CAPÍTULO
4
Carmesí
El
viaje duró poco, muy poco. Volaron todo el tiempo entre la niebla,
ocultos. Lo que le sorprendió mucho a Ismira es que en ningún
momento aminorasen la marcha. A pesar de que no se veía nada, el
dragón volaba como si se supiese el camino de memoria.
A
medida que avanzaban, la niebla se volvía incluso más densa.
Qué
extraño —pensó Ismira.
De
pronto, el dragón aminoró la marcha y descendió hasta posarse de
nuevo en el suelo. Las enormes alas membranosas se plegaron a ambos
lados del cuerpo del animal.
Hemos
llegado. No habléis hasta que yo os lo diga, ¿entendido? No sé si
el sitio es del todo seguro.
El
dragón levantó la cabeza y olisqueó el aire. Tenía todos los
músculos de su cuerpo tensos, pero Ismira no sabía muy bien por
qué. ¿Qué era capaz de hacerle frente a un dragón?
Las
dos chicas bajaron del lomo. Se hacía extraño estar otra vez con
los pies sobre la tierra firme. Dayeli miró a todos los lados pero
no se veía nada. No sabía dónde estaban. La velocidad de la
criatura era mil veces mayor que la de un caballo. Además, habían
volado todo el rato entre la niebla, sin vislumbrar en ningún
momento el suelo.
Dayeli
quiso preguntarle dónde estaban, pero recordó la orden del dragón
y calló, prefiriendo formularla más tarde.
Ismira
se acercó un poco hasta situarse a la altura del cuello del animal y
esperó. Pasaron unos instante hasta que se oyó dentro de su cabeza:
Bien.
No hay peligro. —Su voz sonó más tranquila—. Seguidme.
Súbitamente,
sus patas empezaron a moverse en dirección recta. Las chicas lo
siguieron, pero esta vez ya no mantuvieron una distancia prudencial
como antes: Ismira caminaba junto a una de las dos patas delanteras y
Dayeli la seguía de cerca, situada cerca de una de las alas.
Caminaron
cerca de diez minutos entre la niebla, siguiendo el camino invisible
que seguía el dragón, cuando una figura oscura apareció ante
ellos. Ismira estuvo a punto de detenerse, pero si el animal seguía
andando significaba que no representaba una amenaza para ella. Y era
cierto: al aproximarse más vislumbraron una pared de roca oscura:
una montaña. La criatura siguió caminando, pero esta vez bordeando
la roca.
¿Habría
que rodearla? Ismira se quedó extrañada. Según les había dicho,
tenían que encontrarse con él... El aquel momento, no
recordó el motivo por el que estaban allí. ¿Porque se lo había
pedido un dragón y ya está? Pero lo extraño es que aquel dragón
parecía conocerlas, aunque, que hiciese memoria, Ismira no recordaba
haberlo visto jamás, y ver un dragón no es una cosa fácil de
olvidar, en su opinión.
Aquí
es —dijo la voz gutural del ser.
Ante
ellos, se habría un hueco, grande y oscuro en la montaña.
Una
cueva —se percató Ismira, y
la entrada era gigantesca, tanto que la criatura cabía perfectamente
por ella. El único problema es que estaba realmente oscuro en su
interior.
Ismira
dudó entrar y, como si adivinase sus pensamientos, el animal se giró
y una potente llamarada salió disparada hacia unos troncos que
habían esparcidos por el suelo. Enseguida prendieron y la muchacha
captó el mensaje. Se acercó a la hoguera y cogió unos de los palos
que habían prendido. Dayeli la imitó. Ismira se aproximó hasta la
entrada de la cueva.
—¿Cuánto
he de caminar? —Preguntó decidida al dragón.
No
mucho. Yo iré detrás de ti y te guiaré.
Ismira
asintió y, respirando hondo se adentró en la montaña.
Ahora
la luz de la antorcha que portaba iluminaba a su alrededor. La piedra
era oscura, de un color marrón muy oscuro, casi negro. El sonido de
unos pasos tras ella le advirtió que la seguía alguien. Giró la
cabeza para comprobarlo y vio a Dayeli, que caminaba al lado del
dragón.
Le
está echando valentía —pensó
para sus adentros Ismira.
Siguió
caminando por entre las rocas, sorteando algunas que se interponían
en su camino. Si no hubiera tenido a mano la antorcha, sin duda
habría tropezado cien veces con ellas. El lugar era húmedo. De
algunas de las estalactitas que sobresalían del techo caían
pequeñas gotas de agua que formaban charcos resplandecientes en el
suelo. El dragón, según vio por el rabillo del ojo la muchacha,
tuvo que agachar la cabeza en varias ocasiones.
La
cueva parecía interminable, y no es que hubiesen andado mucho, sino
que la luz nunca parecía iluminar el final. Por un momento, Ismira
desconfió del dragón. Había aparecido en medio de la bruma, en Las
Vertebradas y ahuyentado a los caballos, el único medio de
transporte del que disponían. Además, las había llevado volando a
otro lugar, a saber dónde y adentrado en una cueva... ¿para qué?
No les había dado un motivo por el que hacerlo. Sólo que había
darse prisa.
Está
ahí delante —sonó en la
cabeza de Ismira. Se detuvo en seco.
Delante...
—pensó.
Ahí
estaba la respuesta a todas las preguntas no formuladas, a aquel
viaje sin sentido, a esa aventura en la que se había tornado el día.
Justo
delante de ella.
Cogiendo
aire y sin saber lo que podía encontrarse, Ismira avanzó en línea
recta, despacio.
El
haz de luz de la antorcha fue iluminando poco a poco alrededor,
iluminando sólo la piedra durante los primeros pasos vacilantes de
ella, hasta que de pronto, un bulto oscuro apareció en el campo de
visión de la chica. La luz siguió iluminando el bulto y según
avanzaba Ismira, vio que aquello que había iluminado eran... ¿unas
botas? Detrás de las botas fueron apareciendo unas piernas, un torso
robusto hasta que delante de ella apareció tendido en el suelo un
muchacho rubio.
Enseguida,
Ismira dejó la antorcha en el suelo y se acercó hasta él,
arrodillándose a su lado.
—¡Hey!
¿Puedes oírme? —dijo zarandeándolo levemente, intentando que
despertase. No respondió.
Se
separó de él y lo examinó a la luz de la llama de la antorcha.
Estaba inconsciente, con la mano derecha aferrada al torso. Ismira le
separó el brazo derecho del vientre y se le heló la sangre en las
venas.
No
he sido yo —se excusó el
dragón.
Una
gigantesca mancha de sangre teñía de rojo sus ropas. Posó su mano
sobre aquella mancha y descubrió que la sangre aún estaba fresca y
caliente: se estaba desangrando. Temiendo lo peor, colocó la mano
sobre su frente.
Estaba
frío.
Roran
le había enseñado mucho acerca de primeros auxilios, y todo
indicaba que aquel chico se moría.
Maldición
-pensó la muchacha.
—Tenemos
que llevarlo al pueblo o morirá —aclaró Ismira. Dayeli se había
arrodillado a su lado, mientras que el dragón se mantuvo a cierta
distancia.
Tragó
saliva.
—Bien.
—Dayeli quería colaborar—. ¿Cómo lo hacemos?
Ismira
pasaba nerviosa la mirada de lado a lado del cuerpo del chico,
pensando en la forma de sacarlo de allí.
—Tu
capa —dijo rápida—. Dame tu capa, Dayeli.
Su
amiga al principio no pareció entenderlo pero pronto cayó en la
cuenta y rápidamente se quitó la capa verde que llevaba sobre los
hombros y se la tendió. Ismira se levantó y extendió la tela a los
pies del joven.
—Vale
—dijo la chica levantándose del suelo—, necesito que me ayudéis.
Tú Dayeli —la señaló— ponte a la cabeza del chico, y tú,
dragón —lo miró— ven, acércate. Te necesito aquí.
El
reptil se aproximó hasta donde estaba ella, situándose donde le
señalaba.
Dime
lo que quieres que haga.
—Antes
respóndeme a una cosa: ¿es tu amigo?
Sí.
—Vale...
—susurró arrastrando las palabras, como si digiriera la respuesta,
pero enseguida volvió en sí—. Necesito que te agaches, casi a ras
del suelo. Vamos a ver, la idea es que Dayeli y yo levantamos al
chico de las manos y los pies y lo dejamos sobre la tela. Cogemos
ésta con él dentro —explicaba a sus oyentes. Había que darse
prisa, mucha prisa. Podía morir en cualquier momento, por lo que no
había tiempo que perder— y lo montamos sobre ti, dragón, en tu
lomo. Salimos de esta cueva y nos vamos volando hasta Carvahall,
¿entendido?
Tanto
Dayeli como el reptil asintieron en silencio.
—Pues
vamos a ello. Dayeli —dijo solamente.
La
chica se agachó y agarró con fuerza los brazos del hombre. A su
vez, Ismira aferró sus tobillos.
—Una...
dos... y...
El
tres fue en silencio,
sin decirlo, pero las dos chicas lo levantaron al unísono. El cuerpo
inerte se despegó, pegajoso del suelo en silencio, y con cuidado, lo
posaron sobre la capa. Ismira levantó la mirada hacia el lugar donde
había reposado el cuerpo del chico y se asustó al ver toda la
sangre seca que había en el suelo.
No
había tiempo que perder.
La
primera parte del plan estaba completada. Sólo quedaba la segunda, y
ésta quizás, era la más complicada.
Fue
Ismira la que esta vez subió delante y Dayeli detrás de ella,
agarrándose a su cintura para no caerse. Ismira aferró con fuerza
el cuello del dragón con las dos manos, rodeando el cuerpo del
muchacho. Lo mejor para transportarlo hasta el poblado, según había
pensado ella, era sentarlo al igual que ellas dos, ya que de haberlo
tumbado o que el dragón lo agarrase entre sus patas lo exponía a un
peligro innecesario.
Ahora,
el cuerpo del chico estaba entre el cuello de la criatura y el cuerpo
de Ismira, que lo apretó contra sí, apoyando su cabeza en su
hombro.
—Vale,
vamos.
A
la orden de la chica, el animal comenzó a moverse, cada vez más
rápido por el interior de la cueva en dirección a la salida hasta
llegar al punto en que corría. El hueco de la montaña estaba cerca,
la luz los bañó cuando atravesaron el umbral. En ese instante, el
dragón despegó las alas y las empezó a batir poderosamente,
provocando una polvareda a su alrededor cuando salió, y en pocos
segundos la criatura despegó sus patas del suelo. La niebla todavía
persistía, parecía no querer moverse de alrededor de la montaña.
Ismira creyó que volarían por entre la niebla, como lo habían
hecho antes, pero le sorprendió de cierta manera que el dragón
siguiese batiendo las alas insistente, hasta que de pronto, la niebla
desapareció dejándola justo debajo de ellos: la habían atravesado.
Pero Ismira recordó la advertencia que le había dicho la criatura
anteriormente.
—¿Acaso
ya no hay peligro? —dijo en voz alta para que lo oyese. El viento
le silbaba ferozmente en los oídos y no percibía demasiado bien la
intensidad con la que salía su voz de su garganta.
El
dragón ladeó la cabeza y pareció mirarla seriamente con sus ojos
del color del zafiro.
No
dijo nada.
La
chica se quedó extrañada y casi se enfadó. Le había pedido que lo
acompañasen, que lo ayudasen con el asunto de su amigo malherido, ¿y
ahora no respondía a su pregunta?
Pues
vaya, pensó Ismira.
Bajó
la mirada hacia la tierra que pasaba bajo sus pies y lo único que
vio fue un manto gris, salpicado con alguna copas de arboles verdes
que asomaban tímidamente. A lo lejos podían divisarse las altas
montañas rocosas que colindaban con el valle donde se levantaba el
pueblo, y a la velocidad a la que iban tardarían quince minutos en
llegar, a lo sumo. Tuvo que agarrarse otra vez con fuerza porque, si
se relajaba lo más mínimo se soltaría del cuello del dragón.
Suspiró.
Volar
a lomos de un dragón como aquél y con un cuerpo inerte no es que
fuese muy fácil que digamos.
Distraídamente,
posó la mirada en el muchacho que llevaba entre los brazos. Ahora
que había más luz pudo apreciar los detalles que en la cueva se le
habían pasado por alto.
El
joven que se apoyaba en ella era rubio y de piel clara, bastante
atractivo. Llevaba el pelo alborotado y varios mechones le caían por
la cara. Sus ropas eran de color añil oscuro y negras, salvo una
camisa blanca que apenas sobresalía por debajo de la chaqueta de
cuero que le cubría los hombros. Los pantalones eran negros, al
igual que las altas botas que calzaba. Ismira estuvo a punto de
apartarle los mechones dorados que le caían por el rostro, pero se
acordó donde se encontraba, por lo que se contuvo. Entonces recordó
la herida del joven que tenía en el costado y no pudo reprimir la
necesidad de comprobar si había empeorado. La chaqueta de cuero le
tapaba la vista de ésta, por lo que, haciendo acopio de su valentía,
soltó su mano derecha y levantó un poco la solapa.
Una
mueca de horror apareció en su rostro.
Estaba
peor que la última vez que lo vio.
Si
no llegaban pronto, todo por lo que estaban pasado habría sido en
vano.
En
aquel momento echó de menos a su padre.
—Ismira
—le alertó Dayeli.
La
chica salió de sus pensamientos y miró hacia donde le señalaba su amiga.
Carvahall.
Ya habían llegado.
Estoy un poco confuso ¿Escribes tu la historia? Me he puesto a buscar por el buscador y he encontrado a un tio que dice que lo hace por diversion. Escribir una historia sobre la hija de Roran martillazos
ResponderEliminar¿La traduces al Español? ¿O es un relato tuyo?
Saludos.
Hola Javier Martinez:
EliminarEsta continuacion que puedes leer de Eragon es TOTALMENTE mía. No la he traducido desde ninguna pagina. Te agradecería que me pasases el enlace del otro tío que dices que tambien está escribiendo ya que temo que sea una copia de lo que hago yo :(
Pero no, yo no traduzco nada, que no me va eso del plagio
Un saludo!
Debe haberse asustado, ya no lo encuentro por ninguna parte. En fin...
EliminarAún así, muchas gracias por avisarme. De veras :)
EliminarGracias por estos capítulos. Este en concreto lo esperaba con mucho entusiasmo:) Adoro leerte, ¿nunca te has planteado publicar un libro en el futuro? si algún día lo hicieras aquí tendrás a una fiel lectora ;)
ResponderEliminarHola Anónimo:
EliminarMuchas gracias por tus palabras. A veces he pensado en dejar los capítulos de esta historia puesto que me da la impresion que no la lee nadie, pero ahora al menos sé que no es así ^^
Lo del libro sí, me lo he planteado x) Pero la cosa es encontrar una buena historia y estoy en ello, créeme. Te agradezco mucho tus palabras, en serio.
Un beso muy grande ;)
me gustan tus capitulos pero me gustaria saber que les a pasado a los 6 dragones del prologo, y a nasuada, orik, roran.... sigue con tu historia es muy entretenida :)
ResponderEliminarHola Anónimo:
EliminarNo me he olvidado de Nasuada ni de Roran, tranquilo, pero todo llegará aunque como puedes ver, he ido avanzando en la historia de Ismira, pero la otra parte llegará ;)
Un saludo y gracias por pasarte ;D
es una PASADA!!! FASCINANTE por favor sigue escribiendo porque a mi me paso como a ti que no
ResponderEliminarme quedo claro el final pero esto.... es la leche
Hola Anónimo:
Eliminar¡¡Muuuuchas gracias!! (^u^)/ Sí, seguiré escribiendo y me daré algo de más prisa en subir los capítulos porque soy algo tardona x)
Me alegro que te haya gustado ;3
Un beso!
aver si puedes hacer los capitulos tan largos como los de memorias de idun ^__^ pero esta fenomenal y me encanta leerlos lo que pasa es que hay demsiado espacio entre capitulo y capitulo en comparacion con su extension.... que nos tienes demasiado intrigados :P
ResponderEliminaraun asi enhorabuena por tu gran don por la escritura y espero que sigas escribiendo mas y mas, porque me quede con una sensacion de vacio en cuanto acabe estos libros y estos capitulos son muy reconfortantes gracias :)
muchos animos. saludos
Hola Anónimo:
EliminarLo primero, muchas gracias por tus palabras ^^ Siento haber tardado tanto tiempo en colgar este pero tuve ciertos asuntos que tuve que tratar y se me demoró bastante la subida de este capítulo, aunque llevaba hace bastante escrito. Perdón por colgarlo tan tarde! :(
Hacer una continuacion de Eragon es una idea más reciente que la de MDI y la historia pensada a escribir no está tan avanzada como la de MDI, quizás por eso haga los capítulos algo más cortos que los de Idun, por miedo a quedarme un día sin saber lo que escribir....
Pero la cosa es que procuraré no retrasarme tanto en la subida "capitulera" c:
Un beso y gracias por pasarte!
Excelente
ResponderEliminarHola Anónimo:
EliminarGracias! Es lo que se intenta :)
En primer lugar felicidades por tus capítulos de eagon son excelentes pero tendrías q procurar no cerrar tan de golpe un capitulo como pasa en el prólogo y por favor escribe q les a pasado a todos los personajes empezando cn eragon desde q se fueron hasta ahora
ResponderEliminarHola Anónimo:
EliminarHay algunos capítulos que tuve que dividirlos por ser más largos como ha pasado con el capítulo 4, que en verdad era parte del 3, pero por ser todo muy largo pues lo dividí, aunque tenía claro que el prólogo debía de ser así. Lo de los otros personajes tranqui que no me he olvidado de ellos ;)
Un beso y muchas gracias por pasarte. Me alegro de que te guste lo que escribo :3
Salu2!
PORFIN xD estaba esperando hace tiemmmmmmmmmppppppooooooooo este capitulo u.u pensé que ya habías dejado de lado Eragon aunque siempre veo tu blog para asegurarme,realmente gracias y porfa no te demores tanto en las subidas :( aunque estuvo genial paso un laargoooo tiempo
ResponderEliminarHola Emiriot :D
EliminarNoo, no dejé de lado Eragon, es solo que un monton de cosas me hicieron que no pudiera subir el capítulo. He estado liadísima estos meses y por eso lo siento mucho :(
Hola mola bastante sigue
ResponderEliminaratram