Capítulo
8
De
madrugada
Christian
levantó la mirada y los escudriñó a los tres lentamente. Había
muchos sentimientos en los ojos que lo observaban: miedo, tristeza,
esperanza, compasión... Y fue entonces cuando se introdujo en la
mente de los tres de golpe. Para él no eran más que otras mentes
humanas, algo que no presentaba ninguna complejidad para manipular a
su antojo. Estaban asustados, todos ellos. Sarah quizás era la que
peor lo llevaba, pero no podría resistirse a él. El interior de su
mente era como un torbellino, formado por el retazos de miedo y la
incomprensión. Miles de imágenes de un gigantesco dragón dorado
daban vueltas en el interior del remolino, junto con otros recuerdos
de Jack cuando no era más que un niño. Christian se detuvo un
instante, observando con detenimiento la mente de la mujer.
Verdaderamente ella había sentido muy profundamente la desaparición
del joven. Sarah lo había considerado desde que era pequeño como si
fuera un hijo para ella. El asesinato de sus familiares y la
repentina desaparición de su sobrino habían sido un duro golpe para
ella del que le había costado recuperarse y aun con todos los años
que habían pasado tanto por su piel como por su mente, nada había
vuelto a ser lo mismo. No había mes que no recordase en silencio a
Jack. Muchas veces, la mujer había preferido saber de una vez por
todas que su sobrino estaba muerto, que habían encontrado su cadáver
abandonado en algún caserío de las montañas en alguna parte de
Dinamarca. Al menos así, había pensado la mujer, la memoria de sus
familiares descansaba en paz de una vez por todas. Pero siempre, poco
después se arrepentía de ese sentimiento. Pero ahora todo era
diferente: después de tantos años de incertidumbre, descubría al
fin quién había sido el asesino, el hombre que, con la suficiente
sangre fría le había arrebatado la vida a una familia que no le
habían hecho daño a nadie. Saber esto le había llenado de un odio
infinito, un odio que hasta ella misma se había atemorizado de
sentir. Deseaba que aquel hombre que estaba en la casa pagase por sus
crímenes, por semejante atrocidad, hubieran pasado los años que
hubieses pasado. A ella aquello le daba igual. A la vez, no
comprendía cómo Victoria podía defender a ese hombre. Había
matado a los padres de Jack, y ella lo defendía... A la vez, la
muchacha decía que amaba a los dos por igual. ¿Por igual? No. Si
Victoria lo defendía a pesar de lo que había hecho, significaba que
no amaba a los dos por igual, sino que prefería a Christian.
Entonces, prefería a un asesino antes que su sobrino, un muchacho
que había dado la vida por defenderlos convirtiéndose en un dragón
dorado. No lo entendía y era por ésto quizás, que su mente era en
aquel preciso instante un torbellino de emociones inmenso.
Christian
se sorprendió un poco por los pensamientos de la mujer. En ningún
momento había reflejado nada de aquello, por lo que entrar en su
mente y encontrarse semejante caos le había extrañado un poco al
shek. Pero no le dio más importancia. Como si se tratasen de un
ordenador, Christian fue tocando aquí y allá, manipulando las tres
mentes a la vez. Continuó con su labor hasta que dentro de sus
cabezas sonó como un clic y
de pronto, los
cuerpos de los familiares cayeron violentamente en el sofá,
inconscientes.
El
proceso había acabado.
Victoria
se acercó para comprobar si estaban bien, mientras Christian se dejo
caer en un sillón cercano. Estaba algo cansado. Hacia algún tiempo
que no realizaba ese tipo de trucos mentales y le había costado lo
suyo concentrarse e introducirse dentro de ellos, que no eran más
que un caos en ese momento. Se habían resistido a él, revolviéndose
mentalmente, horrorizados ante la posibilidad de lo que podía
hacerles aquel hombre de fríos ojos azules, aunque todo ello había
sido en vano. Para Christian no eran más que simples y débiles
humanos, y no tardó demasiado en acabar con ellos. Y ahora, quizás
era normal que estuviese un tanto cansado. Pero él era un shek,
tenía doble alma, se recordó; debía ser más fuerte.
Así
que, con este pensamiento en la cabeza, no permitió que la sensación
de cansancio le invadiese el cuerpo, por lo que se levantó del sofá
y fue hacia la cocina. Con paso lento, atravesó la puerta del salón,
y se detuvo. El recibidor tenía las luces encendidas en aquel
momento. Con todo lo ocurrido esa noche, nadie se había molestado en
apagarlas. Christian ladeó un poco la cabeza para mirarlo. Sentado
en el suelo, con la espalda en la pared del recibidor que daba al
salón estaba Jack. El muchacho estaba encogido sobre sí mismo,
ocultando su rostro entre sus rodillas.
—¿Les
dejastes recuerdos agradables? —murmuró de repente.
Christian
no dijo nada. Se limitó a mirarlo fijamente.
—Dime
—Jack levantó la cabeza—. ¿Se los dejastes?
—Sí.
Han pasado sus vacaciones en Disneyworld. —Respondió
fríamente.
—Bien
—masculló.
Christian
le sostuvo la mirada un par de segundos y caminó hacia delante,
entrando en la cocina, dejándolo
allí.
Jack
se alegró en parte. Al menos, con ese falso recuerdo que les había
implantado no recordarían el monstruo que era su sobrino.
Pero ahora todo daba igual: volvía a estar muerto para el mundo,
para todos los demás. Ya no era el Jack Redfield de aquella familia,
ahora era uno distinto, uno muy diferente al que ellos seguían
buscando.
Buscando....
Bajó la cabeza, ocultando de
nuevo su rostro. Parpadeó insistentemente, evitando que las lágrimas
aflorasen en sus ojos, ya que parecían empujarse las unas a las
otras. En su camisa pudo oler todavía la tenue fragancia de
lilas que había llevado su tía Sarah aquella noche.
Aquello terminó por derrumbar a
Jack.
No
lo soportó más y
rompió
a llorar desconsoladamente.
Se había
ocultado de ellos durante todo el tiempo que había estado en la
Tierra y ahora que lo habían encontrado, por fin después de tanto
tiempo, de tanto sufrimiento... Tantas noches con su fotografía en
la ventana, tantos años sin saber nada, sumidos en la ignorancia.
Sus padres estaban muertos: sus cadáveres lo demostraban, en cambio
él... Durante veinte largos años había estado desaparecido y sus
familiares rotos.
Se odió
a sí mismo al pensar por lo que habían tenido que pasar Sam y
Sarah. No se imaginaba lo desesperados que podrían haber estado, la
angustia de cada día al ver que, aquel entrañable niño de ojos
verdes y sonrisa encantadora no aparecía.
Ni él
ni su cadáver.
Ahora,
estaba muerto, muerto otra vez, y eso quizás le dolió más que a
nada en el mundo.
Se quedaba solo en el mundo, y
esta vez para siempre.
Pasaron
cerca de diez minutos hasta que Victoria entró en la cocina buscando
a alguien, y lo encontró. Estaba apoyando sobre la encimera, con un
vaso de agua en una mano. Su cabello castaño le caía por ambos
lados de la cara, ocultándole el rostro.
—Hola,
¿cómo estás? —Preguntando, esbozando una media sonrisa.
—Estoy
bien, Victoria —respondió Christian, bebiendo un poco de su vaso
de agua.
La
mujer se situó detrás de él y lo abrazó por la cintura, cerrando
los ojos. Quizás él sí que estaba bien, pero ella no tanto. De
repente, toda su casa se había vuelto un caos, sin que ella pudiera
hacer nada por detenerlo. Primero los parientes, luego un shek...
Necesitaba cerrar los ojos durante unos instantes, sentir que el
torbellino que había a su alrededor cesaba durante un breve
instante. Necesitaba oír que todo iba a ir bien, que ya había
pasado todo.
Christian
se volvió dentro del abrazo de ella y cruzó sus brazos por encima
de los hombros de la chica. Hundió su rostro en su larga melena
oscura. Él no tenía miedo: su parte shek era fuerte y sabía que
podía afrontarlo todo pero, ¿y ella? Victoria era más frágil
Podía aparentar ser más fuerte que un roble, pero en realidad era
tan pequeña y delicada como la diminuta flor que nacía a los pies
del árbol. Christian la amaba y no estaba dispuesto a permitir que
nada le ocurriese, aun si él debía morir en el empeño de salvarla
a ella.
—Victoria
—murmuró sin despegarse de ella.
—¿Sí?
—Esta
noche me quedaré aquí.
—Pero
Jack...
Se
volvió para mirarlo y descubrió que sus ojos la miraban fijamente.
En aquel instante pareció como si el tiempo se hubiera congelado.
Sólo existían ellos dos, y nadie más. Aun con el tiempo que había
pasado, los fríos ojos de él seguían teniendo el mismo efecto
cautivador que cuando ella tenía trece años, la primera vez que se
lo encontró de cara, tan cerca a ella, y le propuso ser la
Emperatriz de Idhún, junto a él. Pero por aquel entonces, él
seguía estando en contra de ellos, en el bando contrario y sus ojos
eran más fríos que nunca, sin apenas un rastro de humanidad dentro
de ellos. Ahora todo había cambiado. Estaban en la Tierra. Llevaban
una vida normal y no tenían que luchar por sus vidas cada poco.
Hasta
ahora.
Victoria
cerró los ojos, apretando los párpados.
—¿Te
encuentras bien? —Inquirió él, acariciándole con suavidad la
mejilla. La muchacha levantó la cabeza para mirarlo, hundiéndose en
sus ojos de hielo. Necesitaba aislarse durante un momento. Muy
lentamente, cristiano inclinó la cabeza, más y más, hasta que sus
labios se rozaron y la besó. Era un beso apasionado, un beso donde
él le mostró lo que la amaba. Victoria lo correspondió al momento,
pasandole los brazos por encima del cuello.
Lo
amaba. Lo amaba con todas sus fuerzas. No quería que se fuera de su
lado, que se alejase hasta donde ella no podía alcanzarlo. Christian
rodeó con sus brazos su cintura, atrayéndola más contra sí.
Cuando
sus labios se despegaron, Victoria no se movió. Siguió abrazada a
él y suspiró largamente. No quería separarse de Christian, al
menos no enseguida. Pero nada dura eternamente, y aún quedaba un
asunto importante que debían tratar.
—Escucha
Chris, necesito pedirte algo —empezó ella mientras se separaba un
poco de él y posaba sus ojos en los suyos.
Christian
aguardó en silencio.
—Dime,
¿podrías tú encargarte de ellos? Me refiero a que si podrías
llevar a Sam y a su familia de vuelta al hotel. Se lo pediría a Jack
pero creo que no está como para ello.
—Sí.
No te preocupes.
—Bien
—dijo afirmando con la cabeza. Aquello quitaba casi todo el peso al
asunto en cuestion—. Por cierto, ¿sabes dónde está Jack?
—Se
ha subido al dormitorio principal hace apenas diez minutos —recordó
él.
—Bien
pues, voy a acercarme a ver qué tal está Jack.
—No
—le agarró del brazo—. Déjalo.
—Pero...
—Victoria,
esto ha sido un duro golpe para él —murmuró—. Déjalo solo. Lo
necesita. Jack ahora tiene más que suficiente.
El
pasillo del piso superior estaba en silencio. Alguien había dejado
una de las luces encendidas, que alumbraba con suave luz cálida el
corredor enmoquetado de granate. Era apenas una lamparita colgada de
una de las paredes laterales que, a pesar de tener sólo una
bombilla, inundaba de luz el pasillo. Un débil ruido sordo venía de
detrás de una de las puertas de allí arriba. Eran como pequeños
chasquidos monótonos que se iban sucediendo los unos a los otros en
un ritmo determinado, y todos ellos procedían de la habitación de
Alison. La muchacha estaba a oscuras en su habitación, pero no le
importaba lo más mínimo. Estaba sentada en su escritorio, delante
de la pantalla del ordenador, tecleando inclesande sobre las teclas
del teclado. La luz azulada del monitor alumbraba lo justo como para
que viese dónde estaban cada una de las teclas, aunque ella nolo
necesitaba. Desde pequeña llevaba tocando el ordenador, por lo que
se sabía la situación exacta de cada una de las letras. Los
altavoces estaban apagados, y sus cascos violetas sobre la cama. No
se había molestado si quiera en poner música. Le daba igual. En
aquel momento, todo parecía importarle lo mismo a la chica, tenía
otra cosa en mente. La rabia y el odio que provocaba la mentira le
impulsaba a escribir sin desenfreno, golpeando con fuerza las teclas
que acertaban las yemas de sus dedos. Le había mentido. Su padre...
Su propio padre no había confiado lo suficiente en ella como para
contarle que sus abuelos habían sido asesinados, que ya no vivían.
Jack
había traicionado su confianza.
Pero
no sólo él, sino que también Christian, la persona a la que
idolatraba. ¿Cómo había podido haberlo hecho? ¿Por qué? Ésto
era lo que más le dolía a ella, la traición de su tío. Ella había
confiado siempre en él, contándole cosas que incluso había
guardado con recelo de sus propios padres, y ahora ésto.
—En el fondo es
como los demás... —murmuró—. Como los demás... Él lo sabía y
ha sido incapaz de decirmelo. Al final todo son mentiras. Mentiras y
más mentiras. Estoy cansada de todo esto...
Y siguió tecleando,
incansable. Delante de ella, en la pantalla, se iban sucediendo las
letras, formando palabras, oraciones y, poco a poco, dando lugar a un
texto que se iba haciendo cada vez más y más extenso. Alison estaba
en Internet, en un foro donde ella era miembro desde hacía pocos
meses. Era un foro de psicología. En el instituto, una compañera
suya le había comentado la existencia del foro, y de la cantidad de
psicólogos que habían allí dentro que ayudaban de manera online a
quién lo necesitara. A ella misma la habían ayudado con un problema
con su novio, que ahora era su ex, y sinceramente, se la veía feliz
desde que lo habían dejado. Alison se había metido un par de veces
en aquel foro y sabía cómo funcionaba: exponías tu problema y los
diferentes miembros que componían el foro te daban su opinión: lo
que debías o no hacer, lo que ellos harían en tu lugar... Estaba
bien. Ella misma había dado muchas veces su opinión a otras
personas que habían pedido consejo. Bien, pues en aquel momento,
ella también necesitaba consejo, o ayuda; le daba exactamente igual,
pero necesitaba exponer todo lo que le había pasado. No se lo podía
callar por más tiempo.
Dio los últimos
repiqueteos en el teclado, puso su firma y publicó su problema
online. Suspiró llevándose las manos a la nuca, cansada. Ahora todo
el mundo podía ver lo que le había pasado aquella noche. No
tardarían en responder, lo sabía bien. Pero no iba a quedarse todo
el tiempo aguardando delante de la pantalla como una estúpida, por
lo que agarró el ratón y se metió en una página de Internet que
tenía marcada como favorita. Era de leyendas urbanas. Le gustaban
las historias de miedo y terror, por muy insólitas que pareciesen.
Había descubierto aquel sitio un par de años atrás, y desde
entonces, cada vez que se encendía el ordenador visitaba aquella
página de miedo urbano y cosas insólitas. Alison no se definía
como una persona gótica, pero a veces tenía puntazos góticos, y
aquel quizás, era uno de ellos.
Permaneció en la
página un buen rato, leyendo y leyendo historias urbanas. El
estómago le sonó un par de veces, pero le daba igual. Había comido
poco aquella noche. Quizás había sido que tener tan cerca de
Christian le había cerrado el apetito. Aún así, no bajó a comer
nada a la cocina. No quería ver a nadie, ni a su padre, ni a su
madre y menos a Christian, por lo que permaneció en su habitación
durante todo el tiempo. Recordó que la última vez que había ido al
cine había comprado una bolsa de chucherías, y si la memoria no le
fallaba, deberían estar en el tercer cajón de... Alargó la mano y
abrió uno de los cajones de su escritorio, que estaba lleno de
cosas. Revolvió un poco su interior y la encontró: la bolsa de
chuches. Todavía le quedaban bastantes como para pasar dos horas
delante del ordenador. Dejando la bolsa transparente encima del
escritorio, rompió el plástico con dos dedos y se llevó a la boca
un regaliz rosa. Le supo a gloria.
Esto
es un todo un manjar...
miró la hora en el
escritorio y se percató de que había pasado casi hora y media desde
que había colgado su mensaje en el foro.
Alguien
habrá contestado... —se dijo a sí misma.
Quitó la página
del las historias de terror y regresó al foro anterior, con la
esperanza de encontrar alguna contestación a su pequeño grito de
ayuda. Descubrió sorprendida que habían respondido a su mensaje.
Inició sesión y se dirigió de lleno a ver cuántos mensajes tenía.
Dos.
Los mensajes se
colgaban en el foro una vez que el afectado
daba su visto bueno. Antes, le llegaban a su buzon de su cuenta. Y
ahora ella tenía dos.
El primero era de un
chico que vivía en Canadá y decía:
No
me imagino por lo que debes estar pasando. Seguramente tu padre lo
hizo para protegerte porque te quiere mucho. Perdónale. Ánimo y
besos
Al menos, eso fue lo
que Alison entendió, porque la ortografía era penosa. Había
escrito con las mínimas letras que se podían usar en aquella
frase, por lo que, antes que llegar a leer aquel mensaje, tuvo que
descifrar lo que ponía. Suspiró.
El segundo mensaje
era casi como el primero. La autora era una mujer que también estaba
frente al ordenador a aquellas horas. Su mensaje decía:
Los
padres hacemos cosas semejantes por proteger a los hijos. No se lo
tengas en cuenta.
¿En cuenta? ¿Y qué
pasaba con ella y sus sentimientos? Inspiró largamente, frotánose
los ojos, cansada.
Menudas respuestas
dan algunos...
Iba a cerrar la
cuenta cuando un pitido le hizo cambiar de opinión. Miró a la
pantalla en busca de la notificación de la que le alertaba el
ordenador.
Había un mensaje
nuevo en su buzón.
Sorprendida, abrió
el mensaje.
Alison, sé cómo
te sientes. Que te mientan no es algo que se desee. Seguramente,
hayas perdido la confianza en esa persona y te sentirás traicionada
y humillada. Si necesitas hablar, sólo dímelo.
Vaya. Aquella
persona la había calado en apenas dos líneas. En algún sentido,
parecía a ella.
Intrigada,
abrió el perfil de su remitente y descubrió que se trataba de una
chica, una mujer para ser más exactos. Se hacía llamar Silb11
y, al igual
que ella, vivía en Nueva York y era una de las psicólogas del foro.
Pero lo mejor de todo era que en aquel preciso instante estaba
conectada como ella.
Alison abrió un
mensaje nuevo y empezó a escribir:
Por
fin alguien que me entiende. Todos los mensajes que he recibido
apoyaban a mi padre, pero nadie a mí :)
Y se lo envió.
Sabía que no tendría que esperar mucho para recibir una
contestación, al menos si la otra persona quería contestarle a su
mensaje. No pasaron más de treinta segundos hasta que el ordenador
silbó de nuevo. Impaciente, Alison abrió a toda prisa el nuevo
mensaje. Era de ella:
En
este mundo muchas personas no te entenderán, pero siempre habrá
unas pocas que sí lo hagan. Si quieres hablar, te espero en el chat
del foro.
El
chat del foro... Había hablado allí con otra gente muy pocas veces
desde que se había creado un perfil en aquella página. Nunca le
había atraido demasiado, aunque quizás había sido porque tampoco
había tenido a nadie con quién conversar. Dirigió el puntero del
raton hasta un espacio que rezaba Chat
con vistosas
letras verdes, y una ventana emergente apareció delante suyo,
ocupando casi toda la pantalla. A aquellas horas de la noche, no
habían más de diez personas conectadas, incluyéndola a ella. Buscó
con la mirada el nombre de la persona que la esperaba allí y la
encontró sin ninguna dificultad. Allí estaba ella, conectada
también. Alison pinchó en el nombre y otra ventana emergente
apareció. Era una conversación privada, es decir, que nadie más
podía leer lo que ellas hablasen allí dentro. Todo un alivio,
porque a Alison no le apetecía que los otros miembros que estaban
conectados se enterasen de nada.
Pinchó en el cuadro
de texto y tecleó una palabra:
Hola.
Enseguida apareció
otro mensaje.
Hola. Pensé que
no querrías hablar.
Sí, ¿por qué
no? :)
¿Cómo estás?
—Preguntó la otra persona.
Bien...
¿De veras?
No... Esto no me
lo esperaba de mi padre —tecleó
Alison.
En verdad, podría
haberse esperado muchas cosas de su padre, pero nunca que le mentiera
de semejante manera.
Tienes que ser
fuerte, Alis—58. No dejes que esto te hunda.
Ya, y es lo que
intento, pero yo confiaba en mi padre y esta noche me he llevado la
decepcion de mi vida.
Lo siento mucho
por ti, créeme.
Gracias :D
—sonrió Alison. La cosa iba
bien. Al menos la chica era simpática.
De nada =)
¿Confiabas mucho en tu padre, verdad?
Sí, bastante,
aunque él y yo siempre hemos sido muy diferentes. Mi hermano y él
sí que se parecen pero yo... Yo soy la rara de la familia.
¿La
incomprendida?
Sí —afirmó
triste Alison.
Muchas veces había
mirado a su padre y una chispa de dolor le había golpeado, aunque
siempre había sido momentánea. Jack y Erik se parecían muchísimo,
como dos gotas de agua y quizás era eso lo que los unía tanto el
uno al otro. Pero ella... ella también había querido compartir lo
que ambos tenían en común, tener esa confianza con su padre como la
tenía su hermano, pero nunca había llegado a sentirla. Era como que
algo se interponía entre ellos, algo transparente pero muy fuerte,
que los mantenía alejados el uno del otro. Jack no parecía darse
cuenta pero ella sí, y poco a poco, con los años, se había ido
separando de su padre. Ya no pasaba el mismo tiempo que cuando era
pequeña e idiota a su modo de ver. Erik y Jack tenían algo que ella
nunca tendría: esa confianza mutua, de padre e hijo.
Borró esos
pensamientos de su cabeza y se centró en los asuntos que le
concernían en aquellos momentos.
Yo en mi trabajo
también soy algo parecido —escribieron—.
Como no doy el mismo consejo que los demás me tienen un poco de
lado.
¿Y tú cómo lo
llevas?
Bien. Antes me
sentí totalmente desplazada pero descubrí que yo valía mucho más
que todos ellos y que no iba a permitir que nadie me intentase
cambiar ni me engañase.
Ojalá yo fuera
igual que tú —deseó la chica—. A
mí en cambio siempre me están diciendo lo que debería hacer o cómo
me debería comportar. Me siento controlada.
Pues no deberían
hacer eso. Tú vales mucho más, estoy totalmente segura de ello =D
Yo siempre en mi
familia me he sentido como un cero a la izquierda. Soy la rara, lo
quiera o no. mi padre prefiere estar antes con mi hermano mayor que
conmigo.
¿Y tu madre?
Mi madre es
neutra —suspiró—.
Está con los dos como lo haría una madre normal, pero es lo mismo.
¿Lo mismo?
Sí. me siento
controlada, como si no fuera yo. Siempre me está diciendo cómo me
debo comportar, lo que debo hacer, qué ropa debo llevar...
¿Te controla
mucho?
Sí. A ella no le
gusta el negro y por eso no le gusta que me vista con ese color.
Además,tengo una serpiente pequeñita en un terrario y mi madre pasa
de ella, como todos los de la casa. Yo creí que me apoyaría, que se
interesaría por mi mascota, pero no. En todo el tiempo que lleva
Kirtash en casa ella sólo ha preguntado por la serpiente un par de
veces.
¿Kirtash?
—inquirió la otra persona.
Sí, es el nombre
de mi serpiente. Me lo dijo mi tío. Es un poco raro pero a mí me
gusta :D
Vaya, nunca lo
había oído. Tiene personalidad.
Jajaja gracias :)
De nada. ¿Sabes?
Eres simpática. Me caes bien —afirmó.
Gracias. Tú
también :)
Vaya, acababa de
hacer una amiga internauta. Esto nunca se lo habría esperado, y
menos en un sitio como aquel y con una persona que resultaba ser una
psicóloga. Pero fuera como fuese, la mujer parecía comprenderla
incluso mejor que su propia madre.
Por cierto, ¿como
te llamas? —preguntaron—.
Se me hace raro llamarte Alis—58.
Me llamo Eva,
pero todo el mundo me llama Alison :)
¿No te gusta tu
nombre? —inquirió la persona
al otro lado de la línea.
No demasiado
—admitió ella—.
Alison me gusta más. En realidad, Eva no lo uso para nada, y cuando
cumpla la mayoría de edad pienso cambiármelo, lo quiera mi madre o
no.
Jajaja... tienes
carácter.
Siempre me lo han
dicho :) —escribió ella—.
Y tú ¿cómo te llamas?
Mi nombre es
Denise —se presentó—.
Encantada de conocerte, Alison.
Cuando Christian se
marchó de vuelta a Newark, Victoria se dejó caer más tranquila en
uno de los sofás tapizados del salón, ahora en pleno silencio,
totalmente deshabitado. Suspiró largamente mientras se apoyaba sobre
su codo izquierdo. Durante el plazo de tiempo que habían sido unas
pocas horas, toda su vida había dado un giro radical, hasta tal
punto que se había preocupado de sobremanera. Un error, ahora su
pasado lejano de Idhún volvía a aflorar en sus vidas. Pero, lejos
de lo que se podía pensar, aquello no era nada bueno. No se trataba
de un reencuentro de los tres con un idhunita exiliado, alguien que
se alegrase de volver a verlos. En absoluto. Por todos los medios, un
monstruoso shek había intentado acabar con la vida de Jack,
incluyendo también la de su hijo primogénito, Erik. Victoria no se
imaginaba la idea de llegar a perderlo. Aquello que, de alguna manera
sentía que era tanto parte de ella como de Jack, su padre. Erik era
una perfecta mezcla de ambos, sus virtudes y quizás, también sus
defectos, pero sin duda, él era suyo, su hijo, y la sensación de
perderlo se le hacía insoportable, tanto a él como a Jack. Todavía
recordaba, no sin que el estómago se le encogiese cuando vio caer a
Jack en el interior del volcán gravemente herido por la mano de
Christian en la región de los Picos de Fuego. Pero eso ya ha pasado,
se dijo a sí misma, a pesar de lo que había visto en su momento y
lo que había escuchado aquella noche por parte de Sarah y Sam, pero
no podía echárselo al matrimonio en cara. Comprendía la opinión,
por supuesto, pero no la compartía. Ella lo amaba, por encima de
cualquier cosa, y de la misma manera que amaba a Jack. Ellos dos eran
los pilares que la sostenían. No podía prescindir de ninguno de los
dos y ella lo sabía, a pesar de lo que dijeran terceras personas
ajenas a ellos, Victoria no iba a cambiar de parecer.
Ni ahora ni nunca.
Parpadeó varias
veces, sacudiéndose esos pensamientos de encima y se levantó del
sofá. Con paso firme salió del salón mientras se recolocaba la
camiseta, que se empeñaba en levantársele por la espalda y se
encaminó escaleras arriba hacia el segundo piso. Cuando Jack se
había marchado a devolver a los invitados de nuevo al hotel,
Victoria había aprovechado el momento para cambiarse de ropa
rápidamente, tornando su vestido rojo de fiesta por unos vaqueros
elásticos y una camiseta gris con una muñequita en el centro, algo
mucho cómodo que el satén, sinceramente. Cuando llegó a lo alto de
la escalera se detuvo, indecisa. Quería ver a dos personas, pero el
problema estaba en por cuál debería empezar primero. Tornó los
ojos hacia una de las puertas más cercanas de la pared de la
izquierda y caminó hacia ella. Tocó en la puerta varias veces con
los nudillos y aguadó.
—Adelante —sonó
desde dentro.
Victoria abrió un
poco la puerta.
—Hola Erik. ¿Puedo
pasar? —preguntó.
—Adelante
—repitió.
Victoria entró en
la habitación del muchacho y cerró la puerta tras ella. Erik estaba
echado sobre la cama, boca arriba, recostado sobre un montón de
almohadones amontonados en la cabecera de la cama. Con las piernas
cruzadas una sobre la otra, escuchaba música con los cascos nuevos
que le había regalado su padre un par de semanas atrás. Victoria
esbozó una media sonrisa y con paso lento se acercó hasta él,
sentándose a su lado. Lo miró largamente mientras él le devolvía
a su vez la mirada. Alguien debía dar el primer paso y comenzar a
hablar, pero curiosamente, a pesar de que los dos estaban al
corriente de todo lo acontecido, nadie dijo nada.
Pasados varios
segundos, fue Victoria la que comenzó a hablar.
—Creo que... creo
que tu padre todavía no ha venido a hablar contigo, ¿verdad?
Erik ladeó un poco
la cabeza.
—Pues no. Eres la
primera que aparece en mi flamante reino —dijo sonriendo mientras
que abría los brazos refiriéndose a su habitación. Victoria sonrió
más abiertamente—. ¿Quieres tumbarte aquí conmigo? —Le
ofreció.
El muchacho se apegó
más a la pared y su madre se recostó junto a él.
—Bueno... supongo
que tendrás muchas preguntas, ¿verdad? Si te hubieras quedado en el
salón cuando habéis llegado todos habrías podido escuchado la
historia que les ha contado tu padre y ahora tal vez no tendrías ni
la mitad de preguntas que hacerme, cariño.
—¿Tú crees que
estaba yo en ese momento como para quedarme abajo? Mamá, después de
descubrir que los dragones existen y que son tan reales como tú o
como yo y, sobretodo, que mi padre tiene la increíble capacidad de
transformarse en uno de ellos. ¿Tú eso como lo asimilas? ¿Yde
dónde sale todo eso? Además, ¿yo también puedo transformarme en
dragón o al menos escupir fuego? Y también ¿de dónde salen las
personas como papá?
—Papá... Papá es
un ser único, y a decir verdad los tres somos únicos, y con tres me
refiero a Christian, a Jack y a mí —dijo—. Verás, nosotros
somos especiales, por así decirlo. Para que lo entiendas hay que
irse muchos años atrás, a una tierra muy lejana, tan lejana que ni
está en los mapas, y tampoco pertenece a la Tierra. Esa tierra tiene
por nombre Idhún —pronunció sin poder evitar que un tenue
escalofrío le bajase por la escalda hasta desaparecer—. Idhún es
un planeta habitado por criaturas tan diversas que ni tu mente puede
llegar a imaginar. El inicio de ésto la historia se remonta años
atrás, antes que tú nacieras...
Y comenzó a relatar
todo lo que sabía acerca de Idhún, aquel lugar que le traía tantos
recuerdos. Le habló de sus frondosos bosques, de sus gentes, de sus
altas torres de magia, al igual que le habló sobre los dragones, los
unicornios y por último, los temidos sheks. También le habló de
Ashran el Nigromante, de la tiranía que había impuesto durante
tanto tiempo, sometiendo bajo el dolor y la crueldad a todo aquel que
osase volverse contra él. Le habló sobre el dios oscuro, el Séptimo
y también sobre su reencarnación que les tuvo en jaque desde que
todo comenzó: la feérica Gerde. Le relató, no sin cierto cariño
sus vivencias al lado de la Resistencia, hablándole de Shail, el
mago y de Alsan, príncipe heredero del magnífico reino humano de
Vanissar, aunque más tarde se convirtió en licántropo
descontrolado, pero que acabó sus días como héroe, puesto que se
sacrificó por lo que realmente era importante. Todo ello, Victoria
lo fue relatando poco a poco, ya que eran sus vivencias sobre aquel
planeta que no figuraba en los mapas estelares. Le parecía extraño.
Hacía mucho tiempo que no hablaba de ello. La palabra Idhún se le
hacía extraña en sus labios. Idhún, Vanissar, Alsan, Shail...
Shail...
Aquel mago de
sonrisa cariñosa, jovial y simpático, que siempre, a pesar de ser
su maestro y mentor, para ella había sido como un hermano. Con mucho
pesar lo había tenido que dejar en Idhún, sin la posibilidad de
volver a verlo si no era atravesando de nuevo la puerta que conectaba
la Tierra con Idhún. Le echaba muchísimo de menos y en ocasiones
volvía a soñar que se reencontraban después de tantos años...
Pero siempre era eso, un sueño.
Tardó cerca de
veinte minutos en acabar de contar su relato, sin dejarse nada. Sus
vivencias eran bastante largas. Varios años allí no se podían
resumir en dos minutos. Cuando puso punto final a su historia se dio
cuenta que tenía los labios algo resecos, al igual que la garganta.
Apenas había hecho ninguna pausa lo bastante larga como para tragar
saliva.. los siguientes segundos, ninguno de los dos se atrevió a
decir nada. Erik estaba tratando de asimilarlo todo mentalmente,
digiriendo toda la información dada por su madre, mucha más de la
que habría llegado a imaginar jamás, mientras que Victoria
aguardaba en silencio.
—Entonces...
—comenzó Erik, rompiendo el silencio—, ¿me quieres decir que,
tanto tú como papá y... y Christian provenís de otro... otro
planeta?
—Más o menos.
—Y que tenéis dos
almas... —observó, diciéndolo despacio.
—¿Acaso no has
escuchado todo lo que te he dicho? —dijo.
—Mamá, era una
pregunta retórica. Sí que he escuchado lo que me has contado, sólo
que me cuesta un poco asimilarlo, qué quieres que te diga.
—Vale, vale.
Perdona —se excusó ella.
—Pero, lo que yo
quiero saber es... ¿de verdad que no me estás tomando el pelo?
—¡Pues claro que
no! —Exclamó dándole un golpecito en el hombro—. ¿O es que la
serpiente alada que viste en la tienda no lo bastante real para ti?
—Está bien...
Vamos a ver si lo he entendido todo, ¿vale? Bien. Si mal no he
entendido, tú estas casada con papá, es decir, con Jack y también
con Christian. A la vez, tú eres mitad humana mitad unicornio —dijo,
explicándolo despacio. Aprecía que trataba de convencerse a sí
mismo de lo que decía—. Por otra parte, ellos... bueno, ya está
visto que papá es un dragón dorado pero Christian... ¿Christian es
un shek? ¿Una serpiente alada como la que nos ha atacado esta noche?
—Sí. Hasta ahí
vas bien.
¡Y
me lo dice con toda la tranquilidad!
¡Cómo si fuese lo más normal del mundo!
—pensó asombrado el muchacho.
—Ah, genial...
Ojalá que me hubiera equivocado en algo. Dime, ¿cómo te pudiste
casar con ellos dos a la vez? ¿Es que con uno no tenías suficiente?
¿Cómo puedes quererlos de la misma manera si son tan diferentes
entre sí?
El mundo de Erik se
le había puesto esa noche totalmente boca abajo, y parecía que éso
era el derecho, es decir, que debía estar así. Los dragones
existían, los unicornios también... ¡y eso sin olvidar las hadas!
Para que luego dijesen en su clase que el chico que leía libros era
un rarito...
Pues
yo soy hijo de un unicornio y un dragón, a ver cómo te comes tú
eso... —pensó entre divertido
y sarcástico.
—Erik —dijo su
madre—, tú has oído hablar del Yin y el Yan, ¿verdad?
—Pues claro. Es
ésa cosita redonda de la cultura china.
—Vale —al menos
sabía qué era—. Verás el Yin y el Yan son totalmente opuestos
entre sí, como si uno fuese blanco y otro negro. Totalmente
diferentes, ¿me sigues? —Erik asintió levemente—. Bien, pues
esto es lo mismo, más o menos. Christian sería el Yin y Jack el
Yan. Oscuridad y luz, o en esta ocasión, hielo y fuego. Son las dos
caras de la misma moneda. Yo no soy ni una cosa ni la otra, se podría
decir que soy neutra —se encogió de hombros—. Jack y Christian
son las dos personas que me completan, que me hacen ser como soy.
Como si ellos fueran los dos pilares de mi casa, ambos son muy
importantes en mi vida, a pesar de ser tan distintos entre sí, como
dices tú —concluyó.
—Aunque les une
algo en común —observó Erik.
Victoria lo miró,
extrañada.
—¿A sí?
—Sí. El amor por
ti, ¿no? —le guiñó un ojo.
Victoria sonrió.
Erik tenía razón. Por muy distintos y dispares que fuesen aquellos
dos hombres, lo único que podían tener en común era ése pequeño
detalle: el amor que le profesaban, en mayor o menos medida. Daba
igual. Era el mismo sentimiento. Aunque, quizás también, lejos de
ser un sentimiento, estaba el hecho de que ambos habían tenido un
niño con ella.
—A todo esto —dijo
el chico, sacando a la mujer de sus pensamientos—, ¿a ti no te
suena raro eso de la poligamia? Es que no sé, es raro de narices.
¿Cómo vas a poder querer a dos personas igual? Nadie puede hacerlo.
Es absolutamente imposible. —Negó con la cabeza.
—No lo es, Erik.
Yo lo hago —dijo con simplicidad Victoria.
—Te digo yo que
no. No puedes quererlos a los dos igual. Por narices tienes que
querer más a papá, a Jack. Es el que más tiempo ha estado a tu
lado. Todo este tiempo ha estado ejerciendo de padre mientras que
Christian estaba metido entre sus discos y viviendo en su mansión de
super estrella musical. Menudo padre que le ha tocado a Alison.
—Hey, tú a
callar. De todo esto ni una palabra a tu hermana, ¿entendido?
—murmuró seria.
—¿Tengo cara de
idiota? ¿Cómo le voy a decir yo nada? —Se defendió el chico—.
Pero tienes que aclararme eso:
—¿El qué?
—¿Cómo que el
qué? Pues que Alison no es mi hermana. Al menos, no hermana
completa. ¿Por qué no nos dijisteis nada?
—¡Pues porque me
habrías preguntado lo mismo que me estás diciendo ahora!
—¿Y qué te
costaba habérmelo explicado cuando tenía ocho años o seis? —Quiso
saber.
—Erik, ahora en
serio —lo miró fijamente—. ¿Tú crees que un niño de ocho años
va a guardar el secreto de que su padre se convierte en un dragón?
Erik le devolvió la
mirada, pero acabó bajándola. Tenía toda la razón. A un niño tan
pequeño no se le pueden semejantes cosas, y más una de aquel
calibre.
—Entonces, ¿me
quieres decir que si no lo hubiera descubierto ésto ahora no me lo
habríais contado? —Enarcó una ceja. Victoria negó con la
cabeza—. ¿Y entonces cuando?
—Pues... habíamos
preferido que tuvieran quince o dieciséis años. Cuando fueras más
mayor para asimilarlo todo.
—Te recuerdo que,
según tú, entraste a formar parte de la Resistencia a los siete
años, cuando te encontró ése mago amigo tuyo.
Ahí le había
pillado. La mujer se sintió algo pillada mientras notaba cómo su
hijo esbozaba una sonrisa de triunfo. Sólo le faltaba el típico
Jejeje que ponen en los cómics.
—Bueno, te prometo
que no diré nada —el muchacho puso la mano sobre el corazón—.
Pero volviendo al caso, tú quieres más a Jack.
—A los dos por
igual —insistió cansada Victoria.
—¡Que no! Me
niego a pensar que un tío tan frío como Christian pueda ser tan
querido como Jack.
—Y aunque no te lo
creas, es así. Y deja ya el tema.
—Molesta, ¿eh?
Victoria lo miró y
vio que tenía un sonrisa divertida dibujada en su rostro.
—Oye, ¿quieres
que te responda a más preguntas sí o no?
—Vale, vale... Una
preguntita más: ¿yo también tengo poderes como vosotros? O sea,
¿yo también puedo hacer magia y convertirme en dragón? Porque
entonces sería el chico más molón de todo el insti. Seguro que eso
a las nenas les volvería loquitas...
Victoria estalló en
carcajadas. Por su mente pasó la imagen de Erik con cola de dragón
y diminutas alas doradas que, suspendido del suelo apenas unos
centímetros intentaba deslumbrar a alguna de sus compañeras.
—No, cariño. Lo
siento, pero no puedes transformarte en dragón. Para ello, deberían
haberse juntado dos dragones y Jack, es decir, tu padre, es el último
que queda sobre la faz de Idhún. Pero, ahora que lo pienso —dijo
extrañada—, no sé si algún poder o algo semejante se puede haber
traspasado a ti. Por ahora no te he visto hacer nada raro, y quizás
lo más lógico es que a tu edad tus facultades se hubiesen hecho
visibles.
—¿Quieres decir
que yo soy un simple humano?
La miró con un
atisbo de tristeza en sus ojos. En seguida, Victoria supo que había
metido la pata de lleno. Con ternura, atrajo hacia sí a su hijo, y
lo estrechó entre sus brazos, con la suavidad y dulzura propias de
una madre. Erik apoyó la cabeza en su hombro, respirando
profundamente. El perfume de Victoria le caló muy hondo,
envolviéndolo por completo. Era una fragancia agradable, que Jack le
había regalado por su cumpleaños, no mucho tiempo atrás. Se
trataba de un novedoso perfume que una reconocida firma había sacado
al mercado hacia poco y cuyo olor era lo que denominaba el dragón
como olor a chuche. Y era cierto. La colonia olía
verdaderamente genial. Era una mezcla de matices dulces y notas
empalagosas, de golosinas azucaradas y flores frescas. Estaba claro
que, si las colonias tuviesen colores, el color de la fragancia sin
duda sería el rosa. A Victoria le había encantado desde el primer
momento, llevándola todos los días.
Finalmente, la casa
olía a aquel perfume que todo el personal de la casa asociaba con
ella.
—Cariño, tú eres
muy especial. Si lo piensas bien —dijo con ternura— tú eres el
hijo de un dragón y un unicornio.
—Mamá, no me
digas eso que me entra depresion.
—¿Depresión?
—repitió sin entender lo que quería decir con aquello.
—Imaginate a un
unicornio y a un dragón, ¿vale? Y ahora fusiónalos. ¿Resultado?
Un bicho amorfo, con dos cabezas, cuerpo de unicornio con alas de
dragón que escupe fuego y relincha. ¿De verdad tú crees que me
gustaría ser éso? —replicó.
Victoria estalló de
nuevo entre risas ante la ocurrencia del chico, aunque calló poco
después, ahogando un suspiro.¿Cómo podría consolar a su hijo en
aquél momento? Él quería tener algo con lo que destacar ante los
demás, tener algo que le hiciese especial: un poder, algo así como
la telequinesis o poderes piropsíquicos. Era normal. De esta manera
se sentía más importante que sus amigos porque destacaba en algo, y
no algo muy normal ya que pocas personas tenían el don de la magia.
¿Quién no querría tener semejante poder? Pero todo aquello iba más
alla de ser un simple capricho. Erik era el hijo legítimo del último
dragón dorado y del último unicornio que existían sobre la faz de
Idhún y mencionar aquello suponía una responsabilidad importante,
una carga que sólo le correspondía a él, lo quisiera o no.
A Victoria se le
ocurrió algo.
—Creo que no te he
mencionado algo sobre los unicornios —dijo, ocultando algo con una
de sus sonrisas.
—¿El qué? ¿Qué
pueden cabalgar por el arco iris? —refunfuñó molesto.
—No tontorrón.
Los unicornios son quizás las criaturas mas especiales de todo
Idhún, puesto que mantienen el equilibrio de la magia —explicó—.
Y lo hacen mediante el cuerno de su frente. Verás, el cuerno del
unicornio es su bien más preciado. No es el caballo, ni su pelo,
sino su cuerno,que actua como catalizador de la energia vibrante del
ambiente tansformando dicha energia en magia pura, por así decirlo.
Antiguamente, ver a un unicornio por los bosques de Idhun era algo
mágico a la par que extraño porque, en contra de lo que puedas
pensar, son criaturas muy inteligentes porque sólo puedes verlos si
ellos lo deciden.
—¿Si lo deciden?
—Así es. Cuando
alguien veía uno, inmediatamente adquiría el donde la magia,
convirtiéndose en un semimago. Es encontes cuando viajaba hasta una
de las torres de magia repartidas por todo Idhún. Pero claro, eso
sólo pasaba si veías uno —añadió misteriosa en un murmullo—.
No todos los seres con el don de la magia son semimagos. Se sabe que
aquél que el unicornio roce con la punta de su cuerno se convertirá
en un mago completo, con muchisimo mas poder que un semimago. Es por
esto que los unicornios son tan importantes en Idhún. Ellos llevan
la magia a todos los rincones del territorio, otorgando el don de la
magia a quienes ellos consideran aptos para dicho poder.
Cuando Victoria
acabó, el dormitorio de Erik se mantuvo en silencio. Ninguno de los
dos se atrevió a hablar. La lamparita de encima de la mesilla de
noche alumbraba con destellos azules el techo y las paredes del
dormitorio. Hacia tiempo que el muchacho tenía aquella lámpara, y a
pensar de que su madre había insistido en cambiarla, Erik se había
negado en rotundo. No es que fuera infantil. En absoluto. La pantalla
de la lampara era un cilindro metálico, abierto por sus dos extremos
y lo que más la caracterizaba era que habían creado mediante
pequeñísimos agujeros la ciudad de Nueva York, con sus rascacielos
y sus torres. La luz de la bombilla atravesaba estas aberturas
disparándose hasta llegar a la pared, haciendo que la habitación
tuviese un aspecto futurista cuando la encendía. Y a pesar de que a
él le encantaba, su madre consideraba que el muchacho debía tener
otra clase de lampara que le permitiese leer por las noches, algo
más... normal. Victoria, lejos de su antigua labor de paladina de la
luz en Idhún y guerrera, al llegar a la Tierra se habia visto
obligada a ocupar su tiempo en otros asuntos más terráqueos. Entre
sus muchas aficiones, una de sus preferidas era la lectura. La
literatura le fascinaba, y desde que sus hijos empezaron a leer,
habia intentado inculcarles la pasión por las letras, y lo había
logrado... más o menos. Alison devoraba los libros todas las noches,
en cambio su hermano era más reacio a las letras. Prefería estar
escuchando música con los cascos, en el ordenador o jugando al
baloncesto, como buen americano... Victoria, después de mucho tiempo
lo dejó por imposible.
Erik se movió un
poco, levantando la cabeza hacia su madre. La miró largamente, como
si la viese por primera vez. ¿Quién era en verdad ella? Era su
madre, sí, pero no una madre ni mujer normal. Decía tener dos
almas, haber vivido y luchado en otro mundo mucho más salvaje y
exótico que la Tierra, a la vez que decía aseguraba ser... mago.
Quizás si todo aquello se lo hubiera dicho a una persona normal
se hubiera echado a reír juzgándola como loca o chiflada, pero él
no. por alguna razón, y sin necesidad de que le demostrase todo
aquello, él la creía, hasta la última de sus palabras.
Fascinado, ahora la
miraba con atención, como quien mira a alguien famoso cuando lo
tienes cara a cara.
—Mamá —susurró—.
Dime una cosa: ¿alguna vez no has pensado en regresar a Idhún?
Ella esbozó una
sonrisa melancólica.
—Muchas veces.
Idhún fue mi hogar durante muchos años aunque, no se puede decir
que fuesen los mejores de mi vida pero tampoco los peores. Hubo
grandes momentos buenos y tambien los malos. Fue toda una aventura.
Una odisea.
—Odisea...
—repitió Erik—. Oye, si yo te pidiera una cosa ¿me la darías?
—Dependiendo de
qué sea, Erik —lo miró arqueando una ceja.
—Y si te pido que
me conviertas en un mago, ¿lo harías?
Victoria se
incorporó un poco sobre la cama. No le extrañó lo mas mínimo que
le pidiese aquello.
—Sinceramente, ¿tú
te ves preparado para ello?
—¡Pues claro que
sí! —exclamó él—. ¿Quién mejor que yo para ser mago? Te
tengo a ti para enseñarme, y también tengo a papá. Es fantástico
—Cariño, ser mago
no es algo para chulearse delante de tus amigos —dijo tranquila.
Ésa era una de las primeras lecciones que le dio Shail y recordaba
sus palabras como si se las hubiera dicho ayer—. Es algo muy
importante. Un don así sirve para ayudar a los demás o defenderse
si a uno le atacan.
—Hay un matón en
mi clase... —hizo una observación el muchacho. Se notaba que
quería ser mago. Es más, pensaba intentarlo todo para conseguir ese
don que sólo aparecía en cuentos de hadas.
—¿Ah, sí? ¿Y
que le vas a hacer a ese matón? ¿Le prenderás fuego a sus
calzoncillos? —inquirió divertida. Por un instante, Erik se
imaginó al tipo duro de la clase corriendo de un lado a otro y
gritando como una chica mientras su ropa interior estaba en llamas y
se echó a reir un buen rato, aunque quizás fuera porque estaba algo
nervioso con todo lo que le acababan de contar. Su vida,
definitivamente, no era normal.
Cuando cesó de reír
tenía lágrimas en los ojos.
—Entonces, ¿tanto
tú como papá como Christian tenéis dos almas? —Victoria
asintió—. Mamá, querida, tú no podías enamorarte de alguien
menos rarito, ¿eh?
—Cielo, los
sentimientos no se pueden controlar. Escapan incluso al control de un
unicornio —le sonrió cálidamente al tiempo que se levantaba de la
cama de su hijo—. Tengo que irme. He de hablar con otra persona.
Erik la miró.
—Con papá,
¿verdad? Con Jack, me refiero... —dijo encogiéndose de hombros.
Victoria asintió.
—Esto le ha dado
de ello. Está destrozado, me temo.
—Es normal —dijo
tranquilo—. Era su familia.
La chica suspira.
—Sí, supongo que
sí —lo miró—. Duerme un poco, ¿vale? Debes estar cansado,
Erik.
—Enseguida... Dama
Lunnaris barra mamá —dijo divertido echado sobre la cama.
Victoria le guiñó
un ojo y salió de la habitación, cerrando la puerta tras ella.
Aquello tenia que pasar tarde o temprano, lo quisiera o no. Idhún
era algo que no se podía ocultar así como así. Y a decir verdad,
tenia cierto merito que al menos Erik se hubiera enterado a su edad y
no antes, porque no se imaginaba los problemas que hubieran podido
tener la antigua Tríada con todo. Pero su hijo ya no era un niño de
cinco años. Sabría guardar un secreto, o al menos, eso esperaba por
su parte.
Caminó lentamente
por el pasillo enmoquetado de la casa, hacia el dormitorio principal,
donde pensó que estaría Jack. Se acercó a la puerta, abriéndola
débilmente. Echó una ojeada dentro. La habitación estaba
completamente a oscuras, salvo por la rendija de luz que entraba
procedente de la lámpara del pasillo. En la semipenunbra, vio un
bulto echado sobre la cama, de espaldas a ella.
Jack.
Su pelo rubio
centelló dorado con la poca luz que entraba. Victoria tragó saliva.
—¿Jack? —susurró
muy bajito, por si estaba dormido. Aguardó varios segundos en
silencio.
No hubo
contestación.
Está
durmiendo, pensó conmovida al
verlo así. Como había dicho Christian, Jack estaba dolido. Se podía
hacer una idea, aunque nunca acertaría con exactitud en lo que
sentía él.
Reprimió
las ganas de ir a su lado y abrazarlo con suavidad, susurrarle que
ella estaba ahí, a su lado, pero se contuvo. Jack necesitaba
descansar después de todo lo que habia pasado en el transcurso de
unas pocas horas.
En
silencio, Victoria cerró la puerta y se alejó caminando.
Lo
que nunca sabría es que Jack estaba despierto. Callado, no había
querido responder a Victoria y ahora, cuando la muchacha haía
abandonado el dormitorio, solo en la penumbra, ahogaba sus lágrimas
en un llanto silencioso, que producía el dolor de la soledad y el
olvido.
Un
llanto que nadie escucharía jamás
muchas gracias por escribirlo¡¡ lo esperaba con muchas ganas desde hace tiempo :)
ResponderEliminarHola Ana Merlos:
EliminarDebi haberlo subido hace tiempo, pero estuve algo liada.
¿Qué te ha parecido? :D
Salu2 y gracias por pasarte y seguir la historia ;)
Muchas gracias por escribir esto, es tan emocionante!! Espero que continues escribiendo y aguardo ansiosa el siguiente capítulo. Repito, sinceramente gracias.
Eliminarmolaaaa me chifla!!! se te da bien :)
ResponderEliminarHola Anónimo:
EliminarMuchas gracias! ^^ Voy intentando mejorar con cada capítulo que subo :D En este no hay mucha accion que digamos, pero esta bien, supongo :)
Mucha sgracias por leerlo y sobretodo por dejat tu comentario :D
Salu2! :D
Genial la historia n.n da gusto encontrar la página después de varios meses de olvido y ver que una vez más ofreces un cachito más del que beber. Sigue así :)
ResponderEliminarPD: Gracias a ti me decidí por escribir algo junto a un amigo.
Hola Anonimo:
EliminarMuchas gracias por el cunplido. Estuve un par de meses que no me decidía a colgar el capítulo puesto que no lo acababa porque estaba en otras cosas, pero ahora ya lo teneis aqui :D
Me alegro que hayas escrito algo junto a un amigo. A mi me encanta la literatura y saber que he influido de manera positiva en alguien gusta mucho. Si lo que has escirito lo tienes en un blog o algo asi me encantaria leerlo :D
Un beso y gracias por pasarte.
SUML-AR-IDHÚN! ;)
Que laaaaaaargoooooooo jajajja pero me encanta, gracias por escribir esta continuación, es perfecta :)
ResponderEliminarUn beso :D
Hola BEYOND MAGIC:
EliminarDije que era largo XD Además, si lo hacia corto dezpues de tanto tiempo teniéndoos en espera no me parecía nada justo.
Me alegro de que te guste lo que scribo n//////n
Un beso y gracia spor pasarte y seguir la historia de las tres lunas y los tres soles ;)
Cuando podras escribir el capitulo de Abril? Espero q pronto.
ResponderEliminarMe preguntaba si podias hacer de Erik un buen mago y que Jack y Victoria cuenten a Alison la historia de Idhun
Viajaran de nuevo a Idhun?? Espero que puedas responderme.
Lydia
Hola Lydia Blanco:
EliminarSiempre respondo a los comentarios :D
Lo de Erik mago y que Jack y Victoria le cuenten a Alison la historia de Idhun.... Si pasa o no eso tendrás que ir descubriendolo poco a poco ;)
si te lo cuento se va la sorpresa ;)
Un beso :)
hola kiara me encanto este y los otros capitulos porfa sigue haciendolo porq muchos te estan apoyando y esperan por el siguiente capitulo saludos y nos vemos
ResponderEliminarHola Anonimo:
EliminarSí, los seguiré haciendo. A fin y al cabo hay algunas personas a las que ñes gusta lo qe escribo y ésa es una de mías mayores motivaciones, lo que no hace que deje la historia a un lado. Ésa y que me gusta escribir.
El siguiente capítulo estará para finales del mes o quizás para principios de Mayo.
Salu2! ;)
Hola! Primero quiero que sepas que esta genial, pero no te precipites, si vas demasiado rápido la historia se. Resuelve antes de que lo hayas asimilado por completo. Los tíos de Jack entendieron y aceptaron su naturaleza demasiado rápido, para mi gusto, podrías haber jugado más con ese acontecimiento :) una cosa más: Victoria veía a Shail cómo un hermano mayor, no como un padre. O al menos es eso lo que escribió Laura Gallego. Sigue así, me esta encantando!
ResponderEliminarHola it:
EliminarPrimero: Muchas gracias! Intento escribir lo mejor que puedo :)
Por otra parte, lo de los tíos de Jack... Yo quise dar a entender que ellos estaban en estado de shok, por lo tanto es como si lo hubieran asimilado bien en el primero momento, aunque luego sería cuando hicieran las preguntas y viniera el desconcierto, cosa que no ocurrió porque Christian se ocupó de ellos enseguida. Podría haber jugado más con esa baza, sí, pero no lo hice, es más ni me lo replanteé. Fallo mio x)
Y tambien lo de Shail. Es cierto, lo veia como un hermano. Ya está cambiado, jejej >u<
Me alegro de que te guste cómo va la historia y te espero en la subida dle proximo capítulo ;)
Muchas gracias por pasarte y aun más por dejar un comentario
Salu2
Huola huola, me gusta ... que digo???!! ME ENCANTA como escribes es tan ergssgkwngkl perfecto, todo, todo, TODO, jajaja.
ResponderEliminarDescubrí el blog hace tres días, me lo dijo una amiga y le daré gracias por ello todo el rato jaja. Espero que pronto subas el siguiente :)
PD: Cuando leo los capítulos me como las uñas de lo centrada que estoy, así que imagina.... :)
Hola Anónimo, bueno, anónima:
Eliminar¡Muchas graciaaaas! ¡Me alegro que te guste, de verdad! ^^
Jajaja, pues el siguiente aun se está haciendo pero a eso de principio de junio lo subiré ;)
Pobres tus uñas, come chocolate que está mas bueno xD
Un beso y gracias por comentar y leer el capítulo :)
Saludos!
Me encanto!!
ResponderEliminarCuando subes el siguiente??
Ahora lo que falta es que vayan a Idunh a conocer a shail y zaisei a Idunh y qe alison se combierta en unicornio con alas de seck y erik en un dragon con cuerno de unicornio!!!
Hola Anónimo:
Eliminar¡Pero no corras tantooo! Jujaajjaajuajaja ¿Tú te imaginas un unicornio con alitas membranosas de shek? Es que es muuuy raro.
El siguiente capítulo lo subiré dentro de un par de semanas, que aun no está ;)
Un beso!
INCREIBLE!!! esperamos tu proximo capitulo con mucha intriga e ilusion
ResponderEliminarPD: espero que sea pronto! :)
Hola Anónimo:
ResponderEliminar¡¡Graciaas!! El capítulo más o menos para la primera semana de Junio :D
Antes no pude ser porque está en construccion x)
Un beso y gracias por pasarte :3
Lo primero felicitarte por tus capítulos me encantan y te doy las gracias por continuar la historia de MDI aunque m gustaría que volviesen a idhun pero por todo lo demás genial de verdad
ResponderEliminarHola Anónimo:
EliminarMuchas gracias por tus felicitaciones :3 Es agradable ver que a alguien le gusta lo que una escribe. Luego tambien aguarda, que aun queda mucha historia por delante. Voy algo lenta escribiendo pero conste que tengo muchas cosas pensadas. Nada se descarta ;)
Un beso!
Me gusta mucho la historia porque se me quedo muy corto el final del tercer libro y leer esto es un alivio.
ResponderEliminarSiempre estoy deseando llegar a casa para continuar leyendo. Una pregunta escribes mas o menos una vez cada mes no??? Ese soy nueva en el blog sigue así que esta genial ;)
Saludos
Hola Anónimo:
EliminarMuchas gracias por tus palabras y pasarte por mi blog. Sí, mas o menos subo un capitulo al mes, mes y medio o dos meses.
Un besito y muchas gracias por pasarte ;)
Me encanto!!!!!!!!!!! Hace poco me lei la trilogia de memorias de idhun, y empeze a buscar si habia un cuarto libro, y voy y me encuentro con esto. ¡¡¡¡LA VERDAD ES QUE ESTA GENIAL!!!! Parece de verdad el cuarto libro, en vez de una historia escrita por una fan de la trilogia, escribes de maravilla.
ResponderEliminarPobre Jack, casi lloro al final, sabes como hacer para que las palabras transmitan sentimientos.
¿Que mas iba a decir? Asi. Ya tienes una nueva fan vitalicia!! Voy a entrar minimo una vez a la semana haber que cosas subes o que cosas haces(A parte de que tengo que ver el resto de tu blog por que de momento solo me e podido meter en tu historia :P)
Por favor sigue con la historia que está muy interesante!!!! Con lo fan que soy yo de MDI, y cojes y me dejas con la intriga por varios meses, eso no se hace mala persona!!! Jajajaja no, pero enserio escribe pronto, y más te vale que sea largo...
ResponderEliminarmuy bueno sigue asi .Cuando sacas el siguiente capitulo?
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarLlevo tiempo queriendo leer este episodio. Me encanta al igual que eragon 5.
Deberias escribir un libro propio. Seguro tiene exito.
Esperare con ansias el siguiente episodio.
Hasta entonces,un salu2 y un gran beso preciosa
me ha encantado es perfecto¡¡¡
ResponderEliminarme ha encantado esta genial eh se ve que te lo has currado¡¡:D
ResponderEliminarQue vuelvan a Idhun quiero ver a Shail!!!
ResponderEliminarEstoy contigo!!! Es genial. Estoy súper enamorada de Jack aunque en general me caen todos de miedo :)
ResponderEliminarestá muy bn espero q sigas escribiendo!!!
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