Capítulo 7
La verdad
oculta tras la piel
—Existe, en otro universo
cercano, por así decirlo, un pequeño planeta: Idhún —empezó a relatar—. Hace
años, un hombre llamado Asrhan el Nigromante, se hizo con el poder de éste
utilizando unas criaturas olvidadas en las profundidades del planeta: los
sheks, gigantescas serpientes aladas. Éstas, junto con varios conjuros, mataron
a todas y cada una de las únicas criaturas que mantenían el orden y la armonía
de Idhún: los unicornios y los dragones. Todos fallecieron, salvo uno de cada
especie. Dos idhunitas, lograron salvarlos y mediante un portal, ellos dos, al
igual que muchos otros viajaron a la Tierra, lejos de la tiranía del
Nigromante. Pero ahí no acabó todo. Ashran, lleno de ira, mandó un asesino para
que acabase con todos los exiliados, y uno a uno fueron cayendo bajo el acero
de su espada. Aunque si se creía que toda la esperanza estaba perdida, una
Resistencia se armó en secreto. Con un mago y un príncipe a la cabeza,
intentaron salvar a los idhunitas, pero sólo lograron salvar a Victoria y a mí
—todos escuchaban en silencio todas y cada una de las palabras que iba
relatando Jack. Una figura oscura se apoyó en el marco de la puerta: Christian
también parecía estar interesado en la historia. Tragó saliva—. Varios años más
tarde, Victoria conoció al que era el asesino mandado por Asrhan, un chico de
no más de diecisiete años, que ocultaba su verdadera naturaleza debajo de una
apariencia humana, haciéndose conocer con el nombre de Chris Tara. Todo
una tapadera.
Todas las miradas se desviaron
hacia la entrada del salón, hacia Christian. Julie se levantó del sofá
lentamente, sin apartar la mirada de él.
—Tú... ¿eres un... asesino? —Todo
su mundo se le estaba viniendo abajo—. Entonces... lo de cantar, las canciones,
Chris Tara... ¿es mentira?
Christian avanzó hacia ella con
lentitud, hasta plantarse a pocos pasos de ella. La miraba directamente a los
ojos. Si la chica era capaz de llamarle asesino quería sintiese el frío que era
capaz de transmitir a través de sus pupilas, las mismas pupilas que habían
visto todos y cada uno de los idhunitas exiliados momentos antes de morir a
manos suyas.
—Sí, lo es. Chris Tara es sólo
una fachada, un entretenimiento, aunque en el fondo admito que me gusta.
—Pero, ¿realmente eres tú el que
canta?
—Sí. Siempre.
—Y Victoria —intervino Sarah— no
es tu hermana, ¿verdad?
Christian se volvió hacia ella.
—No, no lo es. En realidad es mi
esposa.
Ahora todos los ojos estaba
puestos en ella, y en Jack. Aquello era similar a un partido de tenis. Las
miradas iban de aquí para allá, en tres puntos principales: Jack, Victoria y
Christian.
—Un momento. Me he perdido
—intervino Sam, levantándose del sofá—. ¿Estáis casados los dos con ella? Jack,
tú eres un dragón y Chris Tara es un asesino. ¿Qué pasa con los niños? Y ¿qué
pasa con vosotros? Yo... yo no entiendo nada.
—Vamos a ver —empezó Victoria—.
Es un poco embarazoso, lo sé. Christian era un asesino, sí, pero eso acabó hace
tiempo. Ahora trabaja como cantante y está casado conmigo, al igual que Jack,
aunque delante de la sociedad soy la mujer de Jack. Los niños están a salvo. De
eso no tengo ninguna duda.
—Querida —dijo Sarah—, estás
casada con mi sobrino que a la vez es un dragón. ¡Un dragón! ¿Tú eso cómo lo
llevas? Es que, sinceramente es bastante difícil de asimilar, ¿no crees?
—Bueno, eh...Verás, lo creas o
no, se lleva bien. Para mí no supone ningún problema. Yo quiero a Jack y a
pesar de su doble naturaleza, le amo como el primer día. En Idhún hay muchas
criaturas muy diferentes y el dragón es una de ellas. Jack es muy especial:
tiene dos almas, lo que le permite transformarse en un dragón dorado. Cuando
perteneces a una resistencia idhunita tienes que asimilar a todas y cada una de
las extrañas criaturas de Idhún. Yo no soy ningún dragón pero soy mago. Gracias a la magia he podido curar el
tobillo de Julie. Jack tuvo que asimilar también mi condición especial y lo
hizo.
Nadie dijo nada. Toda la
información que se echaba encima de Sam y su familia era demasiada. Que su
sobrino se podía transformar en dragón, vale, pero que su cuerpo estaba
habitado de dos almas, que se podía transformar en dragón a voluntad y que
existía otro planeta donde debía de haber miles de aquellas serpientes
gigantescas que les habían atacado horas antes... Era demasiado. Sam se puso en
pie. Le temblaban las piernas peligrosamente.
—Yo... yo... —balbuceó, y de
golpe cayó de rodillas al suelo.
Jack corrió hasta él y lo sujeto
de un brazo. El hombre estaba pálido como el papel, en estado de shock. Con
ayuda de Sarah lo volvieron a sentar.
—Sam, Sam —lo llamó Jack—. ¿Te
encuentras bien? Dime algo.
Sam tenía en aquel momento la
mirada perdida en algún punto delante de él y no parecía reaccionar a las
llamadas de Jack. Victoria apareció detrás de él con un vaso de agua. Jack le
dio de beber y por un momento, parecía que aquel hombre no había bebido en
años.
—Hey, ¿estás mejor?
Sam clavó sus ojos en los de él,
mirándolo muy fijamente.
—Chico... —su voz no era más que
un murmullo.
—Tranquilo tío. No te preocupes.
Esto pasará, ¿entendido? Sólo necesitas calmarte un poco ahora.
Pero en aquel momento, Sam no
estaba por la labor de obedecer. Sacando fuerzas de algún rincón de su cuerpo,
apartó con la mano a Jack, que cayó al suelo bruscamente y se levantó sin
ninguna dificultad.
Tenía los ojos puestos en
Christian.
—Tú... tú maldito asesino. Tú
mataste a sus padres, a su madre, a mi familia. Es por ti que todos estos años
no he tenido noticias de mi sobrino, que todos estos años he puesto una vela en
su memoria y he dejado flores en una maldita lápida que no albergaba ningún
cadáver dentro —su voz se iba elevando cada vez más. Tenía las orejas rojas por
la ira y los puños apretados, temblándoles peligrosamente. Christian lo
observaba, impasible—. Maldito asesino, ¡¿cómo pudiste?! ¡Tenía sólo trece
años!
Viendo cómo la tormenta parecía
estar a punto de estallar, Jack corrió a detener a Sam, pero éste no se movió.
Seguía de frente a Christian, y dentro de él, una ira asesina parecía tomar
fuerza a cada paso que se acercaba a él. Tenía ganas de agarrarlo y estamparlo
contra la pared. Preguntarle mil veces por qué, porqué lo hizo, por qué
destruyó a una familia humilde que no habían tenido ninguna culpa. Jack se
interpuso de nuevo en frente de él y esta vez no pensaba ser apartado de tan
sólo un manotazo. Si no detenía a su tío las cosas se complicarían. Y no para
Christian, sino para Sam. Muy en el fondo del joven, seguía latiendo un alma de
shek y con él, la sangre fría de un asesino. Christian había matado a muchos y
si un mísero humano se cruzaba por medio Jack sabía que ése no iba a ser una
excepción.
—¡Sam basta!
De golpe, el hombre se detuvo,
pero no dejó de sostenerle la mirada al shek.
—Christian. —La voz de Victoria
se alzó por encima de todos y el muchacho giró la vista hacia el lugar del que
procedía. La mujer se alzaba al lado de Sarah y lo miraba fijamente, con
el semblante serio. Aquella pelea debía acabar cuanto antes, y ella también lo
había notado.
Sin decir nada, el joven dio
media vuelta y desapareció del salón. Nadie se movió en los primeros segundos,
quizá por miedo a lo que sucediera después. Jack, que delante de Sam se
interoinía para impedirle avanzar, notó cómo los músculos del hombre se fueron
relajando poco a poco, pero no se quedó relajado por completo. El muchacho
mantuvo las distancias con el hombre en todo momento. Ahora que el pastel había
sido descubierto, como decía Victoria, Jack debía tener cuidado en cómo
reaccionar. Toda su familia sabía ahora su doble naturaleza, la criatura que
escondía dentro de sí, el monstruo en el que se había convertido su sobrino y
por lo tanto, le tenían miedo. Miedo quizás a si les iba a hacer daño como le
había hecho al shek. Ellos le habían conocido cuando era pequeño, y ese era su
Jack. Pero el dragón...
Sarah se movió.
—Sam... —su voz era rota—. Sam
cariño, tranquilo. Ven... ven aquí, a mi lado. No pasa nada.
El hombre se dio la vuelta y la
miró con la vista perdida, como loca. Tenía todo el rostro bañado en sudor, y
del bigote le caían pequeñas gotas frías.
—¿Tranquilo? Asesinan a mi
familia... ¿y tú me dices tranquilo?
Sam daba miedo. Estaba
completamente fuera de sí, totalmente ido. Su voz no era la misma y su mirada
tampoco.
Sarah tragó saliva. El terror
había calado en su cuerpo, pero no el miedo a Jack, sino a el hombre que se
alzaba delante, a su propio marido. Victoria, que también veía el odio
reflejado en Sam, instintivamente se colocó delante de Sarah, protegiéndola.
Apenas la conocía, pero no le hacía falta para saber que era una gran persona.
—Sam, ¿me oyes? —Estaba seria. Le
temblaban un poco las manos, pero no iba a ceder ante aquello—. Quiero que te
tranquilices, ¿vale? Él asesinó a los padres de Jack, sí, pero ha cambiado. Ya
no es el que era antes. Todo ello ocurrió hace mucho tiempo, demasiado como
para que ahora se juzgue al culpable.
Sam, que la miraba fijamente,
jadeando, empezó a pausar su respiración, haciéndola cada vez más y más lenta,
más humana, hasta que retornó a la normalidad. Las pupilas de sus ojos se
dilataron hasta acondicionarse a la luz de la estancia y sus manos se soltaron.
Al igual que él, Jack también se
relajó un tanto. Continuaba nervioso desde el ataque sorpresa del shek,
nervioso con la reacción de Sam, Sarah y Julie, nervioso con ver a Christian en
la casa. Necesita sentarse y cerrar los ojos un segundo, descansar la vista.
Aunque en aquel momento le iba a resultar imposible.
El hombre avanzó tembloroso hacia
el sofá donde estaba sentada su mujer. Victoria, entendiendo el gesto de Sam se
quitó de en medio y se colocó junto a Jack. Sam se sentó en el sofá, despacio.
Respiró hondo, llevándose las manos a la cabeza.
—Así que... eso es lo que ha
pasado todo este tiempo.
Jack suspiró, volviéndose hacia
él.
—Me temo que sí. Me habría
encantado deciros que lo pasé oculto, que estuve bien, viviendo tranquilo en...
alguna parte del mundo, sin preocupaciones pero, si os dijera eso os estaría
mintiendo. Esto fue lo que pasó después de la muerte de papá y mamá. Realmente
y dentro de lo que cabe, estuve bien. Tuve mis altibajos, como todos supongo,
aunque quizás los míos eran un poco más extraños que los de los demás, pero aun
así sigo vivo, con dos hijos a los que quiero y una mujer a la que adoro. yo...
me habría gustado llamaros, haberos dicho que estaba bien, que seguía vivo
pero, ¿qué habría conseguido con ello? Por aquel tiempo, Christian todavía
quería mi cabeza y yo lo último que quería era poneros en peligro. Vosotros
érais parte de mi familia y os quería, os quería muchísimo. ¿Cómo podría yo
haceros eso? ¿Cómo podría yo haberos puesto en peligro? No. por eso no pude
llamaros en su debido momento y por ello os pido perdón y ruego que me
perdonéis por todos estos años dolorosos donde habéis estado sin noticias mías.
Lo siento —dijo finalmente.
El hombre, que estaba sentado
cerca de él levantó la cabeza y lo miró. Sus ojos estaban ya cansados, quizás
por las altas horas de la noche que eran ya, quizás por el ataque sorpresa del
shek o también podría ser al saber el
pasado del que hasta ahora había sido su sobrino desaparecido. Fuera como
fuese, no dijo nada.
—Jack, somos tus tíos y yo... yo
te quiero muchísimo. Ven aquí muchacho. Te perdono —dijo estrechándolo entre
sus brazos. Jack correspondió fuertemente. Necesitaba aquel abrazo, necesitaba
sentirse de una vez por todas perdonado por aquel acto suyo que habría
provocado tanto dolor a sus parientes. Sus ojos se humedecieron por un segundo,
pero parpadeó rápidamente para hacer que las lágrimas desapareciesen. No quería
llorar. Aquel momento estaba siendo único y no deseaba desperdiciar los últimos
minutos que podía pasar junto a ellos llorando.
—Te quiero —le susurró al oído—.
Os quiero muchísimo. A los dos.
—Y yo, muchacho —lo miró—. Tú no
te preocupes. Por nada, ¿eh? Tu secreto con nosotros estará a salvo.
Jack bajó la mirada. Tenía
que explicarle el final de la historia,
el cómo iba a acabar todo, pese a que la idea le resultaba repugnante.
—Me temo que eso no va a poder
ser, Sam.
—¿Qué ocurre Jack?
El muchacho se tomó su tiempo en
responder.
—Pues que... después de haberos
contado ésto, no puedo permitir que os vayáis así.
—¿Cómo?
—Verás... si os dejo ir con todo
lo que os he contado, tú y tu familia corréis peligro. Los sheks nos buscan y
ahora, vosotros sabéis lo que no deberíais saber. El tema de Idhún y los sheks
sólo lo saben los idhunitas. Vosotros os habéis enterado por casualidad y no sé
qué consecuencias os puede traer eso, pero sin duda esa información os está
exponiendo al peligro. —Suspiró—. Yo... Es decir, Christian es al igual que Victoria un mago,
pero tiene una habilidad especial: puede introducirse dentro de la mente de otras
personas y manipularlas a su antojo, pudiendo borrar los recuerdos que quiera.
Si os he contado esto era porque ya sabía que, después, Christian os borraría
los recuerdos.
Sam se quedó atónito y miró al
cantante, que estaba a pocos pasos de ellos. Jack, por su parte, bajó la
mirada. A él tampoco le gustaba ese plan pero debía acatar lo que habían dicho
Victoria y Christian. Tenían su parte de razón: Sam y su familia corrían
peligro si salían de la casa con todo lo que sabían. Los demás sheks podían
localizar saber que habían estado involucrados en el altercado del la tienda en
Newark y seguirles el rastro hasta dar con ellos. Quizás a la fuerza les
sonsacasen dónde se escondían Jack y Christian para después matarlos, aunque
también los podían utilizar de rehenes para conseguir algo que quisieran. Pero,
si por el contrario les borraban la memoria, los sheks podían llegar hasta
ellos y, al introducirse en sus mentes y ver que no estaban relacionados con
Christian, indudablemente los dejarían en paz. No serían más que unos clientes
que entraron a comprar al local y se fueron tranquilamente. Estarían a salvo y
eso es lo que pretendía Jack, pero ¿a qué precio? No volverían a recordar nada
de Jack, nada. No recordarían que vivía en Nueva York, que estaba casado, que
tenía dos hijos, al igual que no recordarían que era un dragón y que había
luchado contra una serpiente gigante.
Pero lo que más le dolía al
muchacho es que, no recordarían que él estaba vivo. Que no había muerto, como
se creyó desde un principio.
No podía. Tendría que resignarse
a que se volvieran a olvidar de él, a ser un mero recuerdo de un muchacho de apenas trece años que fue
brutalmente asesinado junto a su familia.
Sam se frotó su bigote pelirrojo
y respiró hondo.
Aquello era totalmente irreal si
se proponía contarlo. ¿Quién en su sano juicio se lo iba a creer? Dentro de sí
mismo, sabía que le sería fiel a la promesa de mantener todo aquel asunto en
silencio para toda su vida, pero entendía a Jack. Él quería proteger a su
familia y a la vez a ellos también. Si los mantenía en la ignorancia, los
protegía indirectamente. Miró al muchacho.
―Muy bien muchacho ―dijo―.
Entiendo lo que pretendes y me parece muy noble por tu parte pero, antes de...
hacernos lo del asunto de los recuerdos ¿me podíais prestar un papel y un
bolígrafo, por favor?
―Sí... sí, claro...
Jack se quedó extrañado por la
petición tan extraña de su tío. Se dirigió hacia uno de los muebles y, a los
pocos segundos volvió con un folio y un bolígrafo. Se los entregó a Sam.
―Gracias. Si no os importa, me
apoyaré en la mesa.
Y mientras lo decía, se levantó
dirigiéndose hacia la mesa donde habían cenado un par de horas antes. Cuando se
habían ido, Victoria, con la ayuda de Christian habían retirado todos los
platos y en aquel momento parecía que nadie había comido allí. El hombre retiró
el centro de mesa que había sobre la madera y, sin decir nada, comenzó a
garabatear sobre el papel en blanco.
Sarah juntó las manos sobre su
regazo. Los párpados empezaban a pesarle a causa del sueño, pero se impuso al
cansancio. Julie apoyó la cabeza en el hombro de Sarah.
―¿Cómo estás, tía? ―susurró.
―Bien, cariño. ¿Y tú cómo estás?
¿Tienes sueño? ―le acarició el pelo con dulzura.
―Un poco, pero no pasa nada. Me
siento bien porque siento que todo esto ha sido una gran aventura.
―¿Una aventura?
―Sí. Piénsalo: he conocido a mi
tío desaparecido, he podido conocer a mi ídolo,
he sobrevivido al ataque de un shek, visto un dragón real y me han
curado con magia. ¿No es una pasada? La pena es que no lo voy a recordar, pero
ha sido bonito mientras ha durado. Si se lo contase a mis amigas del cole....
La mujer sonrió.
―Sí. Dicho así suena
espectacular, ¿verdad?
La niña apoyó la cabeza en el
regazo de Sarah.
―Victoria ―intervino Sam desde la
mesa―, ¿te importaría venir, por favor?
La mujer asintió y se acercó
hasta donde estaba Sam. Había acabado de escribir en el papel que le habían
dado. La hoja de papel estaba doblada dos veces y el bolígrafo descansaba
paralela a él.
―¿Tienes un sobre? ―preguntó.
Según recordaba Victoria, habían
comprado un par de sobres para un trabajo que había tenido que presentar Erik,
y si nadie los había tocado todavía deberían estar en uno de los cajones salón.
Se marchó hacia donde creía que estarían los sobres y, al cabo de unos segundos
le entregó al hombre uno blanco. Sam lo abrió y metió con cuidado el papel
doblado. Después tiró de la cinta adhesiva y el sobre quedó completamente
cerrado.
El hombre se levantó de la silla
y se inclinó sobre Victoria.
―Dale esto a Jack cuando creas
que es el momento adecuado, por favor ―le susurró al oído mientras le entregaba
el sobre. No quería que nadie más lo oyese y la chica lo comprendió. Al hombre
no debía gustarle la idea de que un tipo al que no conocía de nada y se lo
habían presentado como asesino de sus parientes se introdujera en su mente
borrándole sus recuerdos más recientes, recuerdos alegres a su vez, ya que se
había reencontrado con su sobrino desaparecido al que había estado buscando
durante mucho, mucho tiempo. Aunque, lo que asombraba realmente a Victoria es
la entereza con la que afrontaba Sam aquella situación. Sintió pena por él.
Si yo estuviese en su piel no sé
cómo me tomaría esto ―pensó con tristeza.
Pero el conjuro debía llevarse a
cabo. Era el punto final de toda aquella caótica situación, una situación que todavía no sabía cómo se habían
metido en ella. Ella debía permitirlo. Por su bien. Por el de su familia.
Sin pensárselo más, (ya que sabía
perfectamente que si seguía dándole vueltas al asunto, acabaría negándose a que
Christian interviniese) Victoria se guardó el sobre en un bolsillo del vestido,
y se encaminó hacia la entrada del salón. Atravesó el dintel y miró hacia la
pared de su derecha, donde se apoyaban las escaleras. Unos ojos como el hielo
la miraban de soslayo.
Christian.
―Ya está todo listo.
El joven siguió mirándola sin
apartar la vista de ella, sin parpadear si quiera, como si estudiase
mentalmente si a ella le parecía aquello correcto, pero a Victoria esos
segundos de silencio la estaban poniendo aún más nerviosa de lo que ya estaba.
Sin decir nada, Christian se despegó de la pared y, caminando lentamente entró
en el salón, seguido de la chica. Cuando entró, el ambiente del salón pareció
tensarse de repente, aunque al shek no le importó lo más mínimo. Se detuvo en
el centro de la estancia.
Victoria salió de detrás de él.
―Bueno... Si os queréis despedir,
creo que éste es el momento adecuado.
Sam volvió su mirada hacia Jack y
pudo ver que él también lo miraba.
No hicieron falta las palabras.
Sin decir nada, Jack abrazó
fuertemente a su tío. Sabía que aquello era el fin. El fin de todo. No volvería
a verlo más, no iría con él a pescar al lago, no iría a visitarlos a Dinamarca,
no recibiría nunca una llamada de teléfono de su tía Sarah y tampoco le
llegaría al buzón cada año una felicitación de Navidad. No tendría la
oportunidad de invitarlos a quedarse en su casa si éstos venían a Estados
Unidos. Nada. Nunca
Ahí se acababa todo. Tenía que
permitirlo pero sabía que perdía mucho, quizás demasiado. Si aceptaba lo que
iba a pasar, se volvería a quedar solo. Victoria no tenía a nadie en la Tierra
puesto que sus padres habían fallecido cuando era ella muy pequeña y su tutora
también; Christian tampoco tenía ningún familiar en la Tierra, y en Idhún sus
dos padres habían muerto. En cambio, Jack sí que tenía a alguien más en
la Tierra y ahora, en aquel preciso instante iba a permitir borrarlo todo de un
plumazo. Se quedaría sólo en el mundo,
con Victoria y los niños sí, pero él no era del todo huérfano como ella. Tenía
a su familia, que lo apreciaba y sobre todo, lo quería, a pesar de que habían
visto cómo era él en realidad. Dentro de él, una parte le decía que estaba
haciendo lo correcto, no sólo para su familia, es decir Victoria, Alison y
Erik, sino también para Sam, Sarah y Julie. Pero, una parte muy pequeña de él
le decía a gritos que no debía permitirlo, que ellos eran sus únicos tíos que
no se habían olvidado de él, que le aceptaban como era, que por mucho que amase
a Victoria no debía ceder, ya que en el fondo, la idea había sido de Kirtash.
Sin duda, aquella parte todavía era lo que quedaba de un muchacho de trece años
que se encontró los cadáveres de sus padres al regresar a su casa un día de
Mayo.
―Jack...
Una voz le devolvió a la
realidad. Se separó de su tío y vio a su lado a Sarah. Tenía lágrimas en los
ojos y en aquel momento, el corazón del muchacho tembló de tristeza por ella.
―Tía... ―murmuró mientras la
estrechó entre sus brazos. La mujer era bajita y menuda y a Jack apenas le
venía por los hombros. Su tía le correspondió al abrazo y comenzó a llorar. Lo
abrazó con más fuerza.
―Jack... Cielo... ―dijo entre
sollozos―.... Yo... Ojalá nos hubiéramos conocido antes... Te quiero mucho,
muchísimo.
―Lo sé, tía Sarah.
―Sé que lo sabes pero quiero que
lo recuerdes tú cuando nosotros ya no nos acordemos de ti. A pesar de todo va a
acabar de esta manera quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que
ha pasado. Es más, me alegro de haber vivido lo suficiente como para ver el
hombre en el que te has llegado a convertir. Estoy muy orgulloso de ti, Jack, y
estoy segura de que tu madre también lo estaría.
Jack se contuvo. Su tía le había
golpeado con fuerza en su punto débil: sus padres. Nunca había esperado oír
algo así y aquella situación no era la más acertada. Aun así, hizo un esfuerzo
sobrehumano para contener las lágrimas, e intentó sonreír, aunque sólo
consiguió esbozar una pequeña sonrisa triste. Sarah se separó de él y Jack pudo
ver que, detrás de ella aguardaba Julie. La pequeña se lanzó contra él nada más
apartarse su tía.
―Tío Jack... Sé que es por
nuestro bien pero no quiero que me borre nadie la memoria.
―Lo siento Julie, pero es por
vuestro bien ―respondió Jack correspondiendo al pequeño abrazo de su sobrina―.
No me lo perdonaría jamás si me enterase de que algo os hubiera pasado por mi
culpa. ¿Lo entiendes, verdad?
―Sí, ya sabía que dirías eso,
pero al menos tenía que intentarlo ―sonrió la niña―. Quiero que sepas que eres
el mejor dragón del mundo y que me alegro muchísimo de tener un tío―dragón. ¡Es
una pasada! Hasta me siento importante y todo ―Jack se rió―. Además, la manera
con la que me protegiste enfrentándote a esa serpiente fue la caña. ¿Sabes?
Ahora me gustan más los dragones, y más si son dorados y creo que, a partir de
hoy me haré fan de otro grupo de música que no sea Chris Tara. Él no
mola tanto como tú ―sonrió abiertamente, sabiendo perfectamente que Christian,
que estaba a pocos pasos de ellos los había escuchado a la perfección. Es más,
Julie lo había hecho a propósito.
―Gracias Julie, aunque no creo
que te acuerdes de lo de Chris Tara.
―¿Que no? Yo me lo he apuntado en
la mano, ¿ves? ―y le enseñó lo que se había garabateado en el dorso de su mano.
Con una letra un tanto infantil podía leerse:
“Chris
Tara no mola porque odia los gatos”
Jack se echó a reír ante aquello.
―¿Te gustan los gatos?
―Soy la super―mega―fan de los
gatos y de Chris Tara. Si una cosa odia a la otra se tiene que ir esa cosa de
mi vida, o sea, que si Chris Tara odia a los gatos ¡adiós Chris Tara! No he
puesto que es un asesino porque sé que me lo borraríais y además, luego no
tendría ni idea de por qué tenía eso escrito ahí, por eso he puesto que no le
gustan los gatos y así, cuando ya no recuerde nada de esto y vea lo que me he
apuntado, automáticamente me hago fan de otro grupo de música y tiro a la basura
todos los posters que tengo en mi cuarto de él. ¡Mi madre pensará que me he
vuelto loca! ―se echó a reír―. En fin, que yo también te quiero mucho y... ¡que
molas mucho, tío dragón!
Jack sonrió. No tenía palabras
para aquello. Había oído muchas veces a idhunitas decir que su dragón era una
pasada, pero jamás se lo había oído decir a un pariente suyo, por lo que sus
palabras le calaron muy hondo. Se separó de ella con pesar, ya que sabía que,
detrás de Julie no había nadie más y por lo tanto, aquel sí que era una
despedida.
―Es la hora ―anunció Victoria―.
Es mejor que os sentéis en el sofá.
Todos la miraban con tristeza.
Ninguno quería decirse adiós, y menos si era para siempre. Pero no tenían otra
alternativa así que Sam, Sarah y Julie se sentaron en el sofá.
Victoria ladeó un poco la cabeza.
―Christian ―llamó.
No tuvo que añadir nada más para
que el hombre supiese lo que tenía que hacer. Con el mismo sigilo de un gato,
eliminó los pocos pasos que le separaban con la familia de Jack, situándose de
pié delante de ellos. Por un momento, Victoria estuvo nerviosa. Temía que a
Christian le costase trabajo llevar a cabo aquella operación psíquica ya que,
al igual que ella, él tampoco había desarrollado sus habilidades mentales en
mucho tiempo... o al menos, eso sabía. Pero en cambio, Christian no temía por
su control mental. En absoluto, es más, confiaba plenamente en él y en aquel
momento tenía mucha seguridad en sí mismo y en su poder. A decir verdad,
siempre se había creído superior a cualquiera, más fuerte, más rápido. Él era
un ser superior, más capaz de ninguno, pero no tenía toda la culpa de pensar de
aquella manera ya que, esa ideología era lo que se le había inculcado desde
pequeño que al final, había acabado por creérsela.
El salón se sumió en el silencio.
Sólo se escuchaba la respiración agitada de Sam. De repente, Jack dio media
vuelta sobre sus talones y salió apresuradamente de la estancia. No podía ver
aquello. Era demasiado para él. Además, no lo necesitaban para nada, únicamente
a Christian. Entonces ¿para qué seguir allí? El último recuerdo que quería
conservar de sus parientes era de que todavía lo recordaban, y no lo contrario.
Victoria se quedó mirando el lugar por donde había desaparecido Jack con una
mueca de tristeza, pero luego volvió al vista hacia delante. Comprendía a la
perfección su comportamiento, es más, ella en su lugar habría hecho lo mismo.
Podía haberlo seguido para reconfortarlo, puesto que seguramente necesitaría en
aquellos momentos unas palabras de apoyo y ánimo, pero sabía que necesitaba
estar solo en aquel momento.
A veces, la soledad reconforta,
incluso a quien trata de huir desesperadamente de ella.
IM-PRE-SIO-NAN-TEEEEE!!!!! Pobre Jack, con lo feliz que estaria a mi ladoen vez decon un unicornio y un shek... Que manera de complicarse la vida!!!! ;)
ResponderEliminar^^ Graciaas!
EliminarSí, la verdad es que en este capítulo lo pasa bastante mal el chico... Co lo del shek y sus parientes... Pero seguro que contigo estaría mejor xD
Salu2 Beyond Magic :)
*_____________*
ResponderEliminarWaaalaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!! Menuda apasada de capii!! TENGO AHORA LOS OJOS MAS GRANDES QUE PLATOS!!
Lo han dicho todo: Christian era un asesino, Vic esta casada con los dos... o.o
Y pobre JACK! Él es el que lo está pasando peor. Es impresionante cómo has conseguido acercar el dolor de Jack al lector, sus sentimientos... Me he quedado de piedra... ¡¡casi lloro!! Y lo que le dice su tía SArah: "seguro que tu madre estaría orgullosa de ti" *-*
Y la frase dle final ya es demasiado: "A veces la soledad reconforta, incluso a quien trata de huir desesperadamente de ella"
Va dirigida a Jack y calas el momento que es asddfgh. No se me olvidará la frasecita en mucho tiempo xDDDD
Una preguntita: ¿porqué no dicen que Victoria es un unicornio?
Una pasada de capítulo otra vez *jope lo que he escrito* xD
1Besito de
*KiWa*
Graacias! La verdad es que he tenido que reescribir varias veces algun trozo de capítulo porque necesitaba que mostrase más lo que pasaba. Se lo he hecho pasar un poco mal a Jack con esto de sus tíos. Él es el más afectado con todo esto...
EliminarMe alegro que te hayan dustado las dos frases :D
Y sobre tu pregunta: No dije nada de la doble naturaleza de Victoria ni de Christian porque creí que ya con un tío-dragon tenían suficiente
Salu2 y espero que sigas leyendo la historia ;D
Soy una nueva seguidora de tú blog y tengo que decir que me encanta !!! Sobre todo los capítulos de la continuación de memorias de Idhún, SON UNA PASADA !!
ResponderEliminarUn beso preciosa
Hola :D
EliminarMuchisimas gracias ^^ Me alegro que te guste cómo sigue la historia ;)
Un beso! :D
Que idea más original la de seguir la historia :)
ResponderEliminarEncima tienes arte para escribir, ahora mismo te hago una entrada en mi blog para que la gente conozca tu historia ^^
Aunque siento decirte que no tengo muchos seguidores xD
Un besazo :)
Muchaas gracias! Tanto por el cumplido por la entrada ;)
EliminarUn beso :D
Me ha encantado este capítulo y también los anteriores, están muy bien y espero que no se acaben aquí porque sería una pena por lo entretenidos que son y lo bien que escribes.
ResponderEliminarSigue así :D
Hola Anonimo.
EliminarMe alegro de que te haya gustado ;) Te comunico que no se van a acabar aqui. La historia todavía no tiene puesta la palabra FIN ;D
Dentro de poco colgaré el siguiente capítulo y espero que te pases y, cómo no, que te guste :D
Salu2!
CUANDO SUBES EL PROXIMOOO!!???? LO nocesitoooooo
ResponderEliminarHola Anonimo
EliminarDentro de poco estará subido :D Está casi acabado... pero la cosa es que es enorme... Algo mas de diez paginas... jejejeeee
Te espero pra cuando lo cuelgue ;)
jooooooooo¡
ResponderEliminarestoy deseando que subas el proximo capitulo¡
:)
DIOS MIO, ME ENCANTA!!!! es una pasada aunque si te digo la vardad me gustaria que Eric y Alison se enteraran ya de lo de sus padres y armaran el LIO jajaja pero esta genial me e vuelto una fan loca
ResponderEliminarSigue escribiendo capitulos prnto que no puedo esperar mas =)
Besos
Hola Amonimo :D
EliminarMe alegro de que te gustase el capitulo! Paciencia con lo de Eik y Alison! ;) Todo llegará.
Pronto subieré el siguiente :D
Salu2
me encantaaa¡¡¡
ResponderEliminarpero cuando subiras el proximo capitulo¿?
Gracias a dios qe es un libro porqe sino el pobre Jack sufriria mucho ....
ResponderEliminarEs como imaginar qe lo qe le paso a el te pasa a ti:Llegas a casa y encuentras a tus padres muertos,te llevan a un sitio qe no tienes la menor idea de donde queda ,te rescatan unos tios de otro mundo ,conoces al amor de tu vida (y eso solo en un dia). es triste
Os cuento que yo una niña de doce años lloro una diez veve en el libro contando con estos capitulos.
Sigue escribiendo
enhorabuena a la autora! ^^
ResponderEliminares una historia realmente impresionante
y me he aficionado a tu blog XD
saludos!!
Que penitaa Jack :(
ResponderEliminarGenial escrito, por un momento he creido que estaba leyendo la continuacion de Laura Gallego. Increible como lo haces<3. Siguee asi :)
Es verdad. Esta muy bien pero q vayan ya a idhun!!!
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