualida me tope con tu bog me puse a leer los capitulos y tego que decirte que son fantasticos pero muy cortas
ResponderEliminarHola
ResponderEliminaryo me esperaba un poco más del último libro
Van a salir Murtagh y Nasuada en tus capitulos??por faaaaaaaa :P
lo que escribes esta fantástico. enhorabuena :D
me has dejado a medias sigue escirbiendo que escribes muy bien
ResponderEliminarPor favor sigue escribiendoloooooooo
ResponderEliminarDfhhddghuyfdfhuyeeghgde escribeeeeeeeee
ResponderEliminar:((( me siento solaaaa
ResponderEliminarno e leido los captulos completos porque quiero acabar con algo que empece antes de continuar con otra cosa, el final de eragon fue "maduro" segun el autor pero al igual que a ti me dejo un sabro agrio en la boca sobretodo lo de arya y eragon que era increible. si alguna ves terminas tu una especie de libro por fabor subelo porque de donde soy no tengo internet (estoy en la computadora de un amigo) y seria malo no poder leerlos agusto jaja. gracias de antemano
ResponderEliminarMe apena mucho ver que hace tanto tiempo que no subes ningún capítulo. Soy un seguidor de la saga y al ver tu continuación, volvió a crecer en mí la esperanza de seguir disfrutando de mis personajes favoritos. Creo que tienes madera de escritora. Ánimo.
ResponderEliminarhola excelente me gusto no vas seguir subiéndolo?
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